Pero, a pesar de que haya un riesgo controlado, ¿por qué incurrir en él? La respuesta es muy concreta: porque el daño económico del confinamiento es muy grande, cuanto más crezca, más dolorosa será la recuperación posterior.
Según el IFO Institute (Instituto de Investigación Económica de Múnich), cada semana de parálisis económica le cuesta a España entre 10.000 M y 20.000 M (equivalente a entre 0,8 y 1,6 puntos porcentuales sobre el PIB). Si la actividad económica se paraliza durante 2 meses, el impacto negativo sería de entre 101.000 M y 171.000 M (equivalente a entre 8,1 y 13,8 puntos porcentuales sobre el PIB). Si el paro económico fuera de 3 meses, entonces el impacto negativo sería de entre 141.000 M y 250.000 M (equivalente a entre 11,3 y 20,0 puntos porcentuales sobre el PIB).
Según Goldman Sachs, se prevé una caída en 2020 del 9,7% del PIB español. Con un incremento del déficit del 10%, un incremento de la deuda pública de hasta el 120% del PIB y una tasa de paro del 15% (hoy 13,6%). Este es el impacto evaluado para el conjunto español. Pero en Cataluña, donde la industria del automóvil, el turismo, la hostelería y restauración y las PYME y autónomos tienen un gran peso, el impacto podría ser ligeramente superior.
Por ejemplo, el sector hostelero con datos en toda España hasta mayo, que ya se da por perdido, considera que verá reducida su producción en un 40%, afectando a 300.000 puestos de trabajo y 140.000 empresas, y se necesitarán 16.000 millones de financiación. Pero, al mismo tiempo, el estado dejará de ingresar del sector 5.000 millones de euros.
Hay que considerar, además, que el confinamiento español, incluso después de las medidas de alivio parcial por razones de trabajo, es de los más duros de Europa, dado que no permiten salir a correr o a caminar, ni sacar a los niños a la calle.
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