La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, abrió la caja de los truenos con sus declaraciones en Radio Cable al señalar que la Moncloa y el ministerio de Sanidad impidieron que diera a conocer la guía de prevención sobre la covid que tenía terminada el 4 de marzo, porque consideraban que sólo hacía que generar alarma.
La cronología de los hechos es la siguiente. En esa fecha de marzo el ministerio de Trabajo envió la guía de prevención al considerar que la situación italiana pedía adoptar medidas. Cabe recordar que en ese momento en Italia la covid ya hacía estragos y era lógico presuponer, como hizo Díaz, que España no tardaría en seguir el mismo camino. El 5 de marzo la Moncloa, en la voz de la secretaría de Estado de Comunicación, desautorizó al ministerio de Trabajo destacando que las indicaciones sanitarias corresponden sólo al ministerio de Sanidad que, entonces, tenía como máximo responsable a Salvador Illa, quien naturalmente compartía la posición de Sánchez de que no era necesario adoptar ninguna medida para prevenir el aumento de la covid.
Pero, es que, la propia Díaz, que ahora reivindica su carácter precursor y el hecho de que no le hicieran caso, el mismo día 5 después de la desautorización de la Moncloa asumió la orden de no hacer circular la guía de prevención, aunque hizo observar que no era para crear alarmismo.
De acuerdo con las cifras del exceso de mortalidad actualizadas, los fallecidos ya ascienden a cerca de 100.000, y oficialmente como directamente fallecidos por covid con certificado hay 88.122 (2 de diciembre). A este hecho terrible hay que añadir las decenas de miles de personas afectadas por la covid persistente y los daños económicos y sociales a personas y empresas.
Necesitamos una comisión especial del Congreso de los Diputados que, con luz y taquígrafo, examine los hechos, muertes, consecuencias o causas, identifique responsabilidades y sobre todo determine medidas de cara al futuro, que puedan evitar e incurrir en los mismos problemas. Recordemos que en verano de 2020 Sánchez, con gran irresponsabilidad, salió declarando la nueva normalidad. La puerta que se abrió después ha dado lugar a otras seis olas. Pero, es que no hace falta ir tan lejos, ahora mismo el gobierno nos prometía un Fin de Año feliz y ahora tenemos el temor en el cuerpo.
Todo esto es fruto del aventurismo político y la improvisación, que no sería posible si se hubiera llevado a cabo un examen de todo lo ocurrido y de los errores que multiplicaron los daños.
Las declaraciones de Díaz deberían servir, al menos, para que el Congreso de los Diputados se pusiera las pilas.