El gobierno Sánchez saca pecho atribuyéndose el mérito de que la baja inflación es consecuencia de su gestión, sobre todo con la excepción ibérica, en cuanto al precio de la energía. Naturalmente, los ciudadanos que recibimos el recibo de la luz discrepamos profundamente de esta apreciación porque no sabemos ver el beneficio de la acción del gobierno cuando lo que nos sacan por un lado, nos lo añaden por otro.
Pero al margen de estas cuestiones, existe una explicación económica clara de por qué este hecho sucede ahora que lleva meses y meses alta la inflación. La razón debemos buscarla en la ecuación fundamental de Keynes, que establece que el consumo general es igual al consumo más la inversión, más el gasto público, más o menos el resultado de los intercambios con el exterior.
El planteamiento keynesiano determina que existe una importante incompatibilidad entre inflación y paro. Cuando la primera crece es que el segundo desciende. A mayor inflación menos paro. Este hecho tuvo una importante novedad que cambió el paradigma cuando las dos crisis de los precios del petróleo de los años 70, que dieron lugar a la estanflación. Cuando se combinó una elevada inflación con un bajo crecimiento y empleo. Pero en líneas generales, la lógica del razonamiento sigue siendo cierta.
España, que ya encabeza el ranking de paro en la eurozona, y eso no se dice lo suficiente porque Grecia ha logrado reducirlo hasta el 11,8% y cada vez se sitúa más por debajo del 12,7% español , hace favorable que la inflación sea menor porque el consumo está relacionado con el paro. A más paro, menos consumo, menos inflación.
Digamos de paso que el éxito de Grecia, del que aquí no se habla, al reducir el paro es extraordinario y es el país que ha alcanzado la mayor caída del desempleo desde el 2019. Una lección que todavía España tiene que aprender cómo se hace.
Si el paro español está en el 12,7% y en la eurozona sigue prácticamente en la mitad, 5,6%, es de toda lógica que la inflación española sea más baja que la europea. En realidad, dada la relación que existe con el paro, todavía debería ser menor esta inflación y, por tanto, hay elementos distorsionadores relacionados con el tipo de políticas que está haciendo el gobierno, como por ejemplo, la subvención generalizada a los combustibles con independencia de los ingresos del receptor, que facilita que la inflación sea alta.
Por tanto, no hay ninguna buena política en este sentido, sino más bien al contrario. En primer término, porque no logra reducir el paro, que sigue siendo el problema crónico de España y también porque, pese a la cifra de parados, los precios de los productos de consumo siguen disparados.