Del fuego a las brasas: en vez de conseguir la tan airada “diversificación” energética, de momento Europa ha pasado de depender de un autócrata por el suministro de gas natural a depender de varios a la vez.
Entre éstos destacan Azerbaiyán, una dictadura que conduce una guerra de agresión contra Armenia y el Emirato de Qatar.
El reciente escándalo que ha salpicado gravemente en el Parlamento Europeo demuestra cómo este último país, un socio clave para que el Viejo Continente sobreviva sin el gas de Rusia, no es en absoluto un proveedor fiable.
Lástima que haya hecho falta ese nuevo escándalo para que la presión mediática sitúe a las instituciones europeas en el punto de mira.
Como Converses explicaba, los síntomas de la incompatibilidad entre los valores que afirma defender la UE y las actividades del gobierno qatarí eran bien evidentes desde hace años: desde la financiación del islamismo en Europa hasta las execrables condiciones laborales de los trabajadores inmigrantes en la pequeña monarquía del Golfo Pérsico, pasando por el apoyo a todo tipo de grupos extremistas en Oriente Medio.
A medio plazo se espera que Qatar sea un socio clave de Europa gracias a la ampliación masiva de sus capacidades extractoras de gas
En 2022, las importaciones europeas de gas natural licuado provenientes de Qatar apenas alcanzarán el 5% de las importaciones total, según datos de la Comisión Europea. Sin embargo, a medio plazo se espera que Qatar sea un socio clave de Europa por la ampliación masiva de sus capacidades extractoras, que se espera que entren en funcionamiento a partir del 2026.
El primero que se ha volcado en comprar gas qatarí es Alemania, el país europeo que más vorazmente consumía gas ruso y que además ha visto cómo su infraestructura de importación estrella, los costosísimos gasoductos Nord Stream 1 y 2, volaba por los aires con los sabotajes del pasado mes de septiembre.
Así pues, Berlín firmó en noviembre un contrato de 15 años de duración con la empresa pública QatarEnergy y la estadounidense ConocoPhillips precisamente a partir de 2026, cuando la nueva infraestructura qatarí entrará en funcionamiento.
De momento, Alemania es el único país que se ha comprometido con Qatar en un acuerdo de largo plazo, mientras que los demás países europeos se han limitado a realizar compras inmediatas.
Pero ante las críticas que han empezado a aparecer en Bruselas, un diplomático qatarí ya ha advertido que éstas podrían “ afectar negativamente … las discusiones actualmente en curso sobre la pobreza y la seguridad energética mundial”.
Otros en Europa han defendido que los acuerdos con Qatar serían «el mal menor» respecto a la Rusia de Vladimir Putin, y que en cualquier caso Qatar no puede ser una solución a largo plazo para garantizar la seguridad energética europea.
Y es que la práctica qatarí de ofrecer dinero a cambio de influir en los procesos políticos occidentales está profundamente arraigada.
Desde 2016, Qatar ha gastado casi 200 millones de dólares en Washington DC, lo que sitúa al minúsculo país de 300.000 habitantes en la cuarta posición de los estados que más gastan en lobbying en la capital estadounidense, por detrás de tres gigantes: China, Japón y Corea del Sur.
Otro de los esfuerzos qataríes se dirige hacia la modelación de la opinión pública internacional a través del medio de noticias Al Jazeera, que transmite información desde puntos de vista muy diferentes en función de su audiencia local y de los intereses del poder qatarí.
El tercer pilar de la influencia de Qatar son sus millonarias inversiones empresariales en todo el mundo, y que incluyen, por cierto, 5.000 millones en proyectos en España según se ha anunciado este año. Los otros objetivos privilegiados de Qatar en Europa son Francia (donde su influencia se extiende hasta la Presidencia de la República), Alemania, Grecia y Suiza.
En definitiva, Europa está empezando a descubrir que no le resultará fácil encontrar vendedores virtuosos de gas natural. Entre ellos, Qatar merece una especial vigilancia por sus repetidas malas prácticas demasiado a menudo escondidas por el monumental montón de dinero que gana gracias a las reservas de gas natural, que le otorgan una injustificada capa de respetabilidad.
Europa está apenas empezando a descubrir que no le resultará fácil encontrar vendedores virtuosos de gas natural Share on X