Las sorpresas después del debate en TV3

El debate entre los candidatos llevado a cabo en TV3 seguramente no pasará a la historia por el interés y brillo de las intervenciones, pero sí que ha llevado un punto de morbo a la campaña con la negativa de Salvador Illa a hacerse un test de contagio antes de empezar.

TV3 informó a los candidatos que, como medida de precaución y dada la larga duración del debate, la cantidad de personas que intervenían y el hecho de que todos se pronunciaran de viva voz y con fuerza, hacía recomendable verificar que ninguno de ellos era sospechoso de ser portador. Por este motivo indicó que les haría un test antes, y que tuvieran previsto un posible sustituto en caso de que el resultado fuera positivo.

Todos los partidos aceptaron excepto Illa, que se negó a hacerse la prueba. Las explicaciones posteriores que ha dado no han ayudado a aclarar la negativa porque son, como mínimo, confusas, ya que apeló a criterios generales para no hacerse la prueba, pues los protocolos sanitarios sólo contemplan esta posibilidad si se ha estado en una situación de contacto con una persona afectada.

La realidad es que estas pruebas se hacen si se quiere tener garantías de que en una determinada concurrencia no haya un portador involuntario. La negativa y la vaguedad de la respuesta han desatado las lógicas sospechas de que Illa no se hiciera la prueba porque estaba vacunado. Este argumento se ha querido desmentir diciendo que un test serológico o de antígenos, o una PCR no pueden identificar a una persona vacunada, porque es imposible distinguir si el resultado es producto de la administración de la vacuna o de haber pasado la enfermedad. Es una explicación académicamente correcta, pero que no resuelve la cuestión, porque si hubiera dado positivo, no habría la certeza de que hubiera sido debido a la vacuna, pero entonces querría decir que Illa ha pasado la enfermedad sin hacer ningún tipo de cuarentena, lo que tampoco habría sido un buen escenario para un ex ministro de Sanidad. Todo lleva a pensar que la razón de incurrir en la polémica, tal como ha sucedido, es que efectivamente Illa supiera que daría positivo. Ahora, el candidato arrastrará con él esta sospecha,

La sospecha ha crecido y ahora ya se extiende a los miembros del gobierno español. La pregunta que se formula, y que merece una respuesta razonable, es si el presidente y varios miembros del gobierno se han vacunado. No es un hecho menor dada la avalancha de casos de todos los colores, un obispo incluido, que aprovechando una oportunidad u otra se han saltado la cola y se han vacunado.

Illa, por haber sido ministro de Sanidad, tiene aún una mayor responsabilidad de ser ejemplar. No se trata de que sea inocente de la acusación, que es un deber prejuzgarlo, sino que como cargo público predique con el ejemplo de la transparencia.

No es ésta la única sorpresa del debate. La otra la ha hecho evidente la misma TV3, cuando con las calificaciones de los resultados se ha valorado que todos habían suspendido excepto Fernández, el representante del PPC, que quedó primero pero además de una manera muy destacada con 7,3 puntos de valoración sobre 10. El que le sigue, Salvador Aragonés, no llegó ni siquiera al aprobado, con un 4,3. E Illa aún hizo más justo, con un 4 pelado. Todos suspendieron, excepto el candidato popular. Y que esto lo haga patente TV3 aún resulta más impactante. Los peores clasificados fueron Vox, el último, con un paupérrimo 1,3 y la representante de la CUP, Dolores Sabater, con una apenas mejor nota de 2.

 

Tras el debate, hemos sabido que cinco partidos independentistas han firmado un escrito sosteniendo que nunca pactarán con el PSC. El primero en firmar ha sido JxCat con fecha 8 de febrero. Y los otros cuatro, la CUP, Primarias de Cataluña, PDeCAT y ERC, lo hicieron con fecha de ayer, es decir, al día siguiente del debate. Una vez más la falta de credibilidad de las afirmaciones de los partidos conlleva que tengan que recurrir a escenarios de este tipo, como en su momento hizo Artur Mas con el PP, que no hacen otra cosa que dividir el país con líneas rojas. Todo lo contrario de lo que se espera de los partidos políticos que tienen como misión recomponer el espejo roto, que es por definición la sociedad plural que expresa la democracia.

Todo hace pensar que la razón por la que Illa no quiso hacerse la PCR es que efectivamente sabía que daría positivo Clic para tuitear

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