La partitocracia del PP de Feijóo

El problema político clave en España es la partitocracia; es decir, la transformación de la democracia en un régimen de partidos convertidos en fines en sí mismo, en lugar de configurar los canales privilegiados a través de los cuales llega la opinión de los ciudadanos y configura el poder y sus decisiones.

Los partidos convertidos en fines en sí mismos significa que todo se reduce a una lucha por el poder de la cúpula dirigente en un momento determinado, que tiene como misión alimentar a los suyos cuando ha ganado o bien darles perspectivas de victoria cuando no ocupa el gobierno.

En este juego, donde además los partidos tienen un número muy limitado de afiliados, la ciudadanía queda al margen y es percibida en muchos casos como un estorbo o una masa a manipular. La causa fundamental, aunque no única, de esta situación, es la ley electoral con listas cerradas y bloqueadas.

Cabe señalar que los partidos están encantados con esta fórmula tan imperfecta de representación

Cabe señalar que los partidos están encantados con esta fórmula tan imperfecta de representación que prácticamente ha sido liquidada de todo el mundo occidental. Y el hechizo es compartido por los nuevos partidos, aquellos que venían a reformarlo todo, o conquistar el cielo. Es lógico, es el mejor negocio para sus cúpulas.

Ahora Feijóo, que presenta al PP como un partido reformista que quiere mejorar la calidad institucional del país, presentará, como elemento estrella de este proyecto el «plan de calidad institucional» en la reunión que se lleva a cabo en Cádiz, la iniciativa que gobierne la lista más votada.

Este planteamiento de calidad institucional no tiene nada.

La combinación de las listas cerradas y bloqueadas con este añadido acentuaría a la partitocracia hasta límites extraordinarios y tendríamos gobiernos con una mínima representación legalmente democráticos, pero legítimamente impresentables.

Feijóo no apuesta por la calidad institucional, sino por intentar asegurarse un argumento para gobernar, dado que Sánchez tiene un espacio de pacto mucho mayor que él. Ésta es la verdad cruda y dura.

Si el PP quiere ganarse la imagen de un renovador de la vida política española, de la mejora de la calidad institucional absolutamente necesaria, debe empezar por liquidar las malditas listas cerradas y bloqueadas.

Debe hacerlo eficientemente contemplando que la Constitución exige la proporcionalidad en el sistema electoral, pero en este mundo todo está inventado.

Es posible dotar de poder real al voto ciudadano, es decir que la elección del diputado dependa de una circunscripción en la que el elector elige directamente a quien quiere, en lugar de votar a una lista de la que desconoce la mayor parte de miembros. De esta forma el diputado debe responder ante su electorado porque es él quien le dará o no la continuidad en el escaño.

Alemania tiene un modelo que combina la proporcionalidad con la elección directa de diputados

Alemania posee un modelo que combina la proporcionalidad con la elección directa de diputados. Lo hace por medio de un doble voto, uno que es puramente proporcional y sirve para elegir a diputados de acuerdo con las listas de cada partido. Y el otro es por circunscripciones personales, como si fuera un sistema mayoritario en el que el elector opta por la persona que más le interesa.

Si por lo menos la mitad del Congreso es elegido por esta segunda fórmula, la representatividad queda totalmente mejorada y la partitocracia puesta en evidencia. Y si el sistema alemán no gusta, que lo adapten o que utilicen cualquiera de los otros que existen que hacen posible que el poder lo tenga el ciudadano y su voto, y no el partido político.

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Després de la manifestació independentista d'ahir dijous 19 de gener, creieu que el procés està acabat tal com afirma Sánchez?

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