Expertos de reconocida solvencia internacional, como el ex asesor de Obama y ex director del sistema de salud de la OMS, Rafael Bengoa, reclaman un confinamiento total de 3 o 4 semanas. Necesidad esta, a la que nosotros añadiríamos y que debería estar acompañada de las indemnizaciones correspondientes por el lucro cesante que provocaran.
En todo caso los índices a estas alturas están fuera de madre. Los casos acumulados en los últimos 14 días por 100.000 habitantes en España superan entre 10 y 20 veces el límite que no debería traspasar de 50 casos. Para concretarlo en Cataluña, Tarragona está con 629,8 casos, Barcelona con 557.9, Girona con 532 y Lleida con 470,9 casos. Las situaciones más extremas se dan en Badajoz y Ciudad Real con 1.226,2 y 1.041,8 casos, respectivamente. Madrid está ya con 632,7.
Y todo esto sucede cuando parece que la variante británica ha comenzado a correr entre nosotros, pero es todavía muy poco significativa, si bien por su capacidad de contagio se puede disparar rápidamente. Su impacto ha comportado que el Reino Unido ya tenga la mayor tasa de mortalidad del mundo con 16,55 personas por millón de habitante. Si bien España la supera si se considera, no la cifra oficial, sino el exceso de mortalidad. Más de 80.000 muertos en nuestro caso, por 90.000 en el Reino Unido, con una población mucho mayor que la española. En este punto hay que poner de manifiesto que España es de los países desarrollados que presenta una mayor diferencia entre los datos oficiales de mortalidad por Covid-19 y el exceso de muertes registrados. También es preocupante el índice de positivos del 17,39%. Los epidemiólogos consideran que por encima del 10% la situación está descontrolada.
Volviendo a Cataluña, el problema grave también se sitúa en el ámbito sanitario. Girona es de todas las provincias de España la que presenta un mayor nivel de saturación de las UCI, porque están ocupadas en un 50% por enfermos de Covid-19, seguida de Ciudad Real con el 42,6%. Y en relación a las plazas hospitalarias en general, Barcelona junto con Formentera es donde hay una presión más elevada. La diferencia sustancial es que Formentera tiene una dimensión sanitaria mínima, y la de Barcelona es de las más grandes de España y, en consecuencia, el problema se multiplica.
En este contexto tres referencias concretas no ayudan a tranquilizar el panorama:
Una es la lentitud en la vacunación ya pesar de este hecho, la escasa disponibilidad de vacunas que tiene España. Es un doble déficit que nos recuerda la primera ola, con la falta de materiales básicos para protegernos. Si el gobierno español no multiplica la capacidad de distribuir vacunas se puede producir una grave crisis social porque es evidente que otros países lo están resolviendo: bien fuera de la UE, como el Reino Unido, Israel o los Emiratos Árabes, bien dentro de la UE, como Alemania, que ya ha iniciado gestiones por su cuenta para conseguir más vacunas. También puede representar un golpe demoledor para la UE después de haber presentado unas perspectivas tan favorables. Habrá que ver cómo se resuelve esta situación.
La segunda consideración es que los datos que se facilitan crean más desconfianzas que certezas, como es el caso de la última encuesta del Departamento de Salud que señala que el 56% de de contagios se producen en el hogar. Es una obviedad que no dice nada. Uno se contagia fuera, volviendo a casa, y embadurna el resto de la familia. Esta referencia tiene poco valor operativo si no señala con precisión cuáles son los principales focos de contagio fuera de casa. Y por este lado es por donde llora la criatura, porque sólo un 14,2% se dan en reuniones sociales, es decir, en bares, restaurantes y actividades de este tipo.
No está claro que si esta cifra es exacta justifique el destrozo económico que se está produciendo en estos momentos. La imprecisión de las reuniones sociales es grande: ¿son grandes superficies, son gimnasios, es hotelería? Pero además llama la atención que no aparecen los medios de transporte como un factor de contagio, ni siquiera en un miserable 1%. Sólo un 7,5% se hacen en el ámbito laboral y un 11,1% en encuentros y comidas familiares y de amigos no convivientes. El resultado es que esta encuesta no sirve para otra cosa que decir la obviedad que formula el epidemiólogo Jacobo Mendioroz: » la actividad social es el principal foco de transmisión evitable» . Como se dice en castellano: «para este viaje no son necesarias alforjas».
Por otro lado día a día se constata la debilidad de los sistemas de control de las personas enfermas, que son atendidas por teléfono, a quienes se les indica que hagan una determinada cuarentena, y que cuando deje de tener síntomas ya pueden hacer su vida normal, sin hacer ningún tipo de control por PCR. En otros casos son diagnosticados como gripe y son los mismos interesados, pagándolo de su bolsillo, que haciéndose una PCR dan positivo.
La conclusión es que a pesar de los meses transcurridos, el sistema de rastreo de los infectados y de control de las cuarentenas sigue sin funcionar bien, y esto explica la facilidad con la que se propaga la Covid-19.
Y todavía queda una última consideración. Es una evidencia que las escuelas son muy seguras, sólo un 5,2% de los contagios se han producido en el ámbito escolar, hay que apuntar que la tendencia de grupos de alumnos confinados se ha disparado en los últimos días, por lo que en 24 horas pasó de 670 grupos a 1.057. Son pocos, considerando el total de alumnos y grupos, pero hay que vigilar si esta tendencia explosiva es flor de un día o se confirma.
En este contexto querer celebrar elecciones es aventurarse a una deserción en masa y a una multiplicación de los casos de Covid 19, eso, si mucho antes el gobierno español, a pesar de que resiste como gato boca arriba, no acaba viéndose en la obligación de decretar el confinamiento total.
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