El comodín de la némesis

Némesis es un sustantivo que proviene del griego. Era el nombre de una diosa, también llamada Ramnusia, y representaba la solidaridad, la retribución, la justicia vengativa, el equilibrio y la fortuna.

Para los griegos Némesis era una deidad con alas, a veces también con un velo o una corona, y sostenía una rueda y una espada, o una antorcha y una serpiente,  instrumentos todos ellos para ejercer su castigo.

Pero por encima de todo, Némesis era implacable. Castigaba a los hijos desobedientes, a los amantes infieles, a los subordinados que se negaban a cumplir las órdenes de sus superiores. ¡Cuánto trabajo tendría hoy! Incluso los dioses del Olimpo estaban sometidos a su justicia severa. Aunque además de la venganza tenía otros cometidos. Por ejemplo, medir la felicidad o infelicidad de los mortales.

Pero con el tiempo se impuso su función punitiva, y pasó a formar parte de las “furias”, un conjunto de diosas vinculadas al ámbito de lo pasional y lo sangriento.

Hoy en día el diccionario le otorga otro significado colateralmente relacionado con sus funciones originarias. Así, la némesis (a veces utilizado en masculino) es el “enemigo”, o mejor, el “archienemigo”, aquel que justifica el papel del héroe. Lex Luthor es la némesis de Superman. Es el ejemplo clásico. El Joker y Batman. El Duende Verde y Spiderman. Tiene que haber un malo para que el bueno sea el mejor.

La política abusa a menudo del concepto de némesis para desviar la atención sobre los errores propios. A una y otra banda. En España tenemos una larga tradición de enfrentamientos fratricidas violentos en los que con frecuencia se recurre “al otro bando” como justificación de todas las maldades. Creo que no hace falta poner demasiados ejemplos históricos.

El denominado “Gobierno progresista” antes del coronavirus ha recurrido en ocasiones a la némesis para cohesionar sus contradicciones internas. La derecha, especialmente la extrema derecha que representa VOX, funciona como coartada aparentemente razonable para ocultar las diferencias entre los socios de dicho gobierno. Vox y el PP hacen lo mismo cuando convierten a Podemos en un monstruo comunista dispuesto a expropiar todo lo que huele a privado en beneficio de la comunidad y del Estado. El independentismo ha hecho del victimismo y la existencia de un enemigo común (“Espanya ens roba”, o “ens mata”, en su versión más macabra) la bandera para esconder las grandes contradicciones ideológicas entre el mundo convergente, Esquerra Republicana y la CUP. Y lo insustancial de muchos de sus argumentos.

Pero la pandemia del virus debería llevarse también por delante el comodín de la némesis.

Quien reclama unidad y pacto debería estar dispuesto a renunciar a buena parte de su programa. Y quien dice estar dispuesto a ofrecer colaboración para sellar ese pacto, también. Pero lo más importante, todos ellos deberían enterrar a la Diosa Némesis. La venganza, el enemigo, los bandos, no son buenos aliados para los tiempos tan duros que nos ha tocado vivir.

Que levante la mano quien no ha cometido errores en la gestión del coronavirus. Nadie. Con más de 20.000 muertes y subiendo mienten los que afirman que la culpa es del otro, cuando todos tienen responsabilidades en los gobiernos del Estado o de las comunidades autónomas.

Junto a los muertos, y guardando luto por ellos, enterremos también la némesis y apartémosla de la política. No nos merecemos otra cosa después de tanto sufrimiento.

Por cierto, la versión romana equivalente a Némesis era la diosa Invidia. Hay mucho por desterrar y mucho trabajo para salir del túnel.

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