No es un hecho irrelevante que pasado el domingo 8 de marzo se haya disparado el número de casos de afectados por coronavirus. Las manifestaciones, a pesar de ser al aire libre, no únicamente comportaban la proximidad física de muchas personas de procedencias diferentes, sino que además se producían concentraciones en espacios cerrados como bares, restaurantes y locales de organizaciones que participaban en la manifestación.
No tiene ningún tipo de lógica suspender la presencia de público en las concentraciones deportivas al aire libre, como los grandes campos de fútbol, y al tiempo haber mantenido las manifestaciones. No tiene ningún sentido suspender las Fallas valencianas y considerar que el día 8 no era un factor de riesgo.
Los datos ponen de manifiesto el error grave que el gobierno ha cometido en este caso por razones puramente ideológicas y políticas. El día antes de la manifestación había en España 441 casos detectados, el lunes ya se habían más que doblado llegando a los 999 y el martes cuadruplicado alcanzando los 1622 con 35 muertos.
¿Qué hecho diferencial hubo entre el día 7 y el 9 y el 10? Objetivamente las concentraciones de decenas de miles de personas, especialmente en Madrid, con motivo de las manifestaciones feministas. De hecho, como informa el digital Vozpópuli, algunos sectores del feminismo ya plantearon la conveniencia de que el gobierno suspendiera la manifestación, pero el propio director del Centro de Coordinación de alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad y portavoz oficial, Fernando Simón, indicó el mismo sábado día 7 que «no hay una avalancha de casos«, que «cada uno tiene que expresar sus ideas como considere» y que «si consideran que deben ir a la manifestación, que vayan«.
Tras estas declaraciones, ya hemos visto que la cifra de afectados se cuadruplicó en 48 horas. No había una avalancha de casos, pero los hubo.