Es evidente la magnitud del problema de la vivienda y sobre todo en las grandes ciudades, como son los casos de Madrid y Barcelona, que han practicado políticas diametralmente opuestas.
En principio, se podría presuponer que Colau, que procede del ámbito de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y, por tanto, muy sensible a este problema, debería deslumbrar con sus soluciones. No ha sido así, ni mucho menos en su primer mandato. Sin embargo, lo más censurable de todo es que en los últimos 4 años sus resultados son mucho peores que los de Madrid, guiados por una política de corte liberal. Las cifras nos lo indican.
En Madrid los precios del alquiler por m2 entre 2018 y 2022 han crecido un 3,7%. En Barcelona, y en el mismo período, lo han hecho 4 veces más, un 13,6%. Cabe pensar que este problema del aumento del alquiler puede verse compensado porque se ha optado por una mayor oferta en compraventa, pero las cifras indican otra cosa. En ese mismo periodo de tiempo, el incremento en la capital de España ha sido del 3,2% y en Barcelona se ha multiplicado por 5 con un incremento del 15,2%. Las diferencias son brutales y señalan que las políticas para favorecer la oferta de vivienda en el mercado en Barcelona han tenido el efecto contrario de lo que se pretendía, registrando unos incrementos que, comparados con Madrid, no tienen explicación.
Por otra parte, la construcción de vivienda en función del número de visados se ha ralentizado sensiblemente en 2022 en Barcelona, por lo que no llega ni a 1/3 parte de los concedidos en Madrid. Cuando habitualmente la cifra se sitúa en torno al 40 o 50%.
Por tanto, la conclusión es evidente: No se trata sólo de la existencia de un problema bien conocido, sino de la necesidad de modificar las políticas municipales que se han llevado a cabo y que han contribuido a acentuarlo.
El anuncio del presidente Sánchez de poner a disposición de los municipios los pisos de la Sareb, es como en otras tantas ocasiones un vender humo. Con carácter general, porque este organismo ya ha vendido las viviendas con mejor estado y menos problemáticas y lo que queda es un callejón sin salida de difícil colocación en el mercado. Es decir, lo que ofrece Sánchez es lo que nadie quiere. De hecho, de los 43.000 pisos iniciales, ya quedó claro que sólo están disponibles 21.000 y de éstos la mayoría están en mal estado o ocupados.
En el caso concreto de Barcelona, que es lo que ahora nos interesa, la aportación no sirve para casi nada porque el propio Ayuntamiento calcula que de las 767 viviendas que tiene la Sareb en la ciudad, y que ya son una cifra muy escasa, sólo realmente 50 siguen vacíos y además necesitan reformas. Por tanto, a corto plazo ni las políticas de Madrid ni las llevadas a cabo por Ada Colau ofrecen ningún tipo de esperanza de solución. Habrá que ver qué nos ofrecen los candidatos para resolver un problema que está haciendo imposible la vida a muchas personas.