Los principios innegociables

Benedicto XVI durante su papado habló varias veces de “los principios innegociables”. Lo hizo también en 2006 en unas jornadas sobre Europa organizadas por el Partido Popular europeo donde fue invitado a hacer un discurso. Allí el Papa remarcó que “estos principios no son verdades de fe, aunque reciban de la fe una nueva luz y confirmación. Están inscritos en la misma naturaleza humana y, por lo tanto, son comunes a toda la humanidad. La acción de la Iglesia en su promoción no es, pues, de carácter confesional, sino que se dirige a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa.”

El Papa Benedicto resumió así estos principios innegociables y universales:

“— protección de la vida en todas sus etapas, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural;
— reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, y su defensa contra los intentos de equipararla jurídicamente a formas radicalmente diferentes de unión que, en realidad, la dañan y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su irreemplazable papel social;
— protección del derecho de los padres a educar a sus hijos.”

Evidentemente, estos no son los únicos principios que desde la perspectiva católica tienen que regir la actuación de los gobiernos. La doctrina social de la Iglesia alcanza todos los ámbitos del bien común. Pero que un hombre sabio como Benedicto XVI recordara estos tres principios innegociables a los diputados del grupo popular europeo, supuestos herederos de la antigua democracia cristiana que forjó lo que hoy es la Unión Europea, ya nos indica claramente por donde flaquean estos gobernantes.

Refiriéndonos más concretamente a España y empezando por el derecho a la vida, cada una de las leyes del aborto aprobadas por el PSOE mientras gobernaba han sido mantenidas por el Partido Popular cuando este ha tenido la mayoría. Tal como ya se ha manifestado Núñez Feijoo, y si de su partido depende, pinta que todo va a continuar igual en un futuro si se aprueba la propuesta de ley actualmente en tramitación.

En este ámbito España ostenta un escándalo sin precedentes en Europa: 12 años después de su interposición continúa en el cajón sin resolverse el recurso de inconstitucionalidad contra de la ley del año 2010 denominada de “Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, un título que es todo un homenaje a la manipulación del lenguaje. Esta ley contradice abiertamente la doctrina de la anterior sentencia del Tribunal Constitucional de 11 de abril de 1985, que establecía que “el Estado tiene la obligación de garantizar la vida, incluida la del nasciturus, (artículo 15 de la Constitución), mediante un sistema legal que suponga una protección efectiva.”

Sobre el matrimonio y la familia, también se han mantenido las reformas legislativas de la época de Zapatero que persiguen facilitar al máximo la disolución del vínculo conyugal (divorcio exprés) en perjuicio de la estabilidad familiar, y desnaturalizar el vínculo conyugal incluyendo en el concepto legal de matrimonio la unión de parejas del mismo sexo. Cuestión, esta última, estrictamente ideológica dado que si de lo que se trataba era de otorgar los mismos derechos a las uniones de parejas homosexuales, esto se podía hacer sin necesidad de incluirlas en el matrimonio. Haciéndolo se trastoca la naturaleza de una institución universal y milenaria y se la desvincula de su finalidad procreadora.

En cuanto al derecho de los padres a educar a los hijos, el «no podemos pensar de ninguna manera que los hijos pertenecen a los padres» no fue un desliz de la anterior ministra de Educación, sino un principio político que la ley española y el gobierno de la Generalitat se preocupan de ir aplicando obstinadamente. Hoy la Generalitat se ha convertido en una máquina de fagocitar escuelas concertadas. Cada absorción se presenta como un avance y una victoria. Pero un país con mayoría de escuelas públicas y con escuelas de iniciativa social solo para los más ricos es un país menos libre y democrático.

La propia patria potestad de madres y padres es objeto de una grave erosión por las nuevas leyes que tiene previsto aprobar la actual mayoría parlamentaria española. Las adolescentes de 16 años, que necesitan una autorización materna o paterna para salir un día de excursión con su instituto, podrán abortar o hacer una operación de cambio de sexo sin conocimiento ni consentimiento de sus padres.

El derrumbe moral de nuestra clase política, por mucho que responda a razones y causas identificables, no deja de tener algo de misterioso. Igualmente, cuesta mucho de entender la carencia de anticuerpos en la sociedad ante estas epidemias ideológicas que destruyen sus fundamentos. En el caso de Cataluña los partidos que defienden la independencia política reman a favor de estos cambios legislativos que aceleran todavía más el hundimiento de la natalidad catalana, que amenaza la subsistencia de la singularidad de Cataluña como nación cultural y lingüística.

Para acabar de remachar el clavo, el progresismo woke etiqueta automáticamente como ultra, extremista o fóbico a toda persona, corriente ideológica o partido que osa salir del marco mental políticamente correcto, para cancelarlo social o políticamente. Hoy está muy mal visto defender aquello que nos ha permitido subsistir y avanzar como civilización: cosas tan “carcas” como el matrimonio entre un hombre y una mujer, la natalidad, la obviedad que nacemos hombres o mujeres, o que la vida es el derecho primero y fundamental sin el cual no hay ningún otro.

Si estáis convencidos de la necesidad de mantener estos principios innegociables y os dicen que esto hoy solo lo defiende VOX, Meloni o Orbán, les podéis contestar que estos principios eran los de nuestros abuelos y de las generaciones anteriores, de los cuales hemos heredado todo lo que somos y tenemos. Con los nuevos principios de hoy, no está nada claro que podremos transmitir a nuestros hijos y nietos.

Publicado en el Diari de Girona el 21 de noviembre de 2022

 

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