Como en otras tantas cuestiones, los refugios climáticos de Ada Colau son en su mayor parte un bluf. Ahora que ya no está en el poder comienza la revisión de sus 8 años de gobierno, la mayoría acompañados del actual alcalde Collboni, donde muchas llagas, errores y manipulaciones quedaban ocultadas por la publicidad y la propia fuerza del poder y que ahora se van haciendo evidentes.
Por ejemplo, ha saltado a la luz pública el escándalo de los pisos de acogida para personas en situación de emergencia habitacional y las pésimas condiciones en las que se encuentran y gestionan. Y al hilo de todo ello, hemos sabido que en realidad estas viviendas son gestionadas por una empresa privada a la que el Ayuntamiento paga por realizar la gestión y que legítimamente la empresa busca obtener un beneficio. El desastre puede ser atribuido a la empresa que lo gestiona, pero sobre todo y en primer término a la carencia de supervisión municipal que es quien tiene la responsabilidad sobre este servicio. Una contradicción más de los comuns.
Quienes querían municipalizarlo todo, cuando tienen ocasión de realizar un servicio municipal para los más vulnerables, lo traspasan a la empresa privada.
También ahora se ven las consecuencias largamente anunciadas de creación de desigualdad con la operación de Consell de Cent que se está convirtiendo a pasos acelerados en un eje que más que verde, es de gentrificación de la ciudad mientras la calle Valencia se degrada día sí, día también.
Y ahora de lo que toca hablar en plena ola de calor es de los refugios climáticos abombados por Ada Colau como un ejemplo de su acción para una ciudad más adaptada a las necesidades de los ciudadanos. Pero en la práctica se ve que es un inmenso bluf que ha durado lo que ha hecho la propaganda municipal, los folletos y cartelitos que adornaron la ciudad. Colgaban un cartel en la puerta de un parque declarándole refugio climático y ya está. O señalaban que una biblioteca pública o una escuela que tenían aire acondicionado era también un refugio climático. En la práctica, no llevaron a cabo ningún proyecto de dimensión relacionado con esta cuestión.
Y esto por varias razones. Primero porque lo que hacían era aprovechar lo que ya se tenía sin incorporar mejoría, caso de los parques y zonas arboladas. Segunda, porque hacían referencia a edificios municipales que no eran accesibles a lo largo de todo el día ni sobre todo los fines de semana y la accesibilidad es una de las condiciones fundamentales de estos refugios, que también deben cumplir la condición de disponer de un diseño que admita su acceso a personas con discapacidad y necesidades especiales.
De hecho, lo que ha llevado a cabo Colau es lo que en la jerga se conoce como clima washing , que significa un lavado de cara apelando a la acción climática. Barcelona no tiene una red de refugios climáticos, esto es lo que hay que situar en primer término, y la necesita, y además la población no está enterada de dónde están los utilizables ni de cuándo se pueden utilizar. Fue una pura operación de imagen.
Pero es que además los refugios climáticos son sólo parte de la respuesta. La meteorología pide aumentar la cobertura verde, entendida como árboles y mejorar su frondosidad, algo que en Barcelona no se ha hecho. Reduciendo el asfalto y las plazas duras transformándolas en zonas verdes y creando láminas de agua. Situando protectores y grandes lonas de protección del sol en las calles donde es posible, multiplicando los manantiales y todo lo que permita reducir la temperatura ambiental. Pero es que, además, es fundamental ayudar a que las viviendas estén en condiciones de poder soportar las oleadas de calores cada vez más frecuentes y que multiplica el efecto de la isla de calor que son las ciudades.
La prioridad son las personas más vulnerables, y éstas son las que tienen mayor dificultad para trasladarse a lugares de mejor temperatura. Pero es que además uno de los problemas de Barcelona es el crecimiento extraordinario de las denominadas noches tropicales, cuando la temperatura sube muy por encima de los 20 grados e impide el descanso. Seguramente éste, en el caso de la capital de Catalunya, es el peligro más insidioso de todos porque no provoca choques repentinos, pero deteriora la salud un día tras otro si no se adoptan medidas. Y esto tiene que ver con las condiciones de las viviendas.
Una prioridad de la acción municipal es conseguir que el interior de las viviendas no superen los 27 grados durante el verano y que en las noches la temperatura no esté por encima de los 22 grados. Es evidente que instalar aire acondicionado en todas partes es una solución extraordinariamente costosa y de un elevado consumo energético, pero sí que se pueden adoptar medidas pasivas más económicas e incluso facilitar y extender el uso de ventiladores y humidificadores que ayudan a mantener condiciones ambientales mucho más aceptables.
En definitiva y después de 8 años del ecologismo de los comuns y del PSC, de hablar y no parar de la crisis del clima, resulta que estamos más indefensos que nunca porque las condiciones extremas de aquél son más frecuentes mientras que la inacción municipal ha sido la principal característica.