El turismo es un mal negocio… para sus trabajadores

Los datos del Observatorio del Trabajo del Departamento de Empresa señalan con énfasis como el turismo, y por lo general toda la hostelería, es la actividad con los salarios más bajos. Esto no es consecuencia de la arbitrariedad de los empresarios, sino que se trata de un sector intensivo en trabajo y baja productividad. Como consecuencia, los salarios no pueden ser significativamente mejores, aunque existan excepciones. Esta situación se mantendrá mientras persista un flujo masivo de inmigración deliberadamente descontrolada, que entra en el país no sólo por vías trágicas como pateras o cayucos, sino sobre todo por avión, a través del aeropuerto de Barajas.

Este flujo desmedido de inmigración, que se ha intensificado en el último período del gobierno de Sánchez, incrementa el PIB, pero deprime la renta per cápita. Es un mal negocio para el conjunto del país y una pésima cuestión a largo plazo.

Según la distribución del salario medio por sectores de actividad, la hostelería ocupa el último puesto, con 18.415 euros anuales. Éste es un sector donde la inmigración ocupa la mayor parte de los puestos creados en los dos últimos años, lo que ayuda a entender la poca diferencia entre el salario medio de los nacidos en España (18.432 euros) y los nacidos en el extranjero (17.727 euros).

El siguiente sector en la clasificación es el de servicios personales y domésticos, con una retribución media de 20.820 euros. Le siguen las actividades administrativas y auxiliares, con 22.740 euros. Por último, entre los sectores con los salarios más bajos, destacan las actividades artísticas y de entretenimiento que, pese a la aureola que puede rodear esta profesión, tiene un salario medio de 23.615 euros.

Como referencia comparativa, el salario medio general en Cataluña es de 30.515 euros. La diferencia entre estas actividades y lo que percibe buena parte de la población es muy considerable. ¿Quién puede vivir con menos de 20.000 euros al año? ¿Qué familia se puede formar en estas condiciones, especialmente si se suma el coste desmedido de la vivienda y la inflación?

La situación es aún peor para los jóvenes menores de 30 años. En la hostelería, el salario medio no alcanza los 15.000 euros, al igual que en los servicios personales. En actividades artísticas y de entretenimiento, asciende a 17.551 euros. En estas condiciones resulta imposible formar un hogar, y menos aún plantearse tener hijos antes de los 31 años.

La retribución media de los jóvenes en Catalunya, en general, es de 20.566 euros, lo que pone en evidencia un problema estructural, porque quienes estén en esta situación a los 29 años poco pueden plantearse como futuro.

Suele argumentarse que los inmigrantes aportan dinero a la Seguridad Social y que su balance neto es positivo. Sin embargo, éste es un dato parcial. Si se considera lo que cobrarán como pensión cuando se jubilen, el balance se vuelve negativo en muchos casos, especialmente cuando los períodos de cotización han sido bajos o discontinuos.

El estado del bienestar se sostiene porque, a lo largo del ciclo de vida, cada habitante aporta más de lo que recibe. Para que esto sea posible, el ingreso anual debería situarse por encima de los 18.000 – 20.000 euros. Esto significa que parte del nuevo trabajo que se está creando genera un déficit generacional, desequilibrando la balanza futura del estado de bienestar. En este contexto, los jóvenes se enfrentan a bajos salarios, precios inasumibles de la vivienda, una deuda pública que supera el 100% del PIB y un modelo productivo que tiende a generar un balance generacional negativo incompatible con el estado del bienestar.

Las poblaciones con menor salario medio están vinculadas al monocultivo turístico. En Lloret de Mar y Blanes, los ingresos medios oscilan entre 22.000 y 23.000 euros anuales, incluso por debajo de municipios como Santa Coloma de Gramenet (24.000 euros). En contraste, municipios como Gavà (38.000 euros), Sant Cugat del Vallès (36.000 euros) y Viladecans (36.000 euros) lideran la clasificación salarial.

En Gavà, por ejemplo, los nacidos en el extranjero tienen ingresos medios de 21.000 euros, mientras que los nacidos en España alcanzan los 38.000 euros. En Barcelona, ​​esta polarización también existe, aunque en menor grado, con una diferencia de 12.000 euros entre ambos grupos.

Como contraste, los municipios turísticos que son generadores de bajos salarios presentan una diferencia mucho menor porque es el sector y no la persona y su capital humano el que marca la retribución. En Lloret de Mar, la diferencia salarial entre nacidos en España y en el extranjero es de sólo 4.000 euros (de 18.000 a 22.000 euros). En Blanes, la diferencia es de 5.000 euros.

La figura del fijo discontinuo se presenta como un avance en la estabilidad laboral, pero genera ingresos bajos. El salario medio de estos trabajadores es de 15.262 euros, muy similar al de los trabajos a tiempo parcial (15.000 euros). Aunque los ingresos reales incluyen prestaciones por desempleo, reflejan la baja productividad de sectores como el turismo, la agricultura (de poco peso en Cataluña) y, en menor medida, la construcción.

Cataluña debe cambiar su modelo productivo si quiere ser próspera. Es imprescindible priorizar la productividad, los ingresos de los jóvenes en edad de formar familia y vivienda. Esto implica frenar el crecimiento migratorio y mejorar las condiciones de vida de quienes ya residen en el país. De lo contrario, el bienestar seguirá deteriorándose, como ha sucedido en el presente siglo y, especialmente, en los últimos 15 años. 

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