La plaga del suicidio y la indiferencia de los poderes públicos

Es una evidencia que el suicidio se ha convertido en una plaga para nuestra sociedad. Ahora un reciente estudio llevado a cabo por el Consorcio Survive, formado por profesionales de la salud mental, con datos del INE de 2000 a 2021, aporta una reciente radiografía del estado de la cuestión que se revela ya como la primera causa de muerte no natural, por encima de los accidentes de tráfico.

Lo que durante mucho tiempo fue objeto de campañas, de hecho todavía lo es, las muertes provocadas por la movilidad, ahora lo ocupa el suicidio, pero con una diferencia sustancial: no forma parte de la agenda política y a duras penas de los medios pese a que cada día se suicidan 11 personas, en su gran mayoría, las ¾ partes, hombres y sobre todo entre los 40 y 65 años, que representan la mitad del total. Es la edad en la que se inicia la fase de madurez profesional de la persona. El segundo grupo es el de mayores de 65 años (31%) y los jóvenes adultos (14%). Mientras que los adolescentes entre los 10 y 24 años significan el 5%.

En 2021 alcanzó la cifra más alta de fallecidos, 8,4 por cada 100.000 habitantes, y veníamos de otra cifra elevada durante la pandemia de 8,31. Desde principios del siglo ha habido otros picos. Concretamente, en 2000 (8,39), 2003 (8,31) y 2014 (8,36). Entre 2003 y 2012 se registra una bajada de los suicidios y a partir de esa fecha vuelven a incrementarse. Por tanto, no siguen exactamente la evolución de la crisis económica que se inició en 2008 o bien sus efectos se notan con retraso.

El contraste entre la atención que reciben los feminicidios de pareja, que no alcanzan los 50 muertos al año, y los 4.003 muertes por suicidios en 2021 es demasiado evidente para no constatar que los poderes públicos no valoran las muertes del mismo modo. Todas son trágicas, pero es evidente que 4.000 deberían preocupar en una medida superior a una cincuentena, y no es así. Existe un sesgo ideológico también en el abordaje de esta cuestión. Si en la mayoría de suicidios que son cometidos por hombres, su desdichado protagonismo correspondiera a mujeres, ¿habría la misma indiferencia? ¿No se consideraría que es consecuencia de la estructura del patriarcado?

El peor mes desde el punto de vista del número de suicidios cometidos es julio y el peor período el que corresponde a todo el verano.

¿En qué situación se encuentra Cataluña? Pues en medio, mientras que Barcelona y Lleida presentan tasas inferiores a la media española, es 8,4 muertes por 100.000 habitantes, Tarragona y, sobre todo, Girona se encuentran en situación francamente peor. Por tanto, en Cataluña también tenemos este problema.

A escala española Galicia con peso, Asturias, Zamora, León, Valencia, Burgos, Ávila, Teruel, Huesca, Córdoba, Jaén, Málaga, Granada y Canarias comparten esa situación peor que la media del conjunto español, junto a Girona y Tarragona.

No es algo ajeno a este grave problema la legalización del suicidio asistido que se produjo en el marco de la ley que también legalizó la eutanasia. Desde el punto de vista de las políticas preventivas y de disuasión, ¿qué tipo de razonamiento se puede utilizar, qué tipo de argumento se puede utilizar que, por un lado, presente el suicidio como algo intrínsecamente negativo, si por otro existe una ley que hace legal ayudar a una persona a suicidarse, si ésta sufre un sufrimiento insoportable?

Cuando en una sociedad como la nuestra, que no tiene una moral consensuada común, la pautan los comportamientos, nacen sobre todo de las leyes y en este caso lo que ha hecho la ley de la eutanasia, es decir, que el suicidio en determinadas condiciones merece ser ayudado y quien lo hace no incurre en ninguna responsabilidad penal a diferencia de lo que ocurría hasta ahora. En este cambio de mentalidad pública, junto con la desatención de los poderes públicos por el problema, radica en que éste se haya acabado convirtiendo en la primera causa de mortalidad no natural, cuando precisamente tanto Cataluña como el conjunto español disfrutaban de una condición común en los países mediterráneos de presentar una muy baja tasa de suicidios.

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