La previsión de la Comisión Europea de que España crecería este año un 5,6% ha traído un soplo de esperanza no del todo justificada. En realidad no es un buen dato.
Dejemos al margen las importantes consideraciones que la Comisión hace sobre la posibilidad de alcanzar esta cifra. Concretamente, la necesidad de evitar el cierre de empresas, especialmente pymes, que convertiría la crisis en estructural. También el incierto ritmo de vacunación, y cómo pueden llegar a afectar las mutaciones de la Covid-19.
Dejamos todo ello al margen y centrémonos en la cifra de crecimiento. De acuerdo con esta, la lógica económica nos dice que hasta entrado 2023 no volveríamos a la situación que teníamos en diciembre de 2019, con la condición de que el baile, como es lógico, irá por sectores y por ramas de actividad.
Situemos las cifras en contexto
El año pasado España perdió más de 11 puntos porcentuales respecto al 2019. En Cataluña fueron 11,5; un poco más en Barcelona, 11,7. Como el crecimiento anunciado por la CE del 5,6 se calcula sobre la base de 2020, y resulta que esta es sólo el 88,5% de la de 2019, en realidad el crecimiento comparable a los 11,5 puntos perdidos será de 4,9.
Al finalizar este año nos separará una gran distancia, 6,6 puntos porcentuales, de la base del 2019. Es evidente que el año que viene no alcanzaríamos ni de lejos este crecimiento, porque de hacerlo representaría que creceríamos a un ritmo de un 8% sobre este año, y parece muy inviable alcanzar este dígito. Por esta razón parece lógico estimar que hasta pasado el primer trimestre de 2023 y si todo va bien, no podremos dar por cerrada, a nivel de PIB, la coronacrisis.