El proceso dio notoriedad a un concepto, el de estructuras de estado. Era básico disponer de este tipo de estructura. Pues bien, tenemos una, seguramente la más importante, la de la policía autonómica, que la política está destruyendo y degradando, precisamente cuando sobre Cataluña se ciernen más desafíos de seguridad, desde la extensión del negocio de la marihuana al asentamiento de las mafias de otros países, pasando por los problemas de Barcelona, el aumento de la violencia mortal y la violencia sexual.
Los Mossos viven desde hace tiempo una importante crisis interna, que ahora ha estallado en un grado preocupante, ocasionada por los intereses e intromisiones políticas. Una buena policía es aquella que está blindada de la política de los partidos y éste no es el caso de los Mossos. Esta circunstancia, que siempre ha planeado sobre el cuerpo, ahora en manos absolutamente de ERC, actúa de forma desatada.
El problema actual comienza con la liquidación, incluso con características humillantes, de su primer comisario mayor, Josep Lluís Trapero. Pese a sus cualidades y reconocimiento dentro del mismo cuerpo, el hecho de que hubiera declarado que si los jueces hubiesen ordenado la detención del consejo ejecutivo, habría obedecido la orden, le ocasionó el odio profundo de quienes gobiernan.
A partir de ahí las cosas han ido de mal en peor y ahora culminan en un escenario aberrante. Sallent, que es el número dos de los Mossos, asumirá provisionalmente el mando hasta Navidad y de esta forma se defenestrará el actual y reciente comisario mayor, Josep Maria Estela.
La intromisión política ha hecho imposible que Estela ejerciera en plenitud su mando. No ha conseguido designar a su equipo de comisarios en la dirección, no puede dirigir la política de comunicación y su incompatibilidad con su segundo, el comisario Sallent, no ha querido estar resuelta por el conseller de Interior, quien ha considerado que este comisario es intocable.
Las dificultades en el día a día para desempeñar su función se han multiplicado ya través del procedimiento burocrático que controla el departamento, se han dificultado todo tipo de nuevas incorporaciones que Estela solicitaba.
Pero, ¿por qué Sallent, que ya ha ejercido de comisario mayor, asumirá el cargo sólo hasta Navidad? Pues, porque Elena, el conseller que ha hecho bandera de la feminización del cuerpo, quiere que el nuevo comisario mayor sea una mujer, por lo que hay que esperar a que haya una comisaria mujer en condiciones de asumir el cargo. Ahora se han elegido 6 nuevos comisarios de los que 4 son mujeres y 2 hombres. Y en esta selección ya planea un elemento importante de discriminación contra los varones. Se presentaron 29 hombres y 5 mujeres, y de éstos se eligieron 10, según el tribunal, por calificaciones y currículos y de estos 10 se han elegido 4 mujeres y sólo 2 hombres, aunque éstos eran mucho más numerosos.
Ahora lo que Elena quiere es que una de estas nuevas comisarias ocupe el máximo puesto de mando de los mossos. Pero esto no será posible hasta diciembre y de ahí ese puente provisional que será Sallent para liquidar ahora mismo a Josep Maria Estela. Con este procedimiento el nuevo jefe de los Mossos no será una persona de experimentada trayectoria, sino una promoción acelerada de una mujer que en pocos meses habrá pasado primero a ser comisaria y a continuación comisaria mayor.
Este tipo de procedimientos marcados por la política contribuyen también a deteriorar el cuerpo de la policía catalana. En todo este procedimiento la duda radica en si Josep Maria Estela presentará la dimisión por voluntad propia, y de esta forma aligerará la tensión, o bien se mantendrá en el cargo y esperará a que lo cesen.
En cualquier caso, un ejemplo más de cómo la mala política está destruyendo los aspectos fundamentales de nuestro país.