Un fuego de virutas es más apariencia que realidad, una llama viva, al rojo vivo, que dura poco y no deja brasa, que no calienta. Un fuego de virutas es sinónimo de apariencia y superficialidad; política en este caso.
La cuestión viene después del cierre de la última negociación con el gobierno Sánchez; éste ha aceptado lo que se negaba rotundamente a hacer: trocear el decreto ómnibus – que, por cierto, si la jurisprudencia del Constitucional sigue siendo válida, es un texto fuera de la Constitución. En estos momentos da igual, el nuevo TC del gobierno adecua lo necesario. La otra cuestión no tiene casi ni valor simbólico: la moción de confianza.
Al final se tramitará la proposición no de ley de Junts que pide que Sánchez se presente a un voto de confianza del Congreso, pero en términos tales, que ya dan por supuesto que es papel mojado y que no se llevará a cabo, como va diciendo Sánchez desde el primer momento.
Es así, sencillamente porque la nueva versión de la proposición se ha hecho bajo el redactado del PSOE. Entonces, ¿por este viaje por qué tantas advertencias, por qué tantas amenazas grandilocuentes? Más bien parece una pantomima, como la de la Mesa de Diálogo de ERC, con otro argumento, una forma de mantener entretenido al personal con batallitas que nada cambian y dejando que pase el tiempo, que en definitiva, es el objetivo de Sánchez, pero sin aportar nada de cajón para Catalunya.
Pero pese a ser válida la anterior crítica, si el juicio se quedara aquí sería injusto, porque hay más elementos que pueden cambiar el signo negativo del balance. Por ejemplo REPSOL anuncia la inversión de 80 millones en Tarragona al quedar en nada el impuesto a las energéticas gracias al voto determinante de Junts. Un hecho que se produjo con el gobierno de la Generalitat de Illa de invitado de piedra, incapaz de defender los intereses del mismo país que gobierna, ante los designios superiores del gobierno de Sánchez.
También ahora, parece que hay más contrapartidas negociadas y más confirmaciones de próximo cumplimiento.
El segundo canal de Televisión Española que emite en Cataluña pasará a hacerlo exclusivamente en catalán. Cuando esto se produzca se habrá obtenido una buena contrapartida… cuando se cumpla. Porque éste es el punto flaco de todo el discurso de Junts: hacer realidad lo que dicen que se ha pactado. Por eso la espera no puede ser indefinida.
El reiterado anuncio sobre la gestión de la inmigración está a las puertas, así como el catalán en Europa, según Junts, porque después de tanto anuncio repetido, el tiempo se cuela y ambas cuestiones, especialmente la primera, no se resuelven antes del verano, se confirmará, que, como sucedió con ERC, estamos ante un juego trilero dominado por Sánchez.
Está claro que del famoso acuerdo sobre la financiación pactada inicialmente con Junts antes que con ERC, no se habla y que sobre este segundo seguimos sin conocer los contenidos pese a los viajes de explicación de Illa.
En el fondo, no nos engañemos, existe todo un descrédito de los partidos, de los independentistas y de los demás, y de la forma de gobernar convertida en un engaño sistemático. Y es que en realidad el actual sistema de partidos se ha transformado en partitocracia, que reproduce, en otros términos, el sistema de caciques del Antiguo Régimen, porque su finalidad no es el interés de todos sino la de su grupo.
Está claro que lo facilita la escasa responsabilidad cívica de la mayoría de la gente, que tiene memoria de gorrión, y la colaboración interesada de la mayoría de las nuestras, es un decir, élites económicas y culturales, pendientes de una manera descarada de sus intereses personales, cosa legítima, y esta es la cuestión, a expensas de olvidarse totalmente del bien común, de lo que necesitamos o conviene a la grande mayoría.
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