La otra cara del feminismo (III): De las obsesiones y privilegios

La opinión publicada y la información del feminismo militante dada por periodistas del mismo perfil muestran una curiosa obsesión por todas las cuestiones relacionadas con el sexo dejando aparte ahora uno de sus temas monográficos, que es el de la violencia de los hombres contra las mujeres. Escriben sobre el sexo desde una perspectiva muy personal y particular, y en muchas ocasiones en unos términos que, si el redactor fuese hombre, sería motivo de justificado vituperio, bien por las cuestiones que formulan, bien por el nulo interés que tiene fuera de la propia protagonista.

Uno de sus temas predilectos son los relacionados con los senos, los sujetadores, con o sin ellos, sus consecuencias, las críticas que reciben por estos motivos, etc. Como en todas las demás cuestiones de naturaleza tan personal y subjetiva, siempre elevan la anécdota a categoría y además de nivel político.

Los culos en la opinión publicada feminista han ido ganando una importancia creciente, posiblemente por influencia de las acreditadas intelectuales, Jennifer López y Kim Kardashian. Tanto es así que no tienen inconveniente en elaborar artículos de opinión que lleven como título, por ejemplo, “El culo como guerra cultural” firmado por Isabel Gómez Melenchón.

También tiene mucho éxito el desarrollo de la tesis de que la mujer ocultaba su cuerpo con la vestimenta por imposición de los hombres, en el pasado. Mira por dónde el estilo imperio o el miriñaco debían de ser una imposición napoleónica, o vete a saber de quién, y no fruto de la evolución de los gustos de las mujeres.

Paradójicamente, esto ocurría cuando no había modistos hombres y todo eran modistas mujeres. Ahora que el ir y volver de la moda depende de hombres y multinacionales, resulta que las mujeres visten con más libertad, como es fácil constatarlo, recordando las excelencias metálicas de Paco Rabanne y las interioridades de Victoria’s Secret.

Como puede constatarse con este tipo de elucubraciones, el feminismo next generation  tiene una mitología rica y variada. Un clásico se ha convertido en la defensa enconada de los leggins como un elemento virtuoso, superador de los inconvenientes de los vaqueros que, según la autora de esta tesis, Margarita Puig, es la primera causa “de la tediosa celulitis”. Defiende los leggins a capa y espada porque le permiten una vida más dinámica y más cómoda, y muestra su disconformidad para que la consideren una prenda tan indecorosa. Y, en este sentido, y esto es ser cosmopolita, cita la carta escrita por una madre católica de 4 hijos en The  Observer en la que afirmaba preocupada por un problema que sólo las niñas podían resolver, los leggins: “Son tan ajustados que las desnudan”. Y esa inocente madre se dirigía a la madre de las niñas diciendo que podían pensar un poco en las madres de los chicos la próxima vez que vayan de compras y consideren elegir unos vaqueros y no esas mallas tan ajustadas.

Sin embargo, la autora considera que todo esto forma parte del ejército de los que tienen prejuicios por todo. La preocupación por la forma de vestir y por las miradas reales o imaginarias que reciben las mujeres, es una temática bien femenina y extraña en los artículos de opinión de los hombres. En realidad el género feminista cuando no teoriza sobre la agresión de los sexos gira en torno al Yo de sus respectivas autoras.

Si se quiere constatar una diferencia adicional marcadamente clara entre hombres y mujeres, basta con recurrir a los artículos de opinión y obsesiones de unos y otros.

Sin embargo, esta libertad de proceder se extiende a cuestiones que a primera vista no parecen demasiado atractivas, como el de los períodos menstruales, las compresas y todos estos aspectos de la vida femenina. Ahora han pasado de ser una cuestión personal, como suele ser común en las cuestiones de higiene, para convertirse también en un asunto político. De modo que la Generalitat ha decidido dedicar, a través de la famosa consellera de Igualdad y Feminismos Tània Verge, un presupuesto de ¡7,6 millones de euros!, para subvencionar toda la higiene femenina.

En realidad, el consejo ejecutivo habla de «a todas las personas no binarias ya los hombres trans que menstruen» (o sea que ya lo sabéis, hay una nueva categoría de macho: el que menstrua), de acuerdo con la Generalitat de Cataluña y la nueva ley trans del gobierno Sánchez.

Se piensa instalar dispensadores gratuitos en todas partes para que se expendan compresas y tampones de algodón orgánico, que estarán disponibles para todo el mundo, es decir será jauja, con una especial atención en las universidades, escuelas, equipamientos juveniles, estaciones de ferrocarril y comisarías.

La Generalitat subraya que se trata de una acción muy ambiciosa –y no lo dudamos- y sin precedentes– estamos convencidos de ello– porque políticas tan originales como ésta no proliferan en el mundo de la racionalidad. Además ya saben exactamente cuántas mujeres menstruan en Catalunya, 1,8 millones. Si bien no detallan cuántos hombres trans contabilizarían dentro de esa cifra. Al desear que, además, todo sea reutilizable para no dañar el medio ambiente, pues se facilitará el uso de la copa menstrual y se adaptarán y señalizarán los lavabos de los equipamientos y oficinas públicas, incluyendo los centros educativos.

Además una línea estrella de esta acción es que 85.500 alumnos de 3º de ESO (no dice nada de los trans ) recibirán unas bragas y una compresa reutilizables, además de la concebida copa. Y eso afectará a 1.120 centros y ésta es una acción que se repetirá año tras año. Ya ven, otra cosa no, pero nuestro gobierno, el de Pere Aragonès, se preocupa y mucho de las compresas y tampones.

¡Quién nos iba a decir que la política catalana acabaría por estos senderos!

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