Las graves crisis de Suecia y Países Bajos o cómo el dinero no lo es todo para construir el bienestar

Suecia y Países Bajos, que antes eran paradigmas de estabilidad y bienestar en Europa, afrontan hoy crisis profundas que desafían su tejido social. La violencia, el narcotráfico y el auge de mafias como la Mocromafia evidencian contradicciones latentes en estos estados del bienestar. Analizamos cómo la inmigración, el narcotráfico y conflictos graves se entrelazan, revelando una crisis moral subyacente que ha emergido con fuerza.

Suecia: De la estabilidad a la violencia callejera

El 5 de febrero de 2025, Suecia fue sacudida por el peor tiroteo masivo de su historia moderna. Rickard Andersson, un sueco de 35 años, entró en un centro educativo para adultos y asesinó a diez personas antes de quitarse la vida. Aunque los medios especularon sobre un posible móvil racista, la policía no halló pruebas de que lo apoyaran. Andersson era un individuo solitario, sin ingresos y dependiente de la asistencia social en la última década.

Días antes, Salwan Momika, un cristiano iraquí conocido por quemar públicamente el Corán en el 2023, fue asesinado a tiros en las afueras de Estocolmo. Sus acciones habían generado disturbios y tensiones diplomáticas, afectando incluso a la solicitud de Suecia para unirse a la OTAN. Su asesinato fue celebrado online, reflejando profundas divisiones sociales y religiosas en el país.

Enero de 2025 fue especialmente violento en Suecia, con bombas casi diarias vinculadas a conflictos entre bandas, muchas de ellas originadas en barrios de inmigrantes. Estas explosiones, utilizadas para intimidar o atacar a rivales, han causado víctimas mortales y heridos graves. Los residentes describen la situación como vivir en una zona de guerra. El primer ministro Ulf Kristersson reconoció la falta de control sobre esta ola de violencia, evidenciando la gravedad de la crisis.

Sentir explosiones en la distancia se ha convertido en una experiencia cotidiana en las ciudades suecas. En 2023, los residentes del norte de Estocolmo podían leer este titular en su diario local: “Esto es lo que debe tener en cuenta en caso de explosión en su edificio” . El artículo explicaba: “Entre otras cosas, el propietario insta a los inquilinos a no correr ningún riesgo, a mantenerse alejados de objetos desconocidos que se parezcan a una bomba, municiones o un arma” .

«Estamos atravesando una nueva ola de violencia, principalmente con un aumento de las explosiones, básicamente una cada día» , dijo el primer ministro Ulf Kristersson, del Partido Moderado, en una conferencia de prensa a finales de enero. «El hecho de que no tengamos el control sobre la ola de violencia es bastante evidente» .

Países Bajos: La sombra de la Mocromafia

Los Países Bajos, reconocidos por su tolerancia y prosperidad, afrontan el crecimiento de la Mocromafia, una organización criminal involucrada en el tráfico de drogas y actos violentos. En febrero de 2018, un informe de la unión neerlandesa de policías advirtió que el país mostraba características de un narcoestado, cuyos criminales se convertían en empresarios adinerados e incursionaban en varios mercados.

Recientemente, las autoridades españolas, en colaboración con la DEA estadounidense, interceptaron casi una tonelada de cocaína en la Costa del Sol, destinada a la Mocromafia neerlandesa. Cinco miembros de la organización fueron detenidos en Marbella mientras planeaban el intercambio de la droga.

La violencia asociada al narcotráfico ha aumentado en Países Bajos, con tiroteos, tráfico de drogas y explosiones en barrios residenciales. El gobierno de La Haya lanzó la campaña “¿Extraño o sospechoso?” para involucrar a los ciudadanos en la lucha contra el crimen organizado, educándoles sobre cómo reconocer señales de actividad criminal y qué acciones tomar.

Inmigración, narcotráfico y conflicto: Una relación compleja

La relación entre inmigración, narcotráfico y conflicto es compleja y multifacética. En Suecia, la llegada masiva de inmigrantes ha generado desafíos de integración. Barrios como Rosengård en Malmö, donde cerca de 90% de la población es de origen extranjero, han sido escenario de disturbios y enfrentamientos violentos.

Estudios indican que, en algunos casos, los inmigrantes están sobrerrepresentados en las estadísticas de criminalidad. Por ejemplo, en Suecia, un estudio del Consejo Nacional Sueco para la Prevención del Delito mostró que los inmigrantes tenían hasta seis veces más probabilidades de ser investigados por ciertos delitos que los suecos étnicos.

En los Países Bajos, la Mocromafia está compuesta principalmente por neerlandeses de origen marroquí. La falta de oportunidades y la discriminación pueden llevar a algunos jóvenes a involucrarse en actividades delictivas, buscando en el narcotráfico una vía rápida hacia el éxito económico.

Crisis moral en los estados del bienestar

Suecia y Países Bajos han sido modelos de estados del bienestar, ofreciendo amplias redes de seguridad social. Sin embargo, estas mismas estructuras pueden haber contribuido a una dependencia que, combinada con la falta de integración efectiva, ha generado bolsas de exclusión social.

En Suecia, la dependencia de la asistencia social por parte de individuos como Rickard Andersson refleja una posible erosión de valores como el trabajo y la responsabilidad individual. La incapacidad del estado para integrar eficazmente a los inmigrantes ha llevado a la formación de comunidades paralelas, donde la ley y el orden estatales tienen poca influencia.

En los Países Bajos, la permisividad y tolerancia que caracterizaron al país pueden haber sido explotadas por organizaciones criminales como la Mocromafia. La infiltración de estas mafias en la economía y la sociedad neerlandesa sugiere una crisis moral, en la que los valores tradicionales se ven socavados por la corrupción y la violencia.

En ambos casos, una cultura en la que ha primado el individualismo, se ha mitificado el derecho a decidir, se han roto los acuerdos fundamentales y la burocracia del estado del bienestar ha pretendido suplir a las comunidades de vida, empezando por la familia, se encuentra ahora con capacidades reducidas de respuesta cívica a la violencia y la delincuencia.

Suecia y Países Bajos afrontan desafíos que ponen en cuestión su estabilidad y bienestar. La interrelación entre inmigración, narcotráfico y graves conflictos revela contradicciones en sus modelos sociales. La crisis moral que subyace en estos estados del bienestar ha estallado en forma de violencia y criminalidad, evidenciando la necesidad de replantear políticas de integración, seguridad y cohesión social para afrontar estos retos contemporáneos.

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