Elecciones en EE.UU.: una versión posmoderna de la lucha de clases

Si sólo nos fijamos en el comportamiento de los votantes blancos, la confrontación entre Harris y Trump explicita claramente una división de clases, dada la rotundidad entre ambos electorados. Por un lado, están los blancos trabajadores, la gente con menores ingresos y mayoritariamente con estudios que no superan el grado secundario. Por otra parte, la población que mayoritariamente tiene titulación universitaria y ocupa los segmentos más altos en renta per cápita.

Este esquema se refleja también en el apoyo de los grandes grupos de intereses económicos, con una tendencia mayoritariamente favorable a Harris. Por ejemplo, en el sector tecnológico, Musk es una rara avis por su apoyo a Trump. Es evidente que esta división entre la mayoría de habitantes blancos de EE.UU. invierte los esquemas clásicos, ya que Trump es percibido como de derecha o extrema derecha y Harris como progresista, pero los trabajadores apoyan a Trump y la gente más acomodada a Harris .

Esta inversión debería generar interés y llevar a preguntarse por qué los trabajadores rechazan al Partido Demócrata, que históricamente ha representado a los grandes sindicatos. Este fenómeno también se está produciendo en Europa, quizás con menor intensidad, excepto en Francia, donde se reproduce con más similitudes.

El papel de las minorías: negros y latinos

Este esquema cambia cuando se introducen las minorías. Los votantes negros son abrumadoramente partidarios de los demócratas, si bien se detecta un ligero desplazamiento hacia los republicanos, aunque todavía es pequeño en términos absolutos. En las pasadas elecciones, Biden recibió el 92% del voto negro, mientras que Trump sólo obtuvo un 8%. Actualmente, la proporción parece haberse modificado en un 84%-13%.

Si se separaran a las mujeres negras de los hombres negros, la correlación favorable a Trump sería aún mayor. Esto explica la impetuosa entrada en campaña de Obama, que acusa de machismo a aquellos que no apoyan a Harris por el hecho de ser mujer. Sin embargo, esta crítica debe matizarse, ya que la proporción favorable a los demócratas aumenta con la edad de los votantes negros, mientras que los jóvenes muestran proporciones más favorables a los republicanos que la media de su comunidad.

En cuanto a los latinos, se observa una división según el origen. Harris tiene el apoyo de un 57%, mientras que Trump obtiene un 39%, una diferencia menor que la lograda por Biden en las anteriores elecciones. Es sorprendente que un porcentaje significativo de latinos vote a los republicanos, teniendo en cuenta su política contra la inmigración. Esto se debe, en parte, a la procedencia: los latinos de origen mexicano y centroamericano tienden a votar demócrata, mientras que cubanos, venezolanos y otros latinos provenientes de países gobernados por regímenes de izquierda prefieren a Trump. Además, los latinos con negocios propios o asentados económicamente valoran mejor a Trump, a diferencia de los asalariados, que son más favorables a los demócratas.

Otros grupos: asiáticos, judíos y la religión

Los asiáticos, el grupo con el nivel educativo más alto, tienden a votar por Harris, al igual que los judíos, que ven en los demócratas una garantía de apoyo a Israel. De todos modos, existe un sector de los judíos americanos que cree que Trump sería más favorable a los intereses israelíes.

En cuanto a la religión, la gente religiosa, excepto los negros, es mayoritariamente favorable a Trump. El apoyo es especialmente fuerte entre evangélicos y pentecostales, seguido de los católicos, mientras que las confesiones protestantes clásicas, de tendencia progresista, son menos favorables. A medida que aumenta la práctica religiosa, lo hace también el voto republicano. Harris, por el contrario, obtiene el apoyo mayoritario de los no afiliados religiosamente y, en especial, de los ateos y agnósticos.

Conclusión: ¿qué está pasando en EE.UU.?

Cuando las elecciones son tan reñidas y las posibilidades de empate tan grandes, es evidente que cualquier movimiento a favor o en contra dentro de estos grupos, especialmente en los 7 estados decisivos, será determinante para la victoria final.

Y una última consideración: vista la línea editorial de la mayoría de los medios de comunicación en Cataluña y en España, claramente favorable a Harris y de total descrédito hacia Trump, harían bien en preguntarse qué ocurre en EE.UU. para que tanta gente esté dispuesta a hacer presidente a una persona que, en opinión aquí publicada, oscila entre ser un delincuente, una amenaza para la democracia o un mentiroso compulsivo.

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