Pedro Sánchez, a inicios de 2025 y sin haber llegado todavía a mitad de la legislatura, se encuentra políticamente liquidado. Sin embargo, los mecanismos institucionales específicos de España, tan distintos a los comunes en Europa, como la moción de censura positiva (que exige un candidato alternativo) o la moción de confianza, que sólo puede ser presentada por el propio presidente del Gobierno, impiden un ajuste inmediato a la realidad. Este sistema, estando congelado, resulta disfuncional y perjudicial para los ciudadanos, puesto que limita la capacidad de representación actualizada de sus puntos de vista y preferencias.
Las razones de este final de etapa se pueden resumir en los siguientes puntos:
1. Carece de una mayoría estable para gobernar
Más allá de los discursos, las pruebas están claras. Basta con que uno de los partidos que apoyan al Gobierno se niegue a colaborar para que la capacidad de iniciativa política de Sánchez quede anulada, como se evidenció con el decreto ómnibus. Este decreto, que abordaba temas cruciales como la actualización de pensiones, el salario mínimo y las subvenciones al transporte público, no pudo avanzar. Del mismo modo, Sánchez no logró imponer un impuesto a las empresas productoras de energía por la misma razón.
Cuando consigue acuerdos, éstos suelen implicar concesiones excesivas, tanto políticas como económicas, lo que demuestra que el método de “cortar el jamón” no es sostenible. El caso de Junts, que parece haber llegado al límite de concesiones aceptables, es un ejemplo.
2. Minoría parlamentaria ante el voto ciudadano:
Las encuestas reflejan una clara tendencia bajista para el PSOE. Pese a los intentos del CIS de presentar a Sánchez como ganador, otras encuestas más imparciales, como la realizada por DYM para “20 Minutos” con 1.014 entrevistas y un margen de error del ±3,1%, indican que el PP obtendría entre 150 y 155 escaños, Vox obtendría entre 32 y 35, muy por encima de los 176 necesarios. En contraste, el PSOE se quedaría entre 119 y 123 escaños, mientras que Sumar sólo alcanzaría entre 9 y 11, cifras insuficientes para formar un gobierno sólido. Incluso sumando los 4 posibles escaños de Unidas Podemos y los de los demás aliados.
3. Crecimiento económico con bases frágiles:
Según muchos analistas, el crecimiento económico de España se sostiene sobre pilares débiles:
- Inmigración masiva de baja productividad.
- Turismo en auge, un sector con baja productividad estructural.
- Fondos europeos e inflación: El gasto público ha sido impulsado por recursos extraordinarios, pero éstos no son sostenibles a largo plazo. Además, la inflación trasladó riqueza del bolsillo de los ciudadanos a las arcas del Estado, agravando la situación.
4. Aislamiento político en Europa:
Sánchez cuenta con el apoyo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, pero ese apoyo es limitado. Tras las últimas elecciones europeas, el auge de la derecha alternativa y los buenos resultados del Partido Popular Europeo restringen las preferencias de Von der Leyen hacia Sánchez. Además, con la previsible salida del socialdemócrata Olaf Scholz del Gobierno alemán, Sánchez quedará aún más aislado.
5. Conflictos con Estados Unidos y Marruecos:
La relación con Estados Unidos, especialmente bajo la presidencia de Trump, es claramente antagónica. Las exigencias de Trump, como aumentar el gasto en defensa en el 5% del PIB, son inviables para España, que es la última de la cola con el 1,28%. Además, la política antiisraelí de Sánchez choca con los intereses estadounidenses, fortaleciendo la posición de Marruecos en el tablero geopolítico. Marruecos, favorecido por los Acuerdos de Abraham y el reconocimiento estadounidense de su soberanía sobre el Sáhara, sigue ampliando su influencia militar y política, dejando a España en una posición desventajosa que puede afectar al futuro de Ceuta y Melilla.
6. Corrupción y manipulación institucional:
Sánchez afronta casos de corrupción que afectan tanto a su entorno cercano como a miembros destacados de su Gobierno, como al exministro Ábalos. Ante este escenario, el presidente ha optado por una estrategia de resistencia extrema, basada en:
- Manipular instituciones del Estado, incluidas las judiciales.
- Controlar los medios de comunicación mediante incentivos o presiones.
- Restringir y limitar investigaciones que puedan perjudicarle políticamente.
En este contexto, España afronta un panorama de inestabilidad política, económica e institucional, mientras que la figura de Pedro Sánchez se debilita cada vez más tanto a nivel nacional como internacional.