Es un clásico de los estudios de sociología electoral la relación entre adscripción religiosa y signo del voto. Sobre todo en EE.UU., la literatura científica en este ámbito es numerosísima. En el caso de España, el interés es mínimo. Hay muy pocos trabajos. De hecho, ni siquiera se estudian bien las diferencias de identificación religiosa entre las comunidades autónomas.
Estudio reciente
Sin embargo, hay un trabajo del año pasado de Leopoldo Cabrera Rodríguez y Felipe Rosa González, “Identificación religiosa por comunidades autónomas en España. Resultados de 394.906 personas: 2013 a 2022”, que nos da información en este sentido, si bien no aborda el tema del voto. Sin embargo, en función de los resultados de las últimas elecciones, es posible echar un vistazo y sacar una primera impresión.
Datos sobre la identidad religiosa
El 61% de los españoles se declara creyentes, es decir, tienen una identidad religiosa concreta que, mayoritariamente, es la católica. Dado que el trabajo se basa en los datos del CIS, cabe observar que los resultados a partir de 2019 registran una caída extraordinaria que no es explicable. Está dentro del período de la dirección de Tezanos y, por tanto, incurso en el desprestigio absoluto de esta institución.
Distorsiones en los datos del CIS
La distorsión que puede observarse es la siguiente: entre 2013 y 2019 se produjo una reducción de la identidad católica en España de 2 puntos, bajó del 77% al 73%. Pero en sólo 3 años, los que van de 2019 a 2022, la reducción es de 11 puntos. Dos puntos porcentuales en 7 años y 11 puntos porcentuales en 3 años. La anomalía es evidente.
Puede pensarse que este problema puede ser ocasionado por el impacto de la COVID que provocó un proceso contrario a la identificación religiosa, pero esta hipótesis no viene avalada por la secuencia de otras fuentes, como por ejemplo las del CEO en Cataluña. Por otra parte, cabe subrayar que se trata de identificación, no de práctica religiosa, es decir, que la persona cuando le pregunta la encuesta qué religión tiene contesta que la católica, aunque la mayoría no pongan los pies en una iglesia. No parece que la COVID tuviera porque modificar esa identidad tan débil.
Hecha esta consideración que relativiza la magnitud de las cifras, el comentario se centra en la tendencia, porque podemos pensar que si existe un sesgo en el CIS de Tezanos a partir de 2020, éste será generalizado y afectará a todas las autonomías.
Comunidades más religiosas
Situándonos en 2022, constatamos que las comunidades más religiosas, por encima del 70% de identificación, son Murcia (74%), La Rioja (72%) y Extremadura (71%). De estas tres, Murcia siempre ha tenido un comportamiento propicio al PP. La Rioja ha tenido un comportamiento más ambivalente, pero también inclinado al PP, y en Extremadura ahora gobierna el PP, pero sólo desde el año pasado y ha sido siempre un baluarte del socialismo.
Si nos atenemos a esta primera observación, la conclusión es que no existe una conclusión clara. Sí puede existir en el caso de Murcia, pero en absoluto en el de Extremadura, la correlación entre voto a determinada fuerza como el PP e identificación religiosa.
Comunidades menos religiosas
En el otro extremo, el de menor religiosidad, se sitúa Cataluña (49%), que es muy baja, y País Vasco (50%). Aquí el común denominador político sería la importancia del nacionalismo o el independentismo. Esta idea encajaría en algunas interpretaciones que consideran que ha habido un trasvase de la identidad religiosa a la identidad nacionalista.
Seguramente todo es bastante más complejo e intervienen más factores. En cualquier caso, y sin apartarnos del eje de la indagación, cabe decir que el predominio nacionalista no parece favorecer la identidad religiosa.
Datos contradictorios
En medio se sitúan la mayoría de comunidades y aquí los datos son contradictorios. En Castilla y León, el PP ha ganado siempre y tiene un nivel de religiosidad alto, pero en Castilla-La Mancha, que presenta la misma característica religiosa, la hegemonía política ha correspondido siempre al PSOE. En Andalucía, otro caso de identificación religiosa grande (68%); en 2019 era del 80%, el gobierno del PP es reciente y hasta hace pocos años ha sido el granero del voto socialista.
El núcleo duro popular, Madrid, presenta al mismo tiempo un nivel de religiosidad bajo; no llega al extremo de Catalunya, pero claramente se sitúa por debajo de la media española, que está en el 61%, mientras que Madrid sólo alcanza el 57%.
Juventud e identificación religiosa
Si además observamos la tendencia más moderada o más alta en función de si asumimos las cifras del CIS o las relativizamos a la baja y el hecho de que cuanto más joven sea el votante menos identificación religiosa tiene, podemos constatar que en el caso español en un primer vistazo no parece que haya una correlación entre adscripción religiosa y comportamiento electoral.
Consideración final
Dicho esto, una última consideración, nada menor: las cifras, como hemos dicho en un principio, hacen referencia a la adscripción a una determinada confesión que tiene un nivel de identidad muy débil y esto ayudaría a explicar por qué los resultados no son tan claros como en otros países. Seguramente si los datos estuvieran relacionados con la práctica religiosa en lugar de la adscripción, y por tanto expresaran un compromiso más concreto, entonces es posible que sí viéramos relación entre el comportamiento electoral y la religión.
De momento, quedémonos con la hipótesis de que el perfil religioso mayoritariamente católico no parece dotar de mucha cohesión política al voto. Y quizás aquí encontraríamos la explicación de que España tiene un despliegue legislativo que, incluso, supera al de países donde el nivel de identidad religiosa es realmente muy bajo, caso de los nórdicos o de Francia.