El cese repentino del major Trapero, el único Mosso de ese rango, en su responsabilidad máxima de mando del cuerpo, era en realidad una muerte profesional anunciada.
Tres factores presionaban en este sentido y sólo era cuestión de tiempo que la sentencia fuese ejecutada. El primero era que un sector mayoritario de ERC no querían a Trapero al frente de los Mossos debido a sus declaraciones ante el Tribunal Supremo y después en la Audiencia Nacional en el sentido que habría detenido al presidente de la Generalitat en el 2017 si así lo hubiera sido indicado por la justicia. Además, Trapero repitió ese mismo criterio en una entrevista en TV3. Que el jefe de la policía situara ante todo el cumplimiento de la ley existente era intolerable para ERC.
La pregunta que los ciudadanos debemos hacernos es si queremos al frente de los uniformados armados de la Generalitat de Cataluña una persona que se ciñe a la ley conocida o preferimos a otra que actuaría de acuerdo con las indicaciones políticas del partido de turno. Las garantías que el Estado de derecho otorga a los ciudadanos sólo admiten una respuesta. Con independencia de lo que crean en su fuero interno, el policía debe cumplir lo que dice la ley que es conocida por todos. Todo lo que no sea esto da paso a las mayores arbitrariedades y sitúa en peligro los derechos de la ciudadanía.
El segundo que quería el cese de Trapero era el propio consejero Helena, que reclama un cuerpo de los Mossos que sea más cercano, más arraigado en el territorio y, sobre todo, más feminizado. Sería mejor que el conseller lo que buscara fuera un cuerpo que mejorara la seguridad de los ciudadanos como finalidad y que en todo caso la proximidad, la feminidad y el territorio fueran medios necesarios para conseguirlo, pero no fines en sí mismos, porque entonces la función del cuerpo se desvía del motivo por el que existe. Helena no se entendía en modo alguno con Trapero, de tal forma que la comunicación entre ambos era inexistente. Fuera de los primeros contactos, no ha habido interlocución alguna y toda la relación con el jefe uniformado de la policía se ha hecho siempre a través del director general de la misma, es decir, el cargo político más inmediato al major Trapero.
Aquí podemos constatar una grave anomalía que ha tenido la resolución que suele tener: cargarse al policía de turno. No estamos convencidos de que sea una buena solución. Conocemos las capacidades e inconvenientes de Trapero y el balance es indudablemente favorable. Nada sabemos de las virtudes de Helena como director político de nuestra seguridad, fuera de sus ideas sobre feminizar el cuerpo y hacerlo más cercano. Lo que necesitamos es un consejero, una figura política con capacidad de mejorar las condiciones de seguridad de los catalanes y ciertamente Helena está por demostrar que sea esa persona. Seguramente es portador de otros muchos méritos, pero en el capítulo que ahora nos importa todavía es hora de que haya demostrado nada que no sea jugar con las dificultades políticas que su cargo impone.
El tercer factor es que desde sus inicios, tres altos cargos de los Mossos d’Esquadra han desarrollado una oposición contra Trapero. En concreto los comisarios Eduard Sallent y Xavier Porcuna y la comisaria Cristina Manresa. Esta oposición interna tiene en parte que ver con el modelo de liderazgo de Trapero, pero sobre todo es una oposición política porque arranca de sus declaraciones en la audiencia. No es tranquilizador que estos factores hayan tenido juego a la hora de deteriorar la posición del major.
Y aún hay que añadir un último factor, la destitución de Trapero es un peaje que Aragonés paga a la CUP. Es la forma más fácil de satisfacer los intentos de esta organización de atar de manos y pies a la policía catalana.
Ahora se abre un nuevo capítulo, el nuevo responsable, el comisario Estela, deberá demostrar que su forma de hacer es capaz de mantener a los Mossos preservados de las injerencias políticas del independentismo y la progresía, que son las tentaciones continuas que amenazan la credibilidad y eficacia de nuestro cuerpo armado.