¡Guerra en Europa! ¿Hacia un nuevo 1914?

El 28 de julio de 1914 comenzó la I Guerra Mundial. Fue una conflagración que todos decían querer evitar, pero hacia la que avanzábamos como sonámbulos, y precisamente éste es el título de un libro sobre esta guerra «Sonámbulos.Como Europa fue a la guerra en 1914», del historiador Christopher Clark.

Su documentadísima exposición muestra cómo la guerra acabó siendo la consecuencia inexorable de una serie de hechos previos fruto de las relaciones de poderes entre los grandes estados.

Las tensiones entre Gran Bretaña y las potencias continentales, el afán expansionista de Serbia, el temor de Alemania a una guerra en dos frentes, la sensación de pérdida de poder del imperio austrohúngaro, todos estos y otros elementos fueron el cultivo que llevaron a la guerra, y el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo fue más un hecho puntual que la razón real de la causa.

Ahora Europa parece reproducir esta dinámica con patrones distintos y avanza decididamente hacia un conflicto abierto con Rusia.

El acuerdo final para enviar a los poderosos tanques Leopard a Ucrania, a pesar de la resistencia inicial alemana, es un ejemplo. Al final se ha impuesto el lobby de la guerra formado por Polonia y los países bálticos que actúan como punta de lanza de la política de NATO y, por tanto, de EEUU. Porque la resistencia alemana se ha liquidado a partir del momento en que Biden ha decidido que enviaría a los poderosos Abrahams al escenario de la guerra del Donbass. Si EE.UU. envía sus tanques, Alemania sólo le queda seguir.

Naturalmente, se hace con la esperanza de dar la vuelta a la guerra, pero esto no será fácil.

Primero por razones de tiempo y de logística. La ofensiva rusa se producirá previsiblemente a finales de febrero principios de marzo y los modernos tanques occidentales no estarán previsiblemente disponibles hasta dentro de 3 o 4 meses en el mejor de los casos. Por razones logísticas y también para entrenar a las tripulaciones.

Por otra parte, estos vehículos son una poderosa arma bélica, pero tienen exigencias de mantenimiento, provisión de proyectiles y combustibles, mucho más elevadas que, especialmente, los Abrahams americanos y esta cadena de suministro no existe.

Ahora, Europa ha dejado definitivamente atrás su idea de proporcionar armamento defensivo porque los carros de combate que se envían son fuerzas de choque de primer orden.

Por otro lado, para que sean efectivos se necesita una masa combatiente que al menos se ha cifrado en 300 vehículos más las correspondientes unidades de acompañamiento. Si se supera la prueba logística, quedará por ver cómo responde Rusia. Enfrente pueden tener otro de los mejores tanques del mundo, como son el alemán y el estadounidense. Se trata del T-90A que podríamos decir que es el descendiente del T-72. Presenta inconvenientes frente a los tanques occidentales, sobre todo por su cañón, pero es también un vehículo excepcional.

La otra incógnita es la última versión de tanque de la que dispone Rusia que ha desfilado ya por la plaza Roja de Moscú, el T-14 Armata que es un vehículo de nueva generación y que puede convertirse en el mejor del mundo, en cualquier caso es el más reciente.

Si la ofensiva rusa fracasara y los carros de combate proporcionados por Europa y EEUU marcaran el camino hacia la victoria aislando Crimea del resto del territorio controlado por Rusia, estaríamos ante las expectativas de elevar mucho el nivel de conflicto y escalar hasta a una guerra nuclear en territorio europeo en el que las bombas tácticas de Rusia tendrían un papel extraordinario.

Mientras, la guerra tiene ya para Europa un elevado coste en dinero, inflación y dependencia absoluta de EEUU, porque a la militar, comercial y tecnológica, se le añade ahora la energética.

Pero estos años se pueden multiplicar porque hay que recordar que la mayor parte de las empresas europeas que operan en Rusia no se han ido del país. Sólo lo ha hecho un 9%. Si el nivel bélico sube de tono, es evidente que este escenario se verá desquiciado y el daño será una vez más para Europa ante la incompetencia de la pareja formada por Ursula ven de Leyen y Josep Borrell, junto con unos gobiernos estatales de muy bajo nivel que no hacen otra cosa que ceder al mandato de la política exterior de EE.UU.

La tensión crece como así lo manifiesta la intención de enviar más tropas de la OTAN a los países bálticos y Polonia donde aumentará, en el primer caso, el contingente español.

También ha provocado la rotura de la sólida alianza nórdica, porque ante la resistencia de Turquía de incorporar a Suecia a la OTAN, Finlandia ha decidido entrar por su cuenta sin esperar a que se resuelva el contencioso entre islamistas turcos y suecos.

En definitiva: la guerra, en el sentido pleno del término, está en Europa más cerca hoy que ayer y más lejos que mañana, hasta que pueda llegar a un punto de no retorno, porque, y esto es muy grave, la CE y los estados miembros de la UE, por primera vez desde su existencia, han apostado todo su capital a la vía militar sin abrir ninguna puerta a la diplomacia y la negociación.

Este hecho rompe con lo que ha sido hasta ahora la esencia de la política exterior europea.

La CE y los estados miembros de la UE, por primera vez desde su existencia, han apostado todo su capital a la vía militar Share on X

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