El consumo de alcohol y porros y la ludopatía online están aumentando entre los jóvenes y adolescentes de manera alarmante. Son las adicciones que planean sobre ellos en una sociedad que no encuentra respuestas para frenar esta tendencia.
De hecho, más de medio millón de adolescentes se emborracha cada mes, mientras los jóvenes comienzan a fumar porros a partir de los 16 años para «afrontar su vida» ante un futuro incierto, dicen. Asimismo, los expertos alertan ante un incremento de la adicción a los juegos de azar entre los menores de 26 años.
Fiestas etílicas entre los 14 y 16 años, «algo normal»
Una buena parte de estos casi 500.000 menores que se emborrachan cada mes lo hacen entre los 14 y los 16 años, aunque la venta de alcohol a los jóvenes a esta edad está rotundamente prohibida por la ley.
Con la excusa de que lo hacen y lo hemos hecho todos, los adultos consienten que los jóvenes, incluso menores de edad, accedan a estas bebidas y las ingieran a veces de forma compulsiva.
«Este es el gran problema, que la sociedad española no sólo es permisiva sino que hace gala de ello; sólo cuando pasa algo serio, como la muerte de una niña de 13 años durante un «botellón», ponemos el grito en el cielo, para luego volver a callar», advierten los expertos, que señalan que la conciliación laboral y familiar ayudaría a combatir el consumo de alcohol en menores, al poder dedicar los padres más tiempo a sus hijos.
Estamos hablando de una cultura que los menores han asimilado desde pequeños y que, cuando llegan a la adolescencia, comienzan a poner en práctica. Consideran que consumir alcohol no conlleva riesgos, a menos que se pasen mucho.
Según la encuesta Estudios del plan nacional sobre drogas 2014-2015, siete de cada diez adolescentes de entre 14 y 18 años han bebido en el último mes, el 30% hasta emborracharse. La edad de inicio se sitúa en los 13,8 años y el llamado «consumo compulsivo» ha aumentado del 14% al 37% entre los jóvenes de 14 a 16 años.
Las fiestas etílicas son consideradas como algo «normal», cuando todos los estudios, científicos señalan que el desarrollo completo del cerebro humano no se consigue hasta los 20 años, «es decir hablamos de una edad en que los excesos repercuten muy negativamente en el posterior desarrollo físico, psicológico y mental».
Así lo advierte el documento presentado en la jornada Movilización Alcohol y Menores , que reunió el 18 de enero 2018 miembros de la plataforma del mismo nombre integrada por más de 40 entidades, en la que se presentó un documento con propuestas para combatir el alcohol en los menores.
En sus conclusiones, piden expresamente a las administraciones públicas que «fomenten políticas de conciliación familiar y profesional para que se hagan realmente efectivas en la empresa. La mayor dificultad que encuentran las familias es poder conciliar. Es una necesidad disponer de tiempo para ocuparse de la crianza y educación de sus hijos».
A juicio de los expertos, con este objetivo es necesario involucrar a toda la sociedad, tal como indicó el vicepresidente de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), impulsora del movimiento, José Ignacio Calderón.
Desde esta organización se insiste en que hay que modificar la cultura de permisividad que hay respecto al alcohol y no centrarse exclusivamente en las medidas restrictivas y punitivas.
Porros antes de entrar en clase
Otra de las cuestiones que preocupan a los expertos en cuanto al comportamiento de los más jóvenes es el creciente consumo de hachís .
Muchos de ellos reconocen que incluso fuman porros antes de entrar en clase para poder «afrontar su vida» y por las «escasas» perspectivas de futuro que les brinda la sociedad, insistían los expertos en la presentación del Estudio Sociológico cualitativo sobre consumo de alcohol y canabis en jóvenes y adolescentes», realizado por Socidrogalcohol .
Según información publicada en Infosalus, la edad de inicio de consumo de canabis se sitúa entre los 16 y 17 años, y los adolescentes que reconocen consumir hachís o marihuana lo hacen durante el día, incluso a la entrada del instituto y en los centros recreativos, lo que da una idea del estado de intoxicación con que pueden asistir a las clases.
En demasiadas ocasiones el consumo está normalizado porque lo asocian a la extendida idea de que tiene un uso terapéutico. Lo cual podría explicar que lo vean como una forma de «anestesiar a» y «regular sus emociones«.
«Los jóvenes reclaman sentirse apoyados, por lo que es necesario que les ofrezcamos optimismo de cara a su futuro, ya que con la crisis ha habido un aumento de aquellos que quieren vivir el presente ya que les es duro pensar en su futuro«, ha explicado la presidenta del Consejo General del Trabajo Social, Ana Lima.
Al igual que sucede con el consumo de alcohol, los más jóvenes comienzan a consumir porros como un » ritual de paso » para dejar de ser un «niño»; y los fines de semana es cuando más suelen recurrir a beber alcohol y fumar hachís con este objetivo.
«Asimismo, llama la atención que los jóvenes lleguen a ver más peligroso el tabaco que el alcohol y canabis, por lo que es necesario que la sociedad medite sobre lo que está pasando, si realmente se está abordando el problema y si se «está haciendo lo suficiente», recalcó la delegada de Socidrogalcohol en la Comunidad Valenciana, Stella Vicens.
Ante este escenario, el presidente de Socidrogalcohol, Francisco Pascual, ha subrayado la importancia de que las familias se impliquen más en educar sobre los riesgos que conlleva el consumo de canabis y alcohol entre los jóvenes; y que la sociedad luche por ellos para ofrecerles un futuro más esperanzador.
«Los problemas del consumo en los menores son el problema del mundo adulto, por lo que si no atendemos a lo que verbalizan los jóvenes seremos poco eficientes en la prevención», concluyó el delegado para el Plan Nacional sobre Drogas , Francisco de Asis Babín .
Juegos en línea y jóvenes ludópatas
Por otro lado, profesionales sanitarios están advirtiendo de un aumento de la adicción a los juegos de azar en línea, especialmente en las apuestas deportivas, una moda que es la principal causa de ludopatía entre los jóvenes menores de 26 años, según un estudio del Consorcio Sanitario del Maresme .
Un 40% hacen apuestas deportivas, un 24% juegan al póquer, y otro 24%, en el casino. El resto, en la bolsa y el bingo. En la unidad de juego patológico del Hospital de Bellvitge también han detectado un incremento de las adicciones al juego online, que si en 2015 representaban un 10,3% de las consultas, en 2016 ya eran un 20%.
Lo más preocupante de esta tendencia es que también está afectando a los jóvenes. «Está demostrado que la publicidad tiene un impacto muy negativo en personas jóvenes, que pueden asociar el deporte a estas actividades», señala Susana Jiménez-Murcia, jefe de la unidad de juego patológico del hospital.
Un informe del Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) informa que los anuncios de apuestas coparon el 45% de la publicidad de una retransmisión deportiva de radio y el 20% de la publicidad de un partido de fútbol. El CAC ya ha pedido prohibir los anuncios de juego durante el horario protegido, así como suprimir los famosos de la publicidad del juego.
Para Cristina Martínez, psicóloga de la unidad de juego patológico del Consorcio Sanitario del Maresme, el problema es que la publicidad «normaliza el juego» .
El juego de azar en línea, que resulta mucho más atractivo para los jóvenes, es el doble de adictivo que el presencial y los jugadores se enganchan a edades más jóvenes: 28 años de media, frente a los 33 del jugador presencial.
Martínez alerta del auge de este fenómeno entre los jóvenes: «calculo que dentro de dos o tres años la mitad de los pacientes que consultarán lo harán por esta adicción».
La cuestión es que no se percibe como una ludopatía. » Está socialmente aceptado y la percepción de riesgo es inferior, y no es así «, razona por su parte Jiménez-Murcia.
«Hay menores de edad jugando a los que nadie exige identificación y que pueden estar jugándose el dinero de la familia a las 5 de la madrugada«, alerta un adicto al juego que pertenece a la asociación Jugadores Anónimos .
La ley prohíbe el acceso a los menores, pero se calcula que un 10% de los adolescentes han jugado alguna vez. «Y eso es ilegal», recuerda Martínez, que cree que se debe hacer prevención en las escuelas.
Los jugadores de apuestas no sólo son más jóvenes, sino que también desarrollan la adicción más rápido y contraen deudas más elevadas.