Resulta paradójico que en el momento en que el Consejo de Ministros español ha dado luz verde a la llamada «ley trans», el país pionero en este ámbito, Suecia, esté dando marcha atrás en su legislación en la materia.
Pese a la presión de Podemos, la nueva ley española no contempla finalmente una nueva relajación de las condiciones para recibir tratamientos clínicos con el objetivo de cambiar de sexo. Y de hecho, es en este ámbito, particularmente sensible para la salud del paciente, que el reino escandinavo está haciendo marcha atrás.
Suecia, país pionero de las «leyes trans»
Suecia fue el primer país del mundo en reconocer la llamada «disforia de género«, fenómeno provocado por la in-adecuación entre el sexo biológico y la identidad de género que una persona se atribuye a si misma. Aquello fue en el año 1972, y entonces Estocolmo concedió ya la posibilidad de cambiar de sexo en el estado civil.
Mas allá de este cambio, Suecia también fue pionera en proponer tratamientos clínicos para que los hombres obtengan atributos propios de las mujeres, o viceversa. En Suecia, éstos corren a cargo de la seguridad social y están disponibles a partir de los 16 años de edad. Curiosamente, la misma edad que prevé la ley española para cambiar el sexo que figura en el DNI sin el consentimiento de un adulto.
En Suecia, a partir de los 16 años los menores disponen de bloqueadores de pubertad, inyecciones hormonales, operaciones de pechos, ortofonías para cambiar la voz, depilaciones, etc.
En Suecia, a partir de los 16 años los menores disponen de bloqueadores de pubertad, inyecciones hormonales, operaciones de pechos, ortofonías para cambiar la voz, depilaciones, etc. A partir de los 18 años, la administración sueca autoriza también la operación quirúrgica de los genitales.
Pero desde marzo de este año, el prestigioso hospital Karolinska de Estocolmo, pionero de la disforia de género, se niega a hacer tratamientos hormonales a menores. La famosa institución, que depende del mismo instituto que concede el premio Nobel de medicina, invoca el principio de precaución.
Esta cambio de posición del Karolinska se apoya en una compilación de estudios que demuestran que no hay pruebas de la eficacia de estos tratamientos en el bienestar de los pacientes. De hecho, advierte que éstos conllevan además riesgos de salud importantes, como un incremento de las posibilidades de sufrir ciertos tipos de cáncer, trombosis y enfermedades cardiovasculares.
Hay que tener también en cuenta que los tratamientos hormonales, igual que las intervenciones quirúrgicas sobre los genitales, son con frecuencia irreversibles.
Suecia no es el único país que está empezando a endurecer sus «leyes trans» para proteger a los menores: en el Reino Unido se exige desde 2020 una autorización judicial para que los menores de entre 16 y 18 años puedan recibir tratamiento hormonal.
También el año pasado, Finlandia cambió sus recomendaciones y dio prioridad a la terapia psicológica para tratar casos de disforia de género.
Cuando la oferta dispara la demanda
En estos países, y en Suecia en concreto, cada vez existe más preocupación por la explosión de casos de disforia de género.
En el 2001, apunta un reportaje de Le Figaro, se trataba de un fenómeno rarísimo en el reino escandinavo: tan solo 12 personas menores de 25 años fueron diagnosticadas de disforia de genero. En el 2018 fueron 1.859, de las cuales un porcentaje cada vez mayor corresponde a chicas de entre 13 y 17 años que quieren convertirse en chicos. De hecho, actualmente en Suecia ya hay más chicas que chicos que reciben testosterona.
Para las asociaciones trans, esta explosión del número de casos es una buena noticia que se explica porque la mayor visibilidad del fenómeno hace que más gente se replantee su identidad.
Pero diversos médicos han alertado que se produce un efecto «moda» alimentado por las redes sociales, y que existen además sesgos evidentes en los diagnósticos de disforia de género. En efecto, según las cifras de un funcionario de la seguridad social sueca, entre el 70 y el 80% de las consultas por disforia de género acaban en un diagnostico positivo.
Una parte importante de los jóvenes diagnosticados de disforia de género padecen otros problemas como autismo, depresión, ansiedad
Otro elemento preocupante: una parte importante de los jóvenes diagnosticados de disforia de género padecen otros problemas como autismo, depresión, ansiedad. Trastornos que pueden ser tratados sin recurrir al uso de terapias agresivas e irreversibles.
En Suecia, los partidarios de endurecer su ley trans también arguyen que el lóbulo frontal del cerebro, donde se forma la capacidad de evaluar los riesgos de una decisión y se juegan las intenciones, termina su desarrollo hacia los 25 años, mientras que se autoriza a menores de 16 a provocar cambios irreversibles en sus cuerpos de adolescente.
En 2018, Suecia rechazó ya una proposición de ley para rebajar la edad para recibir tratamientos de cambio de sexo a los 12 años y de las operaciones quirúrgicas a los 15 sin consentimiento parental. En España la ley trans no entra finalmente en el campo de los tratamientos, aunque así lo quería el proyecto inicial del Ministerio de Igualdad de Irene Montero.