Emmanuel Macron demuestra tener chispas de sentido común, pero es incapaz de articular una gran estrategia francesa para con Ucrania y el conflicto con Rusia que está arrastrando a Europa entera.
Éste es el posicionamiento de numerosos académicos franceses como Emmanuel Todd, añorados de la independencia geopolítica gala promovida por Charles de Gaulle.
Si bien a menudo se critica a Francia por confundir intereses europeos con su propia agenda nacional, la irrelevancia política que afecta a París en el conflicto ruso-ucraniano supone una pérdida para la Unión Europea en su conjunto.
Y es que el presidente Macron, como hace en tantos aspectos de la política interior francesa, envía señales contradictorias sin cesar. Un estilo de gobierno que en Francia ha recibido incluso un nombre propio: el “même temps” (“al mismo tiempo” o “ahora bien”).
No hay que olvidar que fue Macron el último líder europeo en entrevistarse con el presidente ruso Vladimir Putin antes de que éste lanzara su ofensiva contra Ucrania a finales de febrero de 2022. Incluso después de iniciada la guerra, el líder francés ha insistido en mantener los canales de comunicación con el Kremlin abiertos, subrayando la necesidad de que Rusia obtenga «garantías de seguridad».
Además, el apoyo francés al esfuerzo bélico de Kiev es muy pequeño teniendo en cuenta las capacidades militares y el PIB franceses. De hecho, el tan criticado papel de la Alemania de Olaf Scholz duplica en términos financieros la ayuda que Francia ha enviado a Ucrania.
El esfuerzo total francés se ha limitado hasta ahora a 1.400 millones de dólares combinando ayuda militar, financiera y humanitaria. Por el contrario, Polonia ha dedicado una cantidad superior tan solo en el terreno de la ayuda armada.
Macron tampoco ha demostrado tener ninguna prisa por encontrarse con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky durante el reciente tour europeo que este último hizo a principios de febrero. De hecho, su venida a París fue confirmada por el Palacio del Elíseo en el último momento.
Por su parte, Macron se ha sumado a la retórica bélica contra Moscú. En su discurso de año nuevo de 2023, por ejemplo, el presidente francés prometió a los ucranianos “ayudarles hasta la victoria”. Durante la visita de Zelensky, publicó en Twitter un mensaje que rezaba: «hacia la victoria, hacia la paz, hacia Europa».
Además, Macron también ha entregado valiosas piezas militares con cierto carácter ofensivo en Ucrania, como los cañones móviles Ceasar (una importante arma que escasea en las propias fuerzas armadas francesas) o los blindados de reconocimiento AMX-10. Junto con Italia, Francia ha anunciado entregar un sistema de defensa aérea MAMBA y ha dejado la puerta abierta a entrenar a pilotos de combate ucranianos.
En resumen, una de cal y otra de arena como dice el dicho castellano que tan bien parece aplicarse a Macron.
El problema es que la suma de todas las decisiones y gesticulaciones de Macron es inconclusiva no solo para Francia, sino también para toda Europa, teniendo en cuenta que París sigue siendo la principal potencia militar del continente, la segunda economía europea y el principal actor político internacional de la UE.
En vez de permitir al Viejo Continente articular la defensa de sus intereses, la incoherencia y falta de liderazgo de Francia han contribuido a dejar Europa en manos de lo que decidan los Estados Unidos .
Washington cuenta además con Polonia y Países Bálticos como punta de lanza contra Rusia, y con una opinión pública muy receptiva al discurso contra el agresor. Esta combinación ha sido más que suficiente para desarticular la postura tradicional de Alemania, que de todas formas en el campo geopolítico ha sido tradicionalmente un enano.
Ante este panorama, tan solo el peso de Francia podría intentar promover una visión diferente del conflicto en Ucrania, más acorde con las realidades económicas, geográficas y sociales de Europa. En coherencia con éstas, Francia pudo priorizar el diálogo entre ambos bandos y la preservación de Ucrania por delante de una reconquista militar a ultranza que sigue alargando la guerra, aumentado la destrucción del país y costando muy caro a Europa entera.