Consideración de Cataluña (6) El Procés como factor contribuyente al declive

Jordi Pujol dedicó años a reflexionar sobre los problemas de Cataluña y la mejor forma de afrontarlos: trabajo de campo, largas conversaciones, lecturas maduras de autores que él consideraba fundamentales como Vicens Vives. De ese bagaje extrajo pocos pero sólidos criterios, expuestos en varios artículos y aplicados con grandes dosis de pragmatismo.

Un criterio central era que Cataluña no podía prosperar como pueblo ni en su autogobierno sin una fuerte unidad y cohesión interna, a pesar de saber que muchos de sus planteamientos levantaban pasiones contrarias. Y, a fe de Dios, lo logró, a juzgar por sus espectaculares resultados electorales durante décadas. Las pasiones estaban ahí, pero numéricamente quedaban reducidas a una minoría “ilustrada”, tanto de derechas como de izquierdas. Él sabía que sin cohesión el catalán y la cultura catalana siempre tendrían dificultades para ser lengua de uso generalizado en el país.

En 1982 se iniciaba con La Norma y el eslogan «El catalán, es cosa de todos», la primera campaña para la normalización del catalán. Y el 6 de abril de 1983 el Parlamento aprobaba la Ley de Normalización Lingüística, que establecía el catalán como lengua vehicular en la escuela. Todo ello seguía un proceso ascendente y sin tensiones sociales, a diferencia de lo que ocurría en otros lugares con lenguas en conflicto, como Bélgica.

Pero el tiempo pasó, y en noviembre de 2014 llegó la consulta por la independencia, precedida y seguida de lo que conocemos como el Procés.

¿Cuál ha sido el resultado? 

El 11 de septiembre de 2025 se volvía a reivindicar la lengua por estar en peligro. ¡Qué retroceso tan extraordinario! Y mientras tanto, la Generalitat es gobernada en solitario por el mismo partido que gobierna España, por primera vez desde 1980. Han pasado casi cincuenta años y estamos de nuevo en el punto de partida, con un peor añadido: ya no hay mayoría de partidos de disciplina catalana en el Parlament, y el gobierno catalán es hoy un apéndice subsidiario del PSOE.

La especificidad política catalana se ha deshecho por el camino de la independencia como una gaseosa. El Procés ha sido el agente de esa gasificación del hecho nacional catalán, expresado políticamente. Ha convertido en minoría a las fuerzas antes mayoritarias de disciplina catalana y ha provocado una reacción que arrincona al catalán, convertido en herramienta del independentismo en lugar de lo que es: la lengua de todo un pueblo, con todas sus variantes políticas. Se han equivocado desde la raíz y han hecho mucho daño a la catalanidad y al catalanismo. De buena fe, con las mejores intenciones, pero el daño está hecho. Olvidaron lo mejor de Pujol y, puestos a decir, también de Prat de la Riba.

Como hemos visto en anteriores consideraciones, la cultura y la política del progresismo y del socialismo han destruido componentes necesarios para la continuidad de nuestro pueblo. El Procés -que no es exactamente la concepción teórica ni el sentimiento independentista, sino una variante partitocrática y oportunista- ha terminado de rematar el trabajo.

Primero hicieron de aprendices de brujos; después, de abraza-poltronas del gobierno del PSOE. Y así nos encontramos, volviendo a reivindicar la lengua en la calle. ¿No les cae la cara de vergüenza a los dirigentes procesistas? Y la buena gente de sus organizaciones, ¿qué espera para volver a puerto e iniciar una nueva expedición? Hay que rehacer el camino considerando la experiencia pasada y lo que se consiguió con Prat y Pujol, adaptado a las condiciones actuales.

Los dirigentes del Procés que iban de buena fe —de los demás mejor no hablar— han olvidado o ignoran lo que ya advertía Ramón de Abadal en Las lecciones de la historia:

«No exageramos cuando pedimos la atención de los políticos catalanes por estos problemas. No exageramos tampoco cuando pedimos que aquellos políticos mediten sobre la historia de Cataluña. Pensamos que, si Cataluña no ha tenido éxito, puede deberse a que haya equivocado la política que sus características imponían, y que la continuación de aquella política podría resultar fatal. ¿En qué puede haber consistido la equivocación? ¿Haber adoptado la política de un pueblo fuerte cuando era un pueblo débil? ¿Haber abusado de la altivez? ¿La democracia y el ingenio suave no son las armas de los pueblos pequeños? Corresponde al estudio y a la meditación de los políticos resolver todos los interrogantes que la historia pone».

Consideración de Cataluña (5) Sin el catalán no hay Cataluña

Twitter: @jmiroardevol

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Del catalanismo mayoritario hemos pasado a ser apéndice del PSOE. Y todavía quieren dar lecciones. #Catalunya #Proces Compartir en X

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