Los grandes errores de Aragonès: la falta de planificación territorial

Uno de los problemas cruciales de Cataluña es haber abandonado prácticamente lo que había sido una enseña de la Generalidad tanto en el siglo XX como en el período republicano: la planificación territorial o la ordenación del territorio, llámelo como desee. Éste ha sido uno de los grandes errores de Aragonès. Algo que está estrechamente vinculado a la previsión y gestión de las infraestructuras.

Cogemos el caso del corredor mediterráneo. El índice sintético calculado por la UE en 2015 para determinar cuáles son los tramos de infraestructura vial que registran una mayor intensidad de uso se sitúa, en primer lugar, con un índice de 15,89 la Cuenca del Ruhr, seguido de Milán con un 9,37 y muy cerca y, en tercer lugar, el eje Barcelona-Tarragona, con un 8,46, con mayor intensidad, por ejemplo, que la región de Frankfurt o la región de París. Para situar una referencia española, Madrid se encuentra en el puesto 13º con un índice de 4,68.

Por tanto, si el corredor mediterráneo es importante, urgente y va muy atrasado, el tramo entre Barcelona y Tarragona, y de hecho hasta la frontera, debería haber tenido un tratamiento urgente y prioritario que no ha tenido y, no solo eso, sino que se ha producido el fenómeno de la saturación de la AP-7, que es la parte fundamental de este eje debido al colapso producido en el momento en que la concesión finalizó y la autopista se hizo libre sin tomar ninguna medida previa que atenuara este problema de saturación.

Este hecho ha dañado gravemente la comunicación en todo este territorio y es una manifestación importante de la falta de planificación territorial. Ahora, deprisa y corriendo para intentar atenuar el problema, se han acordado con el gobierno español 42 actuaciones que afectan a 223 kilómetros por un importe de 1.050 millones. En estas inversiones destaca el 3er carril entre Hospitalet de l’Infant y Amposta, el 4º carril entre El Vendrell y Papiol, el 3er carril entre Montmeló y Parets del Vallès, el 4º carril entre Sant Celoni y Montornès, y también la ampliación entre la frontera francesa y La Jonquera, además de otras actuaciones.

Todo esto en realidad debería haber sido realizado antes de abrir a la libre circulación la AP-7, porque el ahorro que ha ocasionado a los usuarios poder acceder sin tener que pagar tiene como contrapartida un coste no contabilizado, pero muy real, que es el de la gran pérdida de tiempo, porque significa dinero, que significa la saturación. Y también un mayor impacto ambiental porque la contaminación ha crecido.

Esta carencia de planificación se manifiesta también en el conjunto del territorio. A pesar de su reducida dimensión, Cataluña sufre al mismo tiempo procesos intensos de despoblación en su espacio más periférico y al mismo tiempo de congestión en el espacio central del área metropolitana.

El eje que desde el Pallars Sobirà desciende por el Urgell hacia el Montsià y el Baix Ebre y que también afecta a las comarcas del Noguera, las Garrigues, el Priorat y la Terra Alta constituye un territorio fuertemente afectado por procesos de despoblación y de envejecimiento interno. De esta amplia franja solo se exceptúan aquellas partes que disponen de regadíos. Esta despoblación también se extiende hacia la Segarra, Solsonès, Conca Barberà y aparte del Alt Camp. En realidad, la mayor parte de los municipios, que son muchos, del orden de más de 700, con menos de 2.000 habitantes sufren este problema, sin que la Generalitat tenga un plan territorial ni de acción municipal que contemple estas dos realidades. Cataluña necesita desconcentrar su población, pero el gobierno catalán no ha hecho nada a lo largo de estos años para promoverlo.

Sin embargo, es que, en el otro extremo del ámbito metropolitano también se hace notar esta carencia. Por ejemplo, en la falta de suelo industrial, sobre todo en Barcelona, ​​donde es difícil encontrar terrenos de gran formato que permitan la localización de naves grandes, sobre todo para el sector logístico. Este déficit hace que inversiones que querían localizarse en Cataluña se hayan tenido que marchar, por ejemplo a Valencia, por falta de condiciones o porque el suelo, por efecto de la diferencia entre demanda y oferta, es muy caro.

Y para situar un último de los diversos casos importantes que ponen de relieve cómo la falta de planificación territorial perjudica nuestro potencial, es el hecho insólito de que Cataluña es una de las pocas regiones europeas que tendrá 8 estaciones de AVE en su territorio, de las cuales ahora ya dispone de 5. Este potencial de comunicación que además enlaza con facilidad 3 aeropuertos, el de Girona, Reus y Barcelona, ​​debería tener un proyecto que tradujera en términos económicos ese potencial. Pero tampoco en ese caso se ha hecho nada.

Nuestros gobernantes han tenido ocupaciones más importantes a las que dedicar su atención.

A pesar de su reducida dimensión, Cataluña sufre al mismo tiempo procesos intensos de despoblación en su espacio más periférico y al mismo tiempo de congestión en el espacio central del área metropolitana Clic para tuitear

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