¡Por fin! Elecciones al parlamento de Cataluña. Perspectivas

Impuesto por las circunstancias, Aragonès ha convocado elecciones, pese a que pretendía vivir de las rentas de un gobierno con el apoyo del 25% de los diputados del Parlament.

Por 68 votos a 67, el plenario determinó que rechazaba los presupuestos de la Generalitat y Aragonès ha respondido con la única herramienta que le quedaba: la convocatoria anticipada de elecciones que, por cierto, ha generado un terremoto en el Congreso de los diputados.

Sánchez, pese a las certezas dadas hacía pocas horas, no tendrá presupuestos. Viviremos de los del 2023 y ésta es una cuestión que dice mucho de la debilidad de quienes gobiernan en Madrid. Está claro que no poder acordar unos presupuestos ya no es lo que era. Antes era prácticamente un voto de censura en el gobierno que, por una elemental ética democrática, dimitía. Ahora es una trampa más para prolongar, sea como sea, mantenerse aferrado a la poltrona.

Han sido los Comuns los que han derribado a Aragonès falcado por los socialistas de Sánchez e Illa. El motivo ha sido el complejo de casinos y hoteles de Hard Rock en Vila-seca-Salou después de haber votado a favor en los años precedentes. La primera conclusión es que los Comuns olían la proximidad electoral y se han preparado. La segunda es que van por libre porque su preparación tiene un coste muy elevado por el gobierno español. La tercera constatación es que después de Galicia, y ahora con la gente de Colau, se constata que Yolanda Díaz pinta muy poco y que Sumar es una Barbie política.

Aragonès ha puesto fin a la anomalía democrática de gobernar en ínfima minoría.

Ha sido la mejor decisión de un gobierno perfectamente inútil, incapaz de dar respuesta a los graves problemas de Catalunya, sea en materia de infraestructuras, enseñanza, seguridad, inmigración y lo que sea. Catalunya está hoy mucho peor que cuando empezó a trabajar el gobierno monocolor de Esquerra y no es que antes el panorama fuera una maravilla.

Entre otras ventajas, la anticipación electoral comporta que el anteproyecto de la horripilante ley trans de Catalunya ya no tiene recorrido; está claro que en contrapartida, una vez más tampoco verá la luz la ley que debía abordar los problemas de las personas sin techo.

Habrá elecciones manteniéndose la anomalía de nuestro Parlament, donde no está representado el antes poderoso centroderecha catalán. El que en Europa es la primera fuerza política con diferencia, el espacio que va desde el centro hasta la derecha radical, en Catalunya es inexistente después del seppuku  (también mal llamado harakiri ) de CiU. Ya sabéis, aquella práctica de honor japonesa que consiste en que se abre el vientre y un amigo le ayuda a morir cortándole la cabeza. Se realizarán las elecciones manteniéndose esta anomalía con candidatos devaluados o desacreditados.

¿Quién quiere que Aragonés repita después de su experiencia como presidente? Nunca ha llenado el escenario, y sus resultados como líder del gobierno son pocos.

¿Y Illa? Un ademán serio y un discurso formal bien construido y respetuoso, algo insólito en los tiempos que corren, no es suficiente para superar dos graves limitaciones de carácter, digamos, estructural.

Una es que, pese a que el PSC se presenta en Catalunya como partido de cordura y orden, después, como vemos en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​no hace más que maquillar la política de Colau. La realidad es que es el palo de pajar del sanchismo, disciplinado y totalmente subalterno y corresponsable de todos los desastres que Sánchez ha cometido y sigue perpetrando. Votar a Illa es reforzar a Sánchez y eso está fuera de toda discusión. Quien quiera optar por Sánchez que le vote, pero quien rechace la práctica del actual gobierno español no puede entregar su voto al líder del PSC. Esto es realismo.

La otra cuestión hace referencia a que Illa fue el ministro de Sanidad de un período oscuro como fue el de la Covid. Oscuro por los estragos de la enfermedad, pero también por la forma de gobernar, la imprevisión, ignorar lo que estaba ocurriendo en Italia, adoptar decisiones perfectamente inconstitucionales y antidemocráticas, cuya época de los negocios oscuros del caso Koldo es solo la punta del iceberg y, sobre todo, lo que nunca se ha querido revisar, ese período con luz y taquígrafos pese a que sigue siendo una necesidad para aprender de los errores y fechorías.

Otro candidato será, a poco que pueda, Puigdemont. Despierta pasiones entre sus fans, algo normal, pero difícilmente puede verse como un presidente de la mayoría de los catalanes. Y qué decir del candidato del PP, Alejandro Fernández. Es la consolidación de la irrelevancia política de este partido en Cataluña.

Vox, por su parte, con Garriga a la cabeza, tiene un recorrido mínimo en nuestro país. No puede ser de otra forma de un partido que reniega de la autonomía y nos quiere trasladar a la época en la que sólo existían las provincias. Y, por tanto, Catalunya como realidad, ni siquiera administrativa, estaba desaparecida.

La CUP ha desaparecido del escenario y tres nuevas listas independentistas (Alianza Catalana de la alcaldesa de Ripoll, la Lista Cívica de la ANC y la iniciativa de Clara Ponsatí y Jordi Graupera) fragmentarán aún más el espacio independentista.

Si no se pueden unir entre ellos, ¿cómo quieren unir a los catalanes detrás de la bandera de la independencia?

¿Y Illa? Un ademán serio y un discurso formal bien construido y respetuoso, algo insólito en los tiempos que corren, no es suficiente para superar dos graves limitaciones Share on X

Creus que ens estan preparant (Macron, von der Leyen...) per a una guerra amb Rússia amb motiu d'Ucraïna?

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