Estados Unidos entra oficialmente en recesión mientras España lo fía todo al turismo

La economía estadounidense ha sufrido un bajón durante dos trimestres consecutivos, lo que la sitúa oficialmente en situación de recesión. En concreto, el PIB de Estados Unidos disminuyó un 0,9% respecto al mismo período del año pasado, y un 0,2% respecto al trimestre anterior.

El presidente Joe Biden afirmó poco después de que se conocieran los datos de que no era ninguna sorpresa que la economía estuviera «descelerándose» ya que «la Reserva Federal está actuando para controlar la inflación». En su intervención, Biden también destacó que el mercado laboral estadounidense seguía en niveles históricamente elevados.

Efectivamente, la tasa de paro de Estados Unidos se sitúa en torno al 3,6%. Este hecho hace que la mayor parte de las instituciones públicas y analistas económicos consideren que el país no se encuentre verdaderamente en recesión, puesto que este fenómeno se caracteriza no sólo por una contracción de la producción económica sino que ésta debe ser suficientemente importante para ocasionar una destrucción masiva de puestos de trabajo.

Sin embargo, el presidente de la «Fed» (el apodo por el que se conoce la Reserva Federal, el equivalente del Banco Central de Estados Unidos) Jay Powell, ha alertado de que para combatir la inflación de forma efectiva, es necesario que el crecimiento y el mercado laboral «se enfríen».

Esto es lo que sucede en un país que dispone de un mercado de trabajo muy robusto y que además se ha beneficiado de los efectos económicos de la guerra de Ucrania.

Mientras, en España se han publicado datos económicos que a primera vista son más optimistas: en este mismo segundo trimestre del año, el PIB ha crecido un 1,1% respecto al trimestre anterior.

Se trata de una cifra que es sensiblemente superior a la esperada, y que parece explicarse sobre todo por la reanudación del sector turístico entre los meses de abril y mayo, que fue más rápida de lo esperado en un principio.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la temporada turística tocará fin a partir de septiembre. Aunque sus efectos se sentirán todavía durante unos meses más por la redistribución de la renta generada en verano, España no puede vivir sólo de turismo.

De hecho, el déficit comercial español se ha incrementado de nuevo durante el último trimestre, lo que apunta que la reanudación económica no es uniforme, y que un sector clave como es el de la industria no tiene tan buena salud como cabría esperar si se estuviera produciendo una recuperación plena.

En este contexto, la inflación de julio ha registrado en España su mayor valor desde 1984, un 10,8%.

Ante un incremento de precios que sigue desbocado en Europa, al Banco Central Europeo no le quedará otro remedio que volver a subir los tipos de interés tras la pausa de agosto.

Cuando esto se produzca, es esperable que, a diferencia de lo que estamos observando en Estados Unidos, la situación de España sufra un bache muy importante ya que nuestra economía está distorsionada por el factor turismo y nuestro mercado laboral sigue siendo muy precario.

Mientras, en España se han publicado datos económicos que a primera vista son más optimistas: en este mismo segundo trimestre del año, el PIB ha crecido un 1,1% respecto al trimestre anterior Clic para tuitear

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