Las medidas económicas de Sánchez son insuficientes

Las previsiones económicas publicadas por el FMI son francamente malas para España. No se trata solo de la caída del PIB para este año, del orden de un 9%, y del paro, más del 20%, sino que a 31 de diciembre del 2021 y según aquella estimación la desocupación será todavía del 17%, y nuestro PIB continuará estando 4 o 5 puntos por debajo del correspondiente al 2019. Para este año, España será el tercer país de los estudiados por el FMI con la mayor cifra de paro, y el segundo de Europa por detrás de Grecia.

A pesar de ello, la deuda pública habrá crecido, sí, hasta el 113% del PIB, pero dadas las circunstancias y la posición del BCE, asegurando que no se dispare la prima de riesgo, el resultado está lejos de la catástrofe. De hecho, será menor que el de Italia antes de la pandemia.

Todo parece indicar que el problema español, dada la política del gobierno, no parece que vaya por ahí, sino por el lado de una recuperación lenta y dañina, que sería el resultado de la combinación de dos aspectos. Una política económica poco expansiva, y la incapacidad del gobierno para realizar políticas efectivas contra el SAR Covid-2 que vayan más allá del confinamiento y las restricciones, mucho mayores que el común europeo. Necesaria sí, pero sin olvidar que lo son tanto más como menos eficaz es el gobierno en las medidas activas, detección rápida, aislamiento de los casos de riesgo, identificación y abordaje de los focos, barrera de protección personal. Es decir, la actividad se ve sometida a los sobresaltos del confinamiento, que será intermitente en el futuro si no aumenta la eficacia, que a su vez castiga la capacidad de recuperación económica.

Pero vayamos a las medidas económicas propiamente dichas. La respuesta fiscal para dotar de incentivos a la economía española ha sido, comparada con la de los otros países, más bien modesta. El conjunto aprobado por el Gobierno de Sánchez se sitúa en torno a un valor del 10% del PIB. Además, ha optado sobre todo por la vía de las garantías de crédito más que por la inyección de dinero fresco, y esto no va a servir para salvar muchas empresas porque en realidad están contrayendo una deuda que deberán de pagar antes de que la situación se haya normalizado. No hablemos ya de las pequeñas empresas y autónomos dedicados a actividades de difícil salida, como bares, restaurantes, hoteles, espectáculos, todo aquello que comporte una cierta concentración de población, lo tienen particularmente difícil.

Otros países han dado respuestas mucho más potentes. Italia, que presenta una situación fiscal más difícil incluso que la española, aporta el 30% del PIB, al igual que hace Alemania. El Reino Unido es más modesto, pero aun así dobla el esfuerzo español.

He aquí una gran paradoja: el Gobierno más de izquierdas de toda la Unión Europea, es el menos keynesiano a la hora de atreverse a inyectar estímulos económicos.

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