En un mundo geopolíticamente complejo y amenazante, necesitamos urgentemente alguien que, por encima de los Estados y de las entidades subestatales -naciones, regiones o municipios- represente Europa en su conjunto.
Una Federación de Estados significa una Unión de estos Estados. Es un sistema que comienza a partir de una soberanía estatal previa y es más que una simple Confederación. En una Federación hay una Autoridad y una Representación que está por encima de los Estados federados. La Autoridad o el Poder Federal emana de un Parlamento Federal que, junto con una segunda cámara o Consejo Federal en el que los Estados están representados, conforma el Legislativo Federal. En el caso de Europa, la primera cámara representaría los europeos en su conjunto, mientras que la segunda representaría los intereses de los Estados federados y entidades subestatales.
Para llegar a la Federación europea, las tres instituciones actualmente existentes -Comisión Europea, Consejo Europeo y Parlamento Europeo- deben transformarse en Gobierno Federal, Consejo Federal y el Parlamento de la Federación, respectivamente. La Asamblea o Parlamento Federal elige al Presidente Federal que dirige el Ejecutivo europeo federal.
Una Constitución europea regula todo el cuerpo jurídico e institucional europeo. Hay una Asamblea Constituyente capaz de elaborar una Carta Magna europea.
Tenemos dentro de nosotros, en el corazón del continente, funcionando desde hace siglos, un modelo federal que nos puede inspirar: se trata del modelo helvético.
Suiza, desde sus orígenes, ha sido democrática, solidaria entre sus entidades nacionales, subsidiaria, eficaz y responsable en el tema político. Por eso todavía perdura desde la Edad Media, respetuosa de sus hechos culturales diferenciales. Es por todo esto que es el modelo a seguir. Pero no es sólo por eso, sino que también se debe a que constituye nuestro mejor campo de experimentación y una demostración palpable de lo que es posible hacer en el ámbito global europeo.
Suiza es un microcosmos europeo, una Europa Occidental en miniatura, un mundo por el que pasa la línea divisoria germana-latina, donde la orografía accidentada ha permitido una diversidad cultural única y donde el francés, el alemán con un dialecto autóctono (el schweizersdeutsch o como dicen en Suiza el Schwyzerdütsch), el italiano y el romanche o reto romano no se cierran el paso entre ellos. El romanche es la cuarta lengua nacional de Suiza a partir de 1938 y lol habla aproximadamente sólo el 1 por ciento de la población. Si esta diversidad, no ha impedido la unión política, ha sido porque los suizos, como todos los pueblos europeos occidentales, son poseedores de una civilización común igual para todos nosotros y porque, ante los retos, ha habido la voluntad y la energía suficientes para la unión: primero a escala confederal, y más tarde federal.
Europa necesita una renovación completa de su modelo de integración. Koundenhove Kalergi escribía en 1923 que para construir Europa se necesita un núcleo integrador. Jean Monnet confiaba en que su método comunitario de integración actuaría de motor integrador. Este método ha dado muchos frutos, pero ha llegado a un punto en que ya no puede dar mucho más de sí mismo.
Hoy en día no puede haber otro núcleo integrador en Europa más que el eje París-Berlín. Sólo este eje nos puede llevar a la unión federal. Alemania ha dado pruebas desde el comienzo del proceso comunitario de integración y puntualmente a lo largo de las últimas décadas, de que estaba dispuesta a dar el gran paso hacia la Federación Europea, siendo ella misma una federación y por tanto otro modelo para Europa, además del helvético. Pero su partenaire clave, Francia, prototipo de la État-nation centralizado, no ha seguido. En los últimos tiempos Alemania quizás se muestra menos dispuesta y Francia parece que continúa no preparada para meter en la Grande Nationen una verdadera estructura federal. El tiempo juega en contra del posible papel de núcleo integrador por parte de alemanes y franceses, y naturalmente en contra de Europa. El tiempo se nos acaba. ¿Serán capaces franceses y alemanes de reaccionar a tiempo y evitar que Europa se convierta, como ha advertido recientemente en Barcelona el ex jefe de gobierno italiano, Enrico Letta, en una colonia de los Estados Unidos o, como única alternativa, en una colonia China?
La utopía de Koundhove Kalergi nació en 1923. Jean Monnet y los demás Padres de Europa abrieron un camino de integración muy prometedor, lleno de realizaciones concretas, a comienzos de los años cincuenta del siglo pasado, y aún se mantiene, a pesar de que sea «a golpe de crisis», como él mismo preveía que pasaría. Es el método comunitario, el de la Comunidad Europea, hoy Unión Europea.
Ahora es la hora de iniciar otro camino. Ahora es el momento de Francia y Alemania para llegar a un acuerdo histórico, de crear un movimiento europeísta potente, estimulante, que acabe llevándonos a la Federación Europea, sin la cual lo que le espera a Europa es seguramente la decadencia y la irrelevancia .
La Conferencia sobre el futuro de Europa, que debe comenzar en 2020 para terminar el 2022 es, en estos momentos, la gran esperanza para iniciar un nuevo camino.
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1 comentario. Dejar nuevo
Sugiero la lectura del libro de Sandro Gozo, «La Cible», recién publicado. Poco más de jugosas 100 páginas. El autor, hoy europarlamentario, (Grupo Renew) durante más de 4 años Ministro en Italia, de Asuntos Europeos, y defiende la Europa Federal. Espero que traduzcan al catalán y/o al castellano su pequeño gran libro