El resultado ha superado las previsiones y la abstención ha caído al nivel más bajo desde que se iniciaron las elecciones al Parlamento en 1980. De hecho considerando, junto con la abstención, el voto en blanco y el nulo, que se contabilizan como participación, la población que efectivamente ha votado por un partido u otro apenas llega al 51%.
La media de participación para el conjunto de las elecciones está situada en el 63,5% y fue más baja en los cuatro primeros períodos, que van del 80 hasta el 95, en los que la media fue del 59,98%. En contrapartida, en la época de la que venimos, de 2010 a 2017, se alcanzaba el 70,4% de promedio. Considerando pues la última década, la participación ha caído en casi 20 puntos, que es una brutalidad. Naturalmente el miedo a la Covid-19 ha influido, si bien hay que señalar que la Generalitat ha llevado a cabo unas elecciones modélicas a pesar de su dificultad.
El gobierno ha sabido terminar su poco gloriosa vida con una gestión brillante de la cita electoral. Pero, junto con el temor al contagio, nadie puede ocultar que esta abstención es fruto del desencanto generalizado y del rechazo, donde el resultado de Vox sería otra manifestación.
- Media: 63,58%
- Baja: menor 60%; Media: 60% -menos 65%; Alta: 65% -10%; Muy alta: más del 70%
Las elecciones, con más partidos que nunca, demostrando la fragmentación del país, tienen un resultado que sufrirá de la baja representatividad alcanzada. De hecho cuando se indican los porcentajes de cada partido hay que dividirlos por dos para tener una idea más exacta de lo que representan.
Así, el PSC, ganador con el 23% de los votos, tiene una representación real de no más del 12% de los electores. Este factor pesará mucho cuando se configure un gobierno, porque si no tiene en cuenta a toda la gente que no tiene expresión en el Parlamento, lo que es difícil, acentuará la crisis del país. Claro está que la política de los partidos va en una dirección y la realidad del electorado hacia otra de forma que los bloques gubernamentales, lo que había en Cataluña y lo que hay en Madrid, a pesar del triunfo de Illa (que no ha conseguido el éxito inicial de Arrimadas) ha visto mermada su representación, como aún más lo ha visto el bloque gubernamental independentista
Estas elecciones señalan una inflexión en plena crisis y ante un futuro incierto que, por su dimensión, exige una nueva y gran respuesta. La cuestión es si los que ahora han sido incapaces de atraer al elector, estarán en condiciones de aportarla.