Política catalana: la alternativa del eterno retorno o cómo dar vueltas sin moverse del sitio

Se dice que la cultura griega tenía una visión circular de la historia. Se recorría siempre el mismo camino y la perfección consistía en hacerlo bien. Fue el judaísmo y sobre todo el cristianismo que, con su visión mesiánica de la historia, rompió la circularidad del pensamiento e introdujo la idea de progreso, hoy tan dañada. El paso del tiempo debía comportar necesariamente una mejora.

Los grupos y partidos que se mueven en torno a la idea de presentar una alternativa catalana al independentismo y que fracasaron en las anteriores elecciones por incomparecencia o por malos resultados, parecen anclados en la visión griega de la historia, porque ahora vuelven a presentar el horizonte electoral situado en las elecciones municipales y repitiendo exactamente las mismas ideas que les llevaron al fracaso. Las recientes declaraciones de David Bonvehí en La Vanguardia (24 de abril) son un buen ejemplo de lo que hace inviable una alternativa.

  1. En lugar de buscar incorporar gente nueva, se mueven con los mismos de siempre. En el caso del PDeCAT, el partido de Bonvehí, con la recuperación de figuras del pasado, como Artur Mas y Joana Ortega. Pero esta no es la cuestión más importante, porque el retorno de personas de valía (no es el caso de Artur Mas, causante del desastre) siempre puede ser positivo, sino aquellas otras cuestiones que hacen imposible hacer fuego nuevo.
  2. Una de ellas es considerarse cada formación el eje sobre el que deben girar las otras, y cada una cree que tiene motivos incuestionables para que sea así. Bonvehi lo decía con toda inocencia: «estamos dispuestos a liderar una alternativa a Ada Colau. Será el primer gran reto para el espacio central que construíamos«, ampliar este partido con diversas sensibilidades y formaciones. Ciertamente alguien debe liderar y llevar la voz cantante, pero antes se debe demostrar, con capacidad de movilización y con hechos, que este liderazgo es real porque es evidente que los resultados de las últimas elecciones no lo hicieron patente.
  3. La cuestión de la independencia. Difícilmente se puede construir una alternativa al independentismo desde un independentismo soft. Una cosa es aspirar al máximo autogobierno de Cataluña, y otra es mantener la bandera del independentismo. Cuando Bonvehí afirma que hay que «mantener buenas relaciones y sumar todo lo que se pueda » está introduciendo un elemento de confusión importante porque no se puede ser alternativa a una realidad a la que no descarta sumarse.

Hay en todo ello una falta de capacidad para hacer nacer una alternativa catalana nueva a la altura de la tercera década del siglo XXI, en lugar de repetir una y otra vez los conceptos del pasado.

Cuando los catalanismo nació, fue después de haber construido un proyecto cultural que el catalanismo de hoy no tiene, y sin tomar como referencia nada de los partidos políticos precedentes, ni siquiera aquellos de los que surgirían personas que después engrosaban el catalanismo: federalistas, conservadores, polaviejistas, tradicionalistas. Todos fueron a las nuevas formaciones catalanistas, guiados por una concepción que poco tenía que ver con sus antecesores políticos .Y eso es lo que hoy se echa de menos: proyecto cultural y nueva propuesta política.

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