¿Por qué tratamos tan mal al capital humano?

Ya hemos señalado en Converses el grave problema que significa el paro juvenil, y este hecho obliga a una pregunta: ¿por qué tratamos tan mal al capital humano?

El capital monetario recibe una gran atención; indicadores, seguimiento detenido, medidas estrictas, ayudas para que no se pierda. Pero, y el capital humano?

Es evidente que hay en determinados ámbitos una crítica a considerar a las personas como un tipo de capital, pero más allá de las presuntas implicaciones del concepto, lo cierto es que el mismo forma parte del núcleo de los modelos de crecimiento económico. En este sentido, la idea de capital humano más bien tendería a darle valor que a sacarle. Siendo así, no tiene sentido el menosprecio práctico que se le tiene en general, sobre todo y de forma extrema, en el caso de España, donde Cataluña no es una excepción.

Sucede algo parecido con el llamado capital social, pero al menos en este se puede dar la explicación de que su concepto y uso es periférico a los modelos y teoría económica, mientras que el capital humano se ha convertido, junto con el progreso técnico, en los dos factores clave del crecimiento económico. Lo reconoce la academia y la experiencia lo hace evidente. ¿Entonces?

Hasta que no se trate, y no deja de ser triste decirlo, al capital humano de una forma equivalente a la atención, cuidado y apoyo que recibe el capital monetario, no iremos bien. No deja de ser penoso que el «dinero» reciba más atención, sea más valorado en definitiva, que las personas. Pero esta penosidad se convierte en una contradicción inasimilable cuando encima acontece que estas personas, en términos de capital humano, son decisivas para el crecimiento económico.

Ahora con el programa de reconstrucción con dinero de Europa, está la gran oportunidad de cambiar esta situación. Hay que ver si se aprovecha.

 Cargando ...