La moción de censura que terminó derribando a Mariano Rajoy en 2018, Sánchez la preparaba desde el año 2016. Este hecho se deduce del libro de Carles Puigdemont «M’explico. De la investidura a l’exili (2016-17)», donde narra detalladamente con la ayuda de las notas que había ido tomando en sus libretas, su visión de cómo fue la última y terminal fase del procés. En él se puede leer la discusión que tuvo con el cardenal Omella, porque consideró que le trataba sin la consideración debida, o la presunta intervención de Antoni Puigvert, que le mandó un mensaje afirmando que era mensajero de personas que estaban en condiciones de asegurar la intervención del Vaticano y que el Papa le ayudaría. Todos estos puntos, como otros, son fruto de una versión, legítima por otra parte, la de Puigdemont, y no quiere decir que respondan a la realidad objetiva, pero en todo caso aquí quedan por escrito en el libro.
Puigdemont relata con detalle la entrevista que tuvo con Sánchez cuando éste era secretario general del PSOE en el Palau de la Generalitat el 15 de marzo de 2016. En el transcurso de este relato se puede ver como Sánchez explica, entre otras cuestiones, cómo está preparando una alianza con Podemos para echar a Rajoy, pero que, para conseguirla, necesita tiempo para llegar a coser una alianza de múltiples partidos. Sánchez llega a afirmar que «la moción de censura no está aún madura; no la podemos anunciar«. Este hecho, que hasta ahora no ha sido público, situaría la iniciativa de Marta Pascal, que normalmente se ha presentado como la oportunidad que echó a Rajoy dándole la opción a Sánchez, como una pieza más del engranaje que el actual presidente del gobierno supo ir cocinando por separado, con sujetos políticos muy diferentes, hasta tener la mayoría que lo hizo presidente.
Pascal habría sido el último eslabón de esta cadena de alianzas y no la causa principal. De hecho, cuando ella comenzó a actuar, los acuerdos con todos los demás grupos, de Podemos a Bildu pasando por ERC, ya estaban amasados por la iniciativa de Sánchez. Esta nueva circunstancia puede debilitar el relato de la líder del PNC que se presenta como alternativa política y cultural a los partidos que «suben impuestos», y son más radicales, en definitiva, los de la alianza con Sánchez, porque ella fue en último término quien hizo posible que estas fuerzas políticas que controla el gobierno español, la ciudad de Barcelona, y que condicionan de una forma determinante el gobierno catalán, se acabaran configurando. La opción para abrir un espacio, el de Sánchez, presuntamente más favorable a la independencia, pesó más entonces que el espacio político que ahora quiere representar.
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