China y Rusia han comprobado con satisfacción que el gran interés manifestado por numerosos países en vías de desarrollo para sus vacunas contra la Covidien se ha concretado en importantes pedidos .
Éxito comercial y también político …
En el caso de la vacuna de Rusia Sputnik V, desarrollada por el Instituto Gamaleya de Investigación en epidemiología y microbiología, países como Argelia, Argentina, Arabia Saudí o Brasil ya han pasado pedido.
En cuanto a los chinos, las soluciones de los dos principales productores, Sinopharm y Sinovac Biotech han sido ya compradas por una docena de países, que incluyen los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Egipto, Filipinas, Indonesia e incluso Hungría, estado miembro de la UE .
Ningún país quiere quedarse atrás en los esfuerzos para vacunar a su población.
Moscú y Pekín están particularmente orgullosos de ver como sus remedios contra la Covid compiten en la misma liga que las vacunas occidentales. En el caso de Rusia, que tiene un PIB sólo algo superior al de España y una economía muy poco diversificada, se trata de un éxito remarcable.
Las ventas de vacunas no sólo supondrán una importante fuente de ingresos para las empresas chinas y rusas tras los fármacos, sino que constituyen una victoria política de primer orden. El mensaje que están haciendo pasar es muy claro: Occidente ya no tiene en exclusiva la clave de la salud mundial.
… Pero sin esperar al fin de los ensayos
En la campaña mundial de vacunación que lleva unas semanas iniciada, China se juega mucho. Pekín ha prometido que tendría un papel central para conseguir la inmunidad mundial contra la Covid. El gobierno chino espera así dejar atrás las críticas por su lentitud inicial ante el virus aparecido en la región de Wuhan, que facilitó la propagación en todo el mundo.
Jennifer Huang Bouey, experta en políticas de salud de China en el think tank estadounidense RAND, afirma, consultada por el Financial Times, que podría ser la primera vez que una vacuna crítica china tenga un papel clave a escala mundial.
De hecho, la fabricación de vacunas para la exportación sigue siendo una asignatura pendiente del gigante asiático. En los últimos años, la industria farmacéutica china ha sido salpicada por varios escándalos de calidad y corrupción.
En el 2017, por ejemplo, se demostró que Sinopharm había producido cerca de medio millón de dosis de diversas vacunas, incluida la del tétanos, de calidad inferior a los estándares anunciados.
Sin embargo, la confianza de los chinos en las vacunas de su país parece ser la más elevada del mundo. Según un estudio reciente publicado en la revista científica Nature, cerca del 90% de los ciudadanos chinos afirmaron que era probable o muy probable que se vacunaran. En España este porcentaje se sitúa en torno al 75%, según datos del mismo estudio.
El problema de las vacunas de China y Rusia es que no han sido sometidas al mismo nivel de escrutinio que sus equivalentes occidentales.
Ninguno de los tres fármacos mencionados en este artículo ha hecho público el paquete completo de datos relativos a los ensayos de fase 3, la última según los estándares de la industria antes de demandar el permiso de comercialización. Sin embargo, las autoridades de China y Rusia las autorizaron por su cuenta.
En el caso de Sputnik V, el 92% de eficacia presentado a la prensa el pasado noviembre se basa en datos preliminares de los ensayos de fase 3. Algo similar ocurre con las vacunas de China que ya se están inyectando a escala masiva. Se espera que los estudios completos de fase 3 lleguen durante los próximos meses. Un tiempo de espera que Pekín y Moscú han juzgado demasiado largo.