La Generalitat necesita recuperar el espíritu europeísta de sus primeros tiempos

Las relaciones de la Generalidad de Cataluña con el proceso de integración europea -es decir, con lo que era antes la Comunidad Europea (CE) y hoy es la Unión Europea (UE)- conocieron una época dorada durante sus primeros tiempos , particularmente a lo largo de los veintitrés años de presidencia de Jordi Pujol (1980-2003).

Esto fue así debido a una serie de circunstancias. Factores clave fueron el europeo declarado y genuino del presidente Pujol, la dimensión política del personaje y los momentos históricos de preadhesión a la CE que se vivían.

El presidente solía presentarse como «un patriota europeo». Su europeísmo impresionó particularmente a la Europa Comunitaria en 1985, un año antes de la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea (CEE), cuando se desplazó a Aquisgrán, capital del antiguo imperio carolingio, para pronunciar una memorable conferencia que empezó con estas palabras:

“Vengo de lejos, de los confines del Imperio. Vengo de Cataluña, un país de España, situado entre los Pirineos y el Mediterráneo. Y he venido a Aquisgrán para hablar de Europa. Para hablarlo justamente en el momento en que España está a punto de entrar en la CEE. Que un ciudadano español, por tanto un periférico en la Europa política actual, venga a Aquisgrán, la vieja capital de Carlomagno situada en el corazón mismo de la primera Europa de los seis, es un acto de una gran dimensión, aun de una gran solemnidad. Quisiéramos que -aunque fuera modestamente- fuera también un acto de utilidad para Europa. Yo soy el presidente del Gobierno autónomo de Cataluña que en este momento de incorporación de España a la CEE he querido venir, en nombre de mi país, a expresar aquí, en nuestra antigua capital, nuestra alegría, la alegría de volver en casa”. El discurso acabó con una firme declaración de intenciones europeísta : “Queremos construir un país, el nuestro. Y deseamos participar, modestamente, en la construcción de toda Europa. La antigua Marca Hispánica que hoy se reincorpora a lo que podríamos llamar  Kerneuropa (el corazón de Europa), lo hace con la ingenua petulancia de creer que puede aportar algo a la patria europea. Cataluña ha querido adelantarse, volver a Aquisgrán para afianzar su voluntad de contribuir a la construcción de Europa“.

Aquel discurso estaba impregnado de una filosofía que inspiró la política europeísta de la Generalitat durante un cuarto de siglo . Era una filosofía sustentada por los siguientes pilares: origen carolingio de Cataluña con la Marca Hispánica; Aquisgrán, capital de Carlomagno, como en la antigua capital de Cataluña; Cataluña es un país a construir después de la larga noche del franquismo; Cataluña, un país de España y un país europeo de pura cepa; un país que, con modestia y humildad, aspira a ser de utilidad para Europa; que quiere servir a la labor enorme que supone la integración europea; que cree que puede aportar algo a la patria europea y quiere ser proactivo en Europa; que está muy contento de volver a casa, que esto es lo que significa volver a Europa para los catalanes, a través de la entrada de España en la Comunidad Europea.

Las palabras del presidente Pujol pronunciadas en Aquisgrán fueron muy bien recibidas en los lugares donde él quería dar diana. Su admirado Embajador Alberto Ullastres -que quince años antes había logrado firmar con la Comunidad Económica Europea (CEE) un acuerdo comercial muy bien negociado y beneficioso por los intereses de España hasta que llegó el momento de la adhesión a la CEE año 1986- le comentó que con aquella filosofía europeísta Cataluña llegaría lejos en sus relaciones con la Europa Comunitaria, pues “usted y yo sabemos perfectamente que Bruselas es como el albergue español, en el que cada uno encuentra lo que aporta“.

A principios de su mandato, en mayo de 1980, el presidente Pujol había dejado bien claro que “adaptar las estructuras en Europa” sería una cuestión prioritaria para su gobierno, y que habría que trabajar, prepararse a fondo y sembrar antes de recibir recompensas europeas. Iniciativas europeístas de envergadura por parte de la Generalitat llegaron de inmediato. En 1980 se decidía crear un Grupo de Trabajo Generalidad-Secretaría de Estado de Relaciones con la Comunidad Europea y organizar una Comisión mixta de seguimiento de las negociaciones de adhesión de España a la Europa Comunitaria.

En 1980 se ponían en marcha los Cursos sobre las Comunidades Europeas en Barcelona, ​​en colaboración con la Escuela Diplomática de Madrid, bajo la tutela de Alberto Ullastres.   En 1982 se creó el Patronato Catalán Pro Europa, dedicado a la sensibilización, información y formación europeístas en Cataluña de cara a la inmediata entrada en la Comunidad Europea. En 1982 se presentaron las conclusiones de un Libro Blanco sobre el impacto de la adhesión de España a la Comunidad Europea para Cataluña. A través del Patronato, se empezaron a otorgar becas para realizar estudios europeos en los mejores centros especializados del continente.

El presidente, el Departamento de Presidencia y la Secretaría General eran entonces, los tres, muy activos y proactivos de cara a Europa. Una Dirección General de Adecuación en las Comunidades Europeas coordinaba la labor europeísta de todos los Departamentos. El Patronato Catalán Pro Europa se constituyó como un consorcio público-privado del que formaban parte, junto a la Generalitat, Cajas de ahorro, Universidades, Escuelas de Negocio y Cámaras de Comercio. Esta forma jurídica flexible y vinculada a la sociedad civil permitió abrir en 1986 la primera Delegación de un Gobierno autonómico en Bruselas, el de Cataluña, por delante del Gobierno vasco, que quedó en segundo lugar para empeñarse en que la Delegación fuera estrictamente del Gobierno vasco y no representativa de la sociedad civil vasca.

El tripartito (2003-2010) cerró el Patronat Català Pro Europa para convertirlo en Patronat Catalunya Món. En un acto en el Palacio de Pedralbes de Barcelona, ​​el vicepresidente Carod Rovira -en presencia de todos los directores que había tenido el Patronato desde su fundación- homenajeó a su obra europeísta al tiempo que le clausuraba. Se inauguraba un nuevo Patronato Catalunya Món, convirtiendo a la antigua institución en un organismo de alcance global. Con el paso del tiempo, el Patronato Catalunya Món acabaría convirtiéndose (2012) en lo que es hoy el Diplocat, Consejo de Diplomacia Pública de Cataluña, institución que fue cesada temporalmente por el gobierno español en 2017 con motivo de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

El nivel actual de presencia europeísta horizontal en la administración de la Generalitat se concreta en una Dirección General dentro del Departamento de Acción Exterior y Gobierno Abierto, junto a los especialistas sectoriales situados en distintos Departamentos.

La pérdida de oportunidades para Cataluña al no disponer de la política y de las “estructuras” europeas precisas, a lo largo de los últimos tiempos, parece evidente. Barcelona no ha logrado, por ejemplo, la sede de tres agencias europeas que le interesaban, pese a ser una candidata muy adecuada, seguramente también por impericia municipal añadida a las anteriores carencias. Son estas: Agencia europea de seguridad alimentaria (con sede en Parma, Italia), Agencia Europea del medicamento (con sede en Amsterdam, Países Bajos) y la más reciente HERA, Agencia de salud de la UE para luchar contra futuras pandemias (con sede en Bruselas).

El “proceso”  ha consumido muchas energías políticas y administrativas en los últimos años y ha sido responsable de que la Generalitat pasara paulatinamente de su entusiasmo europeísta inicial a un europeísmo cada vez más crítico , euroescéptico ya veces incluso eurofóbico, al comprobar que ni desde de la UE ni desde sus Estados miembros llegaba el apoyo deseado al proyecto secesionista. La posición de la UE ha consistido sistemáticamente en recomendar que el conflicto catalán se resolviera en el marco del Estado español, rechazando siempre la unilateralidad y cualquier ilegalidad.

Se ha vivido una época en la que el presidente de la Generalitat era recibido por el presidente de la Comisión Europea -incluso por su máximo representante histórico, Jacques Delors- prácticamente sin cita previa , tan fluidas eran las relaciones entre ambos cargos. Un ejemplo paradigmático son las relaciones que había mantenido el presidente Jordi Pujol con el presidente luxemburgués de la Comisión Europea, Gaston Thorn, con segunda residencia en el Empordà. Gaston Thorn dio buenos consejos a Cataluña durante su mandato. Por ejemplo, aconsejó que Cataluña saliera de la Asociación de regiones europeas de tradición industrial y fundara una nueva asociación con regiones innovadoras y punteras como Baden Württemberg, Rhone-Alpes y Lombardía, que se acabó formando con la denominación de “Los cuatro motores” de Europa.

Durante los últimos tiempos los contactos entre la Comisión y representantes de la Generalitat han sido más bien escasos y de bajo nivel . Cataluña debería haber sido, por ejemplo, líder en colaborar con la Comisión Europea de cara a recuperar una gobernanza europea más comunitaria y menos intergubernamental, que es la que ha predominado estos últimos años en la UE, especialmente después de la Gran Recesión de 2008. El método intergubernamental favorece las relaciones directas de la UE con las administraciones centrales de sus Estados miembros, en detrimento de las entidades subestatales o regionales.

No se han aprovechado las oportunidades que la normativa vigente proporcionan a las regiones europeas de participación en el proceso decisorio europeo, pues se ha preferido estar a la espera de lo que podría ofrecer más adelante una hipotética independencia.

La presencia catalana en las instancias de cooperación entre regiones europeas se ha debilitado , como la Eurorregión (regiones francesas y españolas), la Asociación de Regiones de Europa, la Comunidad de Trabajo, de los Pirineos, la ya citada de los “Cuatro Motores de Europa“, la Asociación de regiones europeas con capacidad legislativa o el Comité de las Regiones de la UE, etc.

Todo parece indicar que habría que volver a un tipo de política europeísta que fuera prioritaria entre el conjunto de las existentes y que respondiera a un espíritu ya una filosofía inspirados a los que tuvo la Generalitat durante sus primeros tiempos, con los que todas las partes interesadas -Cataluña, España y la UE- salían ganando.

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(*) Víctor Pou fue el primer director del Patronato Catalán pro Europa y el primer director general de Adecuación a las Comunidades Europeas de la Generalidad de Cataluña, Coordinador del Grupo de Trabajo y Comisión mixta Estado-Generalitat para el seguimiento de las Negociaciones de Adhesión de España a las Comunidades Europeas, director de los Cursos sobre las Comunidades Europeas en Barcelona.

 

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