La pandemia en Cataluña: ¿son suficientes las nuevas medidas?

Con el desplazamiento de la Consejera de Salud, Alba Vergés, y el nuevo consejero de facto Josep Maria Argimon, director de CatSalut y ahora además Secretario de Salud Pública de Cataluña, la respuesta de la Generalitat es percibida como más efectiva, porque finalmente de la pasividad se ha pasado a la búsqueda activa de los contagiados, especialmente los asintomáticos, para detectar rápidamente los posibles casos y aislarlos.

Esta acción en municipios de las dos comarcas del Vallès y en barrios de Barcelona parece adecuada, y los resultados han acompañado a la iniciativa, reduciendo la tasa de contagio y el riesgo de rebrote. Sin embargo, la incertidumbre sigue planeando porque hay hechos e interrogantes que necesariamente hay que aclarar.

Estos son:

  • El número de PCR ha pasado de 6.000 diarios (un escándalo) a 10.000 y se quiere llegar a los 14.000, pero los aumentos están lejos de situarnos en el lugar líder que necesitamos, y vamos por detrás de la mayoría de PCR para cada caso. Pero este es, de todos, el aspecto menos preocupante, porque los grandes déficits se encuentran en otros aspectos.
  • El plazo en obtención de los resultados de los PCR. Técnicamente un PCR tarda unas 4 horas. Administrativamente el plazo en dar los resultados es mucho mayor: Sanidad indica 24-48 horas, pero en realidad es más. Cada día que pasa, el contagiado no sintomático que no recibe la comunicación de si es positivo, es una fuente de contagio. Por lo tanto, reducir el tiempo es tan importante como el número de PCR. El reto y necesidad de la sanidad catalana es situar las 24 horas como plazo máximo. Se trata básicamente de dotar de las máquinas robotizadas que entregan resultados en 4 horas y descentralizar la foto. También permitiría un mejor control en el aeropuerto, aunque fueran aleatorios.
  • Los rastreadores son aún insuficientes. Los criterios son elásticos. Entre 1 por cada 15.000 en el área de Boston, bajo el criterio que actúa sobre 15 personas cada día, y 1 por cada 4.000 en Alemania. Se trata de contabilizar los que siguen los casos de cada positivo, no de los que están en un call center para verificar que sigan la cuarentena. Disponer de 1.000 rastreadores reales para toda Cataluña sería seguramente una cifra adecuada, y estamos lejos de ella.
  • La efectividad del cumplimiento. De nada sirve identificar a los contactos y pedirles que hagan cuarentena o un PCR si las personas afectadas no lo hacen. El control de esta fase es básico, porque sino todo el gasto precedente de poco sirve. En muchos casos las personas que no se encuentran mal van a trabajar simplemente por necesidad. Esto explica la mayor afectación en poblaciones de Cataluña y barrios de Barcelona de menor renta. Los trabajadores eventuales, precarios, irregulares, autónomos, tienen que salir a ganarse la vida cada día. Si la Generalitat y los ayuntamientos no arbitran medidas, aquí hay un gran agujero para la expansión de la pandemia. También las viviendas de elevada densidad. Se tienen que habilitar hoteles, y ahora es un buen momento para hacerlo, para que las personas puedan redistribuirse y dificultar el contagio y facilitar el control.
  • Otro problema es el transporte público. Cada vez hay más datos sobre el contagio por aerosoles que permanecen horas flotando en el aire, y que incluso llegan a una distancia de 5 metros. Sea como sea, hay que revisar todo este escenario y facilitar, que no dificultar, el transporte privado. Los vehículos compartidos por el mismo grupo de personas es una buena solución, parcial, pero buena.
  • Según el estudio publicado en Nature Human Behavior por Esteban Moro y Yamir Moreno en base a datos de la zona de Boston (4,5 millones de habitantes) para evitar el colapso hospitalario (por tanto un objetivo necesario pero modesto, si se quiere volver a hacer de Barcelona una ciudad competitiva), es necesario identificar el 50% de los sintomáticos y rastrear el 40% de los contactos. Actuando así, sólo habría que poner en cuarentena entre el 3% y el 9% de la población.

El problema es que la realidad no funciona en línea de los protocolos establecidos:

  • Está definido que a todo caso sospechoso se le debe hacer un PCR en las primeras 24 horas. Este objetivo no se cumple y se tarda 2, 3 o 4 días. Una primera ruptura del frente de contención.
  • Hay que entregar inmediatamente el listado de personas con las que ha mantenido contacto. Esta práctica tampoco se cumple, ni de lejos, en todos los casos.
  • Como no hay listado, tampoco hay identificación y gestión de las personas que han estado en contacto.
  • Si la persona da síntomas, no hay tratamiento ni seguimiento de ella y de sus familiares en el 100% de los casos, lo que facilita la agravación y los contagios dentro del mismo hogar, sin hacerles el PCR.

Cataluña está lejos de disponer de un sistema fiable de salud pública. Parece mentira, pero es así.

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