En Cataluña me da la impresión de que cada vez más se le puede aplicar aquello de «Entre todos la Mataron y ella sola se murió». Hace varios años que es perceptible la pérdida de peso específico de Cataluña en el conjunto de España. Y ni que decir el incremento de las diferencias entre Madrid y Barcelona, en beneficio de Madrid.
El coronavirus golpea desde hace meses a todos, y seguirá, aunque hay territorios que recibirán más que otros en el aspecto económico. Aquellos que dependen mucho del turismo sufrirán un mayor impacto, entre ellos Cataluña.
Ahora se suma el cierre de las plantas de Nissan en Cataluña. Pérdida de 3.000 puestos de trabajo directos y unas cinco veces más de indirectos. Una reducción sustancial del PIB. Está en peligro que España siga siendo la segunda potencia productora europea de coches y la novena mundial.
Los directivos de Nissan han justificado el cierre con el reparto de zonas geográficas de la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi, las pérdidas de los últimos años y la necesidad de reducción de la producción. Seguramente será cierto, pero hay que cuestionarse también porque han decidido cerrar estas plantas de Barcelona en lugar de otras, como la que Nissan tiene en el Reino Unido, a pesar del Brexit. Esto debe llevar a la reflexión, no sólo por el caso de Nissan, sino sobre la globalidad del mundo industrial. Entre otras cosas, tener claro si hacemos de Cataluña el marco atractivo para las industrias existentes y para nuevas inversiones, especialmente de las grandes empresas multinacionales.
Cualquiera puede recordar cuando Artur Mas fue elegido presidente de la Generalitat en el año 2010. En su discurso señaló que sería un gobierno «business friendly» ¿Se puede considerar aplicable esta característica tanto a su Gobierno como a los posteriores?
Un distintivo histórico de los catalanes era el sentido emprendedor ¿Sigue siendo la sociedad catalana en su conjunto promotora de iniciativas empresariales o lo que quieren la mayoría de los jóvenes es ser funcionarios?
Pasando a la política más reciente. Al margen del criterio que se tenga en relación con la posible independencia de Cataluña, ¿alguien cree que los últimos años llenos de manifestaciones, protestas, en todas partes lazos amarillos y banderas mostrando indignación y queja, gobiernos y parlamento que vulneran las leyes de manera sistemática, un estado de tensión permanente, propaganda internacional contra España, medios de comunicación monotemáticos sobre el asunto … ayudan a hacer tu propio territorio atractivo para las empresas?
A nivel de Barcelona ¿El Gobierno municipal es favorable al mundo empresarial? Al contrario, se muestra hostil desde los hoteles hasta las fábricas. Y ni que decir en relación a la industria del automóvil. La número 2 En Comú Podem en el Ayuntamiento, Janet Sanz, declaró hace unos meses que mejor que la planta de Nissan ya no volviera a funcionar como tal. Y la política «anticoche» del Ayuntamiento es extrema, habiendo liquidado carriles de circulación y lugares de aparcamiento por todas partes.
Si se pasa al Gobierno central está claro que tampoco forma parte de sus prioridades favorecer a las empresas. Quizás sí la ministra Calviño , pero no de sus socios de Podemos, que parecen pesar mucho más ¿A quién se le puede ocurrir, y más pactando con Bildu, la derogación total de la Reforma Laboral? ¿O los anuncios de aumento de impuestos? ¿O hablar de nacionalizaciones?
No parece, por tanto, que se ponga fácil a los Consejos de Administración de las grandes multinacionales que vengan o se queden aquí.
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