Consideración de Cataluña (2) Tres de los grandes vectores de fuerza: lengua y cultura, asociacionismo y religión

Considero que es así porque algunas de las fuerzas naturales que han impulsado a Catalunya en sus grandes transformaciones están en crisis. Se han adelgazado y destruido hasta extremos extraordinarios. Son fuerzas que el historiador Vicens Vives describe en su Notícia de Catalunya.

Primer Vector: lengua y cultura

Una de estas fuerzas es el amor, el interés, el aprecio —dígale como queráis— por el propio país, expresado en la tradición, la lengua, la cultura y el derecho. Hoy, pese a los discursos formales y oficiales, ese vector está muy tocado: el retroceso es innegable. Basta con observar la Corporación Catalana de Radio y Televisión, con una dimensión económica insólita en nuestra historia y con una gran capacidad de penetración social. ¿Pero qué hace? ¿Qué resultados obtiene en materia de lengua y cultura? La constatación es que disponer de medios no significa, automáticamente, mejorar: falta la voluntad, la concepción, la idea motriz que indique que esto es lo que se quiere y debe hacerse.

En Cataluña, la cultura y, sobre todo, la lengua han sido asuntos del pueblo: de las clases populares, de la menestralía y de los pequeños burgueses. Las élites dirigentes, en cambio, siempre han mostrado una notable indiferencia respecto a ese aspecto capital.

Segundo vector: asociacionismo

Un segundo vector que ha dado sentido a Cataluña ha sido la capacidad de asociación, el asociacionismo popular: cooperativas, orfeones, ateneos, centros culturales, centros excursionistas y un largo etcétera, también en el ámbito deportivo. Tres ejemplos bastante emblemáticos fuera del fútbol son el rugby, el balonmano y el baloncesto. El rugby tiene en Sant Boi un caso único: desde hace más de cien años, la UE Santboiana milita en la élite estatal basándose solo en una población ni mayor ni central. Del mismo modo, el BM Granollers y la Penya de Badalona muestran el poder del asociacionismo popular.

Todo esto no es un simple sumatorio de hechos interesantes ni anécdotas: es la constatación de que Cataluña ha tenido una de sus grandes fuerzas en el capital social. Un potencial asociativo que recuerda mucho al norte de Italia y que, como ahí, ha alimentado el desarrollo económico diferencial a través de la proliferación de pequeñas y medianas empresas dinámicas y adaptables.

Tercer vector: religión

El tercer gran factor es el hecho religioso. Aunque algunos, sin memoria o por desconocimiento, lo ignoren, la realidad histórica, cultural y social de Cataluña —incluso su mentalidad moral hasta épocas recientes— es inexplicable sin el catolicismo y, por tanto, sin la Iglesia. Esta ha sido un puntal de los otros dos ejes: el de la lengua y la cultura y el del asociacionismo. Ha sido un factor de ordenación social, de creación de una moralidad favorable a la cohesión y buenas prácticas. Su debilitamiento hasta límites extraordinarios es hoy evidente.

La destrucción de estos factores ha dañado la estructura que daba fuerza y ​​cohesión al proyecto de la sociedad catalana. Las fuerzas culturales y políticas que han actuado en este sentido son, en gran medida, responsables. No hay mucha diferencia con otras variantes de lo que ha sucedido en Europa. Si alguien quisiera destruir una civilización, solo habría que actuar sobre los vínculos que generan el capital social -sobre todo la familia y el mundo asociativo-, y sobre la cultura propia y sus tradiciones, estrechamente vinculadas, en el caso europeo, al cristianismo.

Hoy, Cataluña está a sus puertas —si no ha llegado ya— de ver reducida su cultura y sus raíces en un parque temático para gente mayor y para una inmigración muy joven.

Y esa erosión, degradación y deterioro de aquellos vectores han cabalgado y todavía lo hacen hoy sobre una construcción política, la de la visión progresista, que califico para entenderse de vertiente posmoderna más inspirada en el partido Demócrata de Estados Unidos versión élites, que en el marxismo Gramsci del antiguo PSUC.

Como recordatorio de la primera consideración

  1. Punto de partida
  • Cataluña sobrevive como comunidad nacional hasta el siglo XX.
  • País pequeño, lengua minoritaria, entre España y Francia → parece imposible.
  • A pesar de trastornos históricos, resiste.
  1. Debilidades estructurales
  • Escasos recursos naturales.
  • Territorio montañoso y mal comunicado.
  • Agricultura poco próspera.
  • Sin grandes ríos navegables.
  1. Industrialización sorprendente
  • Una de las primeras revoluciones industriales de España.
  • Barcelona como motor.
  • Peso económico inicial similar al de Extremadura.
  • Andalucía y Castilla dominaban la economía en aquellos tiempos.
  1. Trasiegos históricos
  • Tres momentos clave: 1714, 1936 y 1939.
  • Guerra del Francés y depredación borbónica.
  • Guerras carlistas y liberales → fragmentación del país.
  1. Declive actual
  • Pese al autogobierno más amplio de la historia, la Cataluña del siglo XXI entra en declive.
  • Tres de las grandes fuerzas históricas de renovación están agotadas.
Vicens Vives ya lo dijo: sin lengua, cultura y asociacionismo, Catalunya se desdibuja #CulturaCatalana Compartir en X

El president Illa, en una recent entrevista a La Vanguardia ha reivindicat com a positiu l'elevada pressió fiscal de Catalunya. Comparteixes aquest punt de vista?

Mira els resultats

Cargando ... Cargando ...

Entrades relacionades

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.