Panorama demográfico: Una natalidad en declive
España afronta una preocupante disminución en su tasa de natalidad. En febrero de 2025, se registraron 24.136 nacimientos, lo que representa una caída del 2,83% respecto al mismo mes del año anterior. Este descenso se enmarca en una tendencia sostenida en la última década, con una reducción del 23% en los nacimientos de febrero desde 2015. En el acumulado de enero y febrero de 2025, se contabilizaron 51.306 nacimientos, la cifra más baja para este período desde 2016.
A pesar de esta disminución, la población total de España ha aumentado, situándose en 49.077.984 habitantes a 1 de enero de 2025. Este crecimiento se debe principalmente a la inmigración, con un aumento significativo de personas en edad laboral y reproductiva, lo que ha contribuido a un ligero incremento en los nacimientos el 2024, el primero en una década.
Cada vez el porcentaje de los hijos nacidos de madre extranjera es mayor. El grupo más prolífico es el de las mujeres musulmanas con más de 3 hijos por mujer mientras que la media española, que incorpora, por tanto, también a las madres extranjeras, es de tan solo 1,12, lo que significa que las mujeres españolas difícilmente deben llegar a un hijo por mujer, lo que equivale a que cada pareja tiene una natalidad que reduce su número a la mitad.
Políticas familiares insuficientes
Al tiempo que esto sucede, España se encuentra en la cola de Europa en cuanto a ayudas a las familias. Solo invierte el 1,3% de su PIB en prestaciones familiares, lejos de la media europea del 2,2%. Países como Francia y Dinamarca destinan el 2,4%.
Esta falta de apoyo se refleja en la tasa de fertilidad, que en 2023 fue de 1,12 hijos por mujer, solo por encima de Malta en la Unión Europea. Además, la pobreza infantil afecta al 34,5% de los niños españoles, la segunda mayor tasa de la UE.
Con esta perspectiva y al margen de otras razones de carácter cultural y moral que también pesan mucho, resulta disuasorio tener hijos.
Es más si se considera que la presión fiscal ha aumentado en España un 30% entre 2015 y 2024, por aumentos de la administración y por efecto de la inflación, dado que el Gobierno Sánchez decidió no actualizar el IRPF para moderar la depredación recaudatoria causada por la inflación que hace que las rentas salten a tipos de tributo más altos aunque en términos reales de poder adquisitivo no se produzca aumento de los ingresos. Este hecho castiga más que proporcionalmente a las rentas inferiores, que son la mayoría, y a las familias con hijos, porque las reducciones fiscales por esta causa son francamente exiguas.
El gobierno considera que es la Inmigración y no la natalidad el pilar del estado del bienestar
El Gobierno, a través de la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, ha señalado que la inmigración es fundamental para sostener el estado del bienestar. En marzo de 2025, se registraron 2.921.205 trabajadores extranjeros afiliados a la Seguridad Social, representando el 13,69% del total de ocupados y más del 41% del empleo creado en el último año.
Sin embargo, esta dependencia de la inmigración plantea desafíos. Muchos de los empleos ocupados por inmigrantes se concentran en sectores de baja productividad, como la hostelería y la agricultura, lo que está limitando el crecimiento de la renta per cápita a pesar del aumento del PIB.
Desafíos sociales y económicos
La creciente población inmigrante ha generado tensiones en algunas comunidades, especialmente en áreas con recursos limitados. Además, la concentración de inmigrantes en trabajos de baja calificación puede agravar las desigualdades y dificultar la integración social, pues no existen recursos públicos suficientes para este fin.
Por otra parte, la falta de políticas efectivas para apoyar a las familias y combatir la pobreza infantil perpetúa un ciclo de desigualdad que afecta al desarrollo económico y social del país. Según el Consejo Económico y Social, la pobreza infantil podría reducir el PIB en un 5% si no se aborda adecuadamente.
El futuro
España se enfrenta a un complejo desafío demográfico y social. La combinación de una baja natalidad, políticas familiares insuficientes y una creciente dependencia de la inmigración para sostener el estado del bienestar requiere una respuesta integral, que no existe.
Peor: el gobierno huye de esta respuesta, posiblemente a causa de su sesgo ideológico poco amigable, digámoslo así, con la maternidad y la familia, consecuencia de su adscripción a la perspectiva de género, que ve a esta institución como “sospechosa” de contribuir al patriarcado.
Es esencial implementar políticas que apoyen a las familias, fomenten la natalidad y faciliten la integración de los inmigrantes, garantizando así un desarrollo económico y social sostenible.
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