El Ministerio de Igualdad de Género, que dirige Irene Montero, ha presentado una encuesta sobre la violencia de género que ofrece, sin el menor pudor, unos resultados insostenibles en el marco de una metodología deliberadamente confusa.
De acuerdo con esta encuesta, 11,6 millones de españolas han sido víctimas de agresiones sexuales de naturaleza muy diversa, pero que se califican dentro de este mismo epígrafe en el que tanto vale una violación como la indiferencia en el trato, según la encuestada, por parte de su pareja. En el fondo, querer inflar tanto las cifras consigue difuminar los delitos realmente graves.
¿Por qué la encuesta es inconsistente? Porque otras fuentes que no están dirigidas ideológicamente señalan reiteradamente resultados muy diferentes. Una de estas fuentes es el barómetro trimestral del CIS sobre cuáles son los problemas que considera importantes la población española. La ventaja de este conjunto de datos es el amplio periodo de la serie, de muchos años, que hace posible por tanto seguir la evolución en el tiempo y la consistencia en los resultados.
En la última encuesta, la del mes de julio, sólo el 0,1% de los encuestados señalaba la violencia de género como primer problema, otro 0,1% como segundo, y un 0,2% como tercero. La agrupación de estas tres cifras sobre cuáles son los tres problemas más graves para cada encuestado otorga un 0,4%, lo que le sitúa entre los últimos cuatro puestos de la larga lista de problemas sobre los que pregunta la encuesta. Para situar unas referencias: el primer lugar como problema es el paro con un 34,6%, el segundo la crisis económica y los problemas de esta índole con un 29,3%, el tercero el coronavirus con un 28,4 %, el cuarto la sanidad con un 15,7%, y el quinto la situación política, la falta de acuerdos, la inestabilidad, con un 13%. Las distancias con el 0,4 de la violencia de género son muy grandes.
Pero es que si además pasamos de proporciones a cifras absolutas, el contraste con los resultados de la encuesta es aún mayor. El 0,4% sobre el total de la población femenina representa sólo 96.000 personas que consideran que la violencia de género es una de sus tres primeras preocupaciones. Y si lo reducimos a la población más afectada, las mujeres de 18 años y más, el número como es lógico todavía es más reducido y se sitúa en las 70.000 personas que tienen este tipo de preocupación. La pregunta es evidente: ¿cómo es posible que haya más de 11,5 millones de mujeres «víctimas» de agresiones sexuales, y menos de 100.000, cuando son interrogadas por el CIS, manifiesten que esta agresión constituye uno de los principales problemas (el primero, segundo o tercero)? Las cifras que presenta el Ministerio de Igualdad no hacen sino instrumentalizar una encuesta, lo que por otra parte no tiene nada de sorprendente. El problema de este tipo de procedimientos se hace patente cuando existen otras fuentes, como es el caso, con el que comparar las cifras.
Si se analiza el contenido de la encuesta, se percibe cómo se consigue multiplicar la cifra de «agresiones».
Por ejemplo: hay una pregunta que pide si se considera que la pareja la trata con indiferencia. Si la mujer responde que «sí» ya tenemos un caso de agresión. O si la pareja sospecha que le ha sido infiel, tenemos otro caso de agresión. O si le ha pedido dinero para el hogar y le dijo que «no», otra agresión más. Y así se podría ir multiplicando la casuística. Sería interesante que el mismo cuestionario al que han respondido las mujeres para llevar a cabo la encuesta lo contestara la ministra para saber cuántas situaciones de violencia ha soportado o soporta, porque seguro que, con un cuestionario como este, difícilmente se escapa ningún hombre. Ni un hombre queda libre de pecado. Pero, a diferencia de la iglesia, que los califica de veniales y mortales, para Irene Montero todos son de gravedad extrema.
Otra forma de ver la inconsistencia es contemplar cómo el 30% de las mujeres que responden la encuesta aseguran que el hecho no tuvo importancia, o bien otro 15% que afirma que desconocía que aquello era violento. Y usted se preguntará: ¿cómo es posible que una mujer desconozca que una agresión sexual sea un hecho violento? ¿Un 15% de mujeres tienen tanta insensibilidad? Es evidente que no, lo que pasa es que la encuesta puede contabilizar como violencia una mirada lasciva yendo por la calle o una discusión con el marido. Otro 22% considera que no lo ha mencionado nunca porque cuando pasó eran otros tiempos, y todavía hay un 5% más que afirma que esta situación de violencia le ha pasado en otro país, aunque la encuesta lo contabiliza como si hubiera pasado en España.
Debería estar prohibido que hubiera un abuso tan descarado de la manipulación de la opinión por parte del gobierno para apoyar sus políticas y, en el caso de Irene Montero, para ocupar un ministerio para el que aún debe demostrar que sirve.
Según la encuesta, 11,6 millones de españolas han sido víctimas de agresiones sexuales de naturaleza muy diversa Share on X