Lo que empezó siendo una manifestación gay en EE.UU. en momentos difíciles para esta comunidad, se ha acabado convirtiendo en una gran fiesta, la del Orgullo LGBTI, que ha acabado adquiriendo en el caso de nuestro país un carácter casi oficial, en tanto que es una actividad generosamente subvencionada por todos los escalones del poder político y acogida en espacios institucionales como una celebración oficial.
De su importancia política da cuenta la larga lista de apoyos económicos de grandes empresas. Todo ello obliga a interrogarse sobre su sentido hoy y en nuestras coordenadas. Esto con carácter general, al margen de las consideraciones sobre la idea de exhibir orgullo sobre un hecho que no responde a un mérito personal, existe la cuestión de que si las condiciones en las que nació esta celebración son vigentes hoy en día o no en casa cuando la legislación, las políticas públicas y los apoyos económicos de las administraciones han convertido a este grupo en un sector privilegiado de la sociedad.
Es evidente que existen países en el mundo donde la homosexualidad está discriminada y perseguida, y en estos lugares tiene sentido reivindicar la igualdad de derechos. Pero es evidente que no es el caso y hablar de discriminación y lucha contra ésta en las coordenadas concretas de Cataluña, de España y de la UE es una pura entelequia porque no existe ni discriminación ni hay ninguna lucha en este sentido.
En este contexto se sitúa el asunto de las Bibliotecas de Barcelona, una instancia pública dedicada a este fin y que también promociona la cultura, que sea dicho de paso, que debería estar muy relacionada con el amor a la lectura y especialmente dirigida a jóvenes y adolescentes, dado el mal estado de su comprensión lectora.
Pero he aquí que Bibliotecas de Barcelona anuncia con gran relieve la celebración del Orgullo LGBTI y además lo dedica a niños, jóvenes y adultos. Hay en todo esto un claro afán de promover esta particular concepción de la sexualidad, algo que nada tiene que ver con el reconocimiento de los derechos.
Prácticamente, la gran mayoría de Bibliotecas de Barcelona llevarán a cabo actividades, exposiciones y celebraciones relacionadas con el mundo sobre todo homosexual y transexual. Además difundirán recomendaciones de lectura con especial énfasis en las novedades LGBTI para niños y jóvenes. El Bibarnablog, que es el escaparate cultural de Bibliotecas de Barcelona, incluso en el concurso de este mes hará regalos muy especiales relacionados con el día del Orgullo LGBTI. Además promocionan fondos especiales en las distintas bibliotecas. Por ejemplo, en Nou Barris colección Identidad trans y género. En la Sagrada Familia se encuentra la biblioteca Francesca Bonnemaison sobre LGBTI. A la izquierda del Eixample se encuentra el centro de interés de ficción LGBTI y en el Poble Sec centros de interés feminismo y LGTBTIQ+. Debemos remarcar que además ofrecen conocer la comunidad LGBTI de Barcelona y propone itinerarios en este sentido. Otorga especial atención, y hay que subrayar este aspecto, a las propuestas infantiles con espectáculos de narración oral en la Biblioteca Francesc Candel, en Fort Pienc, en Nou Barris y en la Sagrada Família.
La pregunta es: ¿por qué se hace todo esto? ¿Por qué están discriminados?
Hombre, cuando la nación es tan favorable a un grupo y tan desfavorable a otros, puede que se debería jerarquizar lo de la discriminación. Desde los enfermos de ELA que siguen esperando la ley que les ayude, hasta los pobres que viven en la calle, pasando por los inmigrantes, especialmente los subsaharianos, incluso los gitanos, entre otros colectivos realmente marginados y que permanecen en el olvido. Situar el fuco y los recursos sólo en los LGBTI es un exceso que sólo tiene una explicación ideológica y política.
Pongamos un ejemplo: si una persona de este colectivo se discute en la calle con otra y la cuestión sigue penando en la justicia, la persona LGBT puede acusar a la otra y en este caso se le aplicará la inversión de la carga de la prueba, es decir, el acusado deberá demostrar que es inocente, cosa sin lugar a dudas excesiva. Pero si ese mismo conflicto se da entre un pobre que pide caridad en una esquina y un peatón que pasaba por allí, y acaba llegando a la justicia, este pobre no tendrá la posibilidad de la persona de LGBTI y, por tanto, el presunto agresor, el peatón, tendrá la presunción de inocencia. La diferencia entre unos y otros es radical.
Es necesaria, en todo ello, una reflexión guiada como mínimo por tres criterios. El primero, el enfoque de equidad. ¿Quiénes son los objetivamente discriminados como colectivos en nuestra sociedad y los que necesitan más apoyo y ayuda?
El segundo es el relato histórico y las necesidades específicas que se derivan. Que la homosexualidad estuviera perseguida durante el franquismo, no significa que otorgue privilegios en las actuales circunstancias, porque éstas son realmente diferentes y basta con velar por la igualdad de derechos y el respeto a la dignidad de las personas que, sobre todo, nace de la condición moral de cada uno y cuyos límites, en los casos graves son contemplados en el Código Penal.
Y la tercera consideración es que los recursos de las administraciones son limitados y no puede ser que se viertan subvenciones, facilidades administrativas, funcionarios y ayudas de todo tipo a un colectivo que, por otra parte, hace propaganda de sí mismo diciendo que su turismo es importante porque son personas con elevados niveles de ingresos y que al mismo tiempo se tenga sin cubrir las necesidades más elementales de grupos de población que sí tienen carencias vitales graves y viven en situación de discriminación sistemática.