Europa ante las amenazas imperiales de la nueva geopolítica: ¿Qué hacer?

Decíamos en posts anteriores que en la última Conferencia de Seguridad de Múnich (14/15 de febrero de este año) se había puesto en evidencia que el mundo avanzaba hacia un orden mundial de carácter imperial, con el consiguiente regreso a esferas de influencia entre potencias y a las lógicas de los comportamientos imperiales.

Los parámetros de la historia se están moviendo vertiginosamente. La historia funciona como un péndulo y actualmente gira hacia el autoritarismo y el imperialismo.

Comentan destacados analistas, como  Gideon Rachman en el Financial Times, que «hoy se puede contemplar en directo el retorno a la fuerza bruta y a la ley de la selva; las ambiciones territoriales de Trump forman parte de una tendencia global; Putin y Xi Jinping tienen sus propias ambiciones expansivas en materia de territorios y zonas de influencia». En el semanario The Economist se puede leer que «Europa debe empezar a prepararse para vivir sin la alianza transatlántica».

En los círculos europeístas de Bruselas existe una gran preocupación por la nueva situación geopolítica mundial de fragmentación y confrontación. Se hacen eco de estas palabras pronunciadas recientemente por Josep Borrell, anterior Alto Representante de la UE en materia de asuntos exteriores y seguridad: «Europa está rodeada de carnívoros y nosotros seguimos siendo herbívoros; debemos dejar de ser herbívoros en un mundo de carnívoros, si queremos sobrevivir».

El manifiesto de la Unión Europea de Federalistas

La Unión Europea de Federalistas acaba de difundir un manifiesto en el que se puede leer lo siguiente:

«Europa se ve rodeada de imperios renacientes que no tienen ninguna consideración por los europeos, dirigidos por hombres dominadores y autoritarios animados por una sed insaciable de poder y de expansión. Europa sufre desde hace años tentativas de desestabilización extranjeras tanto internas como externas orquestadas por los nuevos imperios como China y Rusia. A todo esto se añade una nueva amenaza proveniente de un estado  históricamente aliado, Estados Unidos. Trump rompe el vínculo transatlántico, es amigo de Putin y está obsesionado con China. Los europeos no contamos, somos «patéticos», dice reiteradamente algún colaborador de Trump, como su vicepresidente J.D. Vance. Nos ven situados en la “periferia” del mundo.

Debemos reaccionar. No se trata sólo de mejorar el funcionamiento de la UE. Se trata, sobre todo, de garantizar la misma continuidad de nuestra existencia. Desgraciadamente, los tiempos que corren no son de cooperación internacional, sino de relaciones de fuerza entre grandes potencias, y la UE debe tomar nota de todo esto y reaccionar frente a esta nueva realidad geopolítica. Cambiamos de época, cambiamos de paradigma, es necesario que Europa también cambie. El reto se ha agravado de forma espectacular con las últimas declaraciones e iniciativas de Trump (Panamá, Canadá, Palestina, Ucrania…) susceptibles de alterar todos los grandes equilibrios internacionales. La UE hoy se ve amenazada, incluso, por la anexión de un territorio por parte de Estados Unidos: Groenlandia”.

Recomendación de la Asociación de Antiguos Funcionarios de la UE (AIACE): es necesario convocar inmediatamente una Convención y adoptar las reformas necesarias.

«Compartimos el diagnóstico de la Unión Europea de Federalistas, es compartido por muchos europeos, la cuestión es cómo reaccionar, qué hacer», clama la Asociación de Antiguos Funcionarios de la UE (AIACE) en el último número de marzo de su revista. “Ya existen buenos informes con recomendaciones (Costa, Letta, Draghi…) sobre diversas reformas y medidas sectoriales de mejora y reforzamiento de la UE, pero en los sectores estratégicos de la política exterior y de defensa las iniciativas en curso quedan cortas, frenadas por la ausencia de consenso entre los Estados miembros de la UE. Las instituciones y mecanismos existentes no parecen capaces de afrontar la nueva situación geopolítica.

Por todo ello, nosotros proponemos que se convoque enseguida una Convención para organizar la reacción de Europa y tome decisiones, una fórmula que ya ha sido utilizada en la UE en diversas situaciones anteriores por motivos de gran importancia. Se convocó con éxito una Convención para aprobar la Carta de Derechos Fundamentales de la UE en vigor. Se convocó también, pero con menos éxito, una Convención para encauzar el proyecto de Tratado Constitucional europeo que desgraciadamente no vio la luz debido a su rechazo en referéndum en Francia y Países Bajos en 2005. Ahora es la hora de convocar otra Convención para hacer frente a las amenazas geopolíticas que llegan a Europa provenientes del nuevo orden mundial imperial. 

Una Convención es el órgano clave pertinente que se convoca cuando se trata de afrontar una situación de gravedad excepcional como es la actual. Está formada por representantes de todas las partes institucionales afectadas por la amenaza o el reto de que se trate, parte de la máxima legitimidad. El gran paso a dar por parte de la Convención que ahora pedimos consiste en llegar en el marco de la UE a la unión política federal con políticas exteriores y de defensa comunes. Esto es imprescindible para contar en la nueva geopolítica de poderes imperiales depredadores.

Hoy el reto a afrontar es, nada menos, que nuestra propia supervivencia como actor global. El Consejo Europeo es la máxima institución comunitaria y es, por tanto, la que debería convocar inmediatamente la Convención que podríamos calificar de Convención para la Salvación de Europa. El actual Consejo Europeo tiene una gran responsabilidad histórica. Cada segundo que pasa sin convocarla es un segundo perdido que puede ser letal para el futuro de Europa”.

La opinión de los think tanks de Bruselas

En la esfera de los think tanks (centros de investigación sobre relaciones internacionales) de la capital comunitaria se considera que “una Convención como la que algunos piden, de momento, no se la ve venir ni se la espera”.  Lo que más se comenta en ese ámbito es lo que muchos analistas ya definen como “nueva Guerra Fría” existente entre Estados Unidos y China.

Se cree que el gran tema de las próximas décadas son las relaciones entre el actual poder hegemónico mundial, en declive relativo (Estados Unidos), y la gran potencia emergente que es China. Washington y Pekín han pasado del juego de la contención mutua de los últimos años a un desafío frontal. Las fracturas de nuestro mundo hiperconectado se aceleran. La globalización va quedando atrás y deja paso a la fragmentación geopolítica y a una creciente crisis de confianza entre americanos y chinos.

Ahora mismo se está en plena guerra arancelaria decretada por Trump, que no solo rompe las dependencias mutuas, sino que obliga a repensar las alianzas que unos y otros han trabado con el resto del mundo en las últimas décadas. Las relaciones transatlánticas están muy tocadas. La UE debe saber encontrar su sitio intermediario en esta confrontación bilateral entre americanos y chinos.

Los Estados miembros de la UE están divididos a la hora de fijar la estrategia comunitaria de reducción de riesgos (de-risking) y de desacoplamiento (de-coupling) respecto a China, impulsadas por Estados Unidos.

El gran reto para la UE, concluyen, es cómo readaptarse al nuevo escenario internacional sin quedar atrapados en esa rivalidad estructural existente entre americanos y chinos.  

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