Evidentemente, Madrid destaca y mucho entre el conjunto de las autonomías. Lo hace por las ventajas de la capitalidad, la falta de una política regional reequilibradora y el centralismo de las infraestructuras, y también porque ha sabido jugar bien, a diferencia de Cataluña, todas sus bazas. Pero el problema no es únicamente este, la visión histórica de una España con dos centros poderosos, Madrid y Barcelona, ha quedado desvanecida no sólo por el predominio de Madrid, sino por la preponderancia de otras autonomías.
Lo podemos observar desde el observatorio que nos da uno de los mejores mapas de situación, el Índice Regional de Competitividad europeo que ya hemos mencionado en otras ocasiones .
Globalmente en este índice Cataluña no ocupa la segunda posición , sino la tercera y muy cerca de quien detenta el cuarto lugar. Concretamos esto. Cataluña con 53,45 puntos sobre 100 está a 17,4 puntos porcentuales de Madrid, que es mucho, y a 10,2 del País Vasco. En contrapartida, la comunidad que nos sigue, Navarra, está sólo a 1,5 puntos de diferencia. Estamos a 10 puntos por encima de la media española, pero el País Vasco está a 20 y Madrid está a 27, que en términos relativos señala unas diferencias extraordinarias. Estamos en el podio de los tres primeros, pero a distancia de los dos ganadores.
Si del índice global pasamos a los tres subíndices que estructuran el conjunto de datos de la competitividad de las regiones de Europa, en cuanto a lo básico Madrid ocupa la primera posición con 68,32 puntos. Cataluña le va detrás pero en casi 7 puntos de distancia, 61,55, seguida muy de cerca de Castilla y León 59,34 y el País Vasco 57,66. El subíndice que valora los datos de la eficiencia es en el que nos situamos más atrasados, en el cuarto lugar y a casi 20 puntos de distancia de Madrid. Finalmente, en materia de innovación volvemos a estar en tercer lugar a 12 puntos de distancia de Madrid, pero a menos de 1 del País Vasco. Como pone de manifiesto esta reseña, ni siquiera el segundo lugar está bien asegurado y la distancia de Madrid es muy grande.
A escala europea nos movemos en posiciones mediocres entre el 50% y el 60%, de los niveles máximos y nuestro objetivo sería situarnos en el 75% de las regiones realmente punteras.
Del conjunto de variables que definen el índice, y a escala española, ocupamos una buena posición relativa en salud y, sorprendentemente, en infraestructuras donde ocupamos el segundo lugar, así como en satisfacción en materia de negocios. Pero tenemos unos puntos débiles muy graves, en tecnología, eficiencia, educación superior y sobre todo aprendizaje permanente, donde retrocedemos al sexto y séptimo lugar en el marco español.
Pero, sin duda, el punto más débil de todos es el de las instituciones. En este capítulo no es Madrid quien ocupa el primer lugar, que cae a una posición francamente mediocre, el undécimo con 41,72 puntos. El primer lugar corresponde al País Vasco con 52,51 puntos. En términos de puntuación no es un resultado brillante, y expresa el mal funcionamiento en general de las administraciones en España, pero en términos relativos es suficiente para consagrarse como líder. La media de España está en 40,4 puntos. Pues bien, Cataluña presenta aún una posición peor, ocupa el decimoquinto lugar con 39,62 puntos. Nuestra administración es absolutamente mediocre tirando a mala. Podemos constatar así de manera objetiva como la impresión de muchos ciudadanos de que la administración catalana ha degenerado en el tiempo y es francamente deficiente se ve claramente confirmada.