El campo estalla. Un problema profundo

Las protestas han estallado en el mundo agrario con una dimensión pocas veces alcanzada, y en este sentido no hay una diferencia significativa entre las tractoradas de Lleida, Valencia o Andalucía, lo que pone de relieve que hay un común denominador de malestar agrario profundo, que no es flor de un día pero que ahora estalla por una serie de circunstancias.

Hay también una relación entre la revuelta de la España vaciada, que tiene en Cataluña su manifestación en las comarcas del sur, las prepirenaicas y algunas centrales, como la Conca de Barberà y Les Garrigues.

Una causa fundamental de la crisis agraria es el desequilibrio entre la capacidad negociadora de los productores y la demanda, representada sobre todo por las grandes superficies y agentes exportadores. En este caso la economía de mercado falla por su propia base, porque mientras unos pueden imponer los precios, los demás poco más pueden hacer que asumir el diktat.

Es evidente que la legislación existente para regular la cadena de valor de los precios agrarios no está funcionando bien. Entre otras razones porque, una vez más en nuestro país, que se legisle no quiere decir que se aplique después lo que está legislado.

Pero el problema va más allá de esta cuestión y surge de una acumulación de omisiones y circunstancias.

Por una parte, nuestro sector agrario debe afrontar importantes exigencias sanitarias, ambientales y puramente administrativas que generan costes, al tiempo que ha de competir con el mercado exterior con productos venidos del mundo que no tienen estas restricciones. La uva que procede de Perú o Australia, por citar un ejemplo, está presente todo el año y con cierta regularidad. En realidad, se habla mucho del producto de proximidad y de la necesidad de no generar impacto ambiental, pero el transporte de productos agrarios del otro lado del mundo en grandes cantidades y frecuencias está a la orden del día. Ha habido también hechos concretos que han perjudicado a sectores determinantes. La estúpida guerra fría que viene manteniendo Europa con Rusia a causa de Ucrania ha causado un daño terrible a la fruta dulce y, por lo tanto, al sector agrario mediterráneo, pero como los que dirigen las operaciones son los países centroeuropeos y nórdicos, esta cuestión no les importa. También los aranceles que ha impuesto Trump para compensar las ayudas al Airbus europeo están directamente relacionados con la crisis del sector olivarero.

Un cebador de la bomba que ha ocasionado la explosión es el nuevo salario mínimo. No es determinante, pero es aquella gota que colma el vaso, sobre todo en las regiones donde el nuevo salario mínimo está muy cerca del salario medio.

Todo esto ha venido aderezado porque las estructuras de producción agraria no han tenido ninguna política digna de este nombre por parte de las administraciones. Y los problemas de productividad son notables.

Es evidente que la agricultura ecológica, los productos de proximidad son una salida para las explotaciones familiares, pero sólo para unas cuantas. Pero las grandes extensiones de cultivos de secano e incluso de regadío requieren soluciones mucho mejores.

En el caso de Cataluña, hay que poner de manifiesto que la última reforma de la administración para reformar el sector agrario se llevó a cabo en la segunda mitad de los años 80, y desde entonces ha llovido mucho. Se necesitarían explotaciones agrícolas mucho más grandes con un nivel de gestión y soporte técnico y científico muy importante que está perfectamente al alcance de las condiciones actuales del mundo agrario y de los recursos de que dispone la administración. Pero esta está desaparecida, porque en el ámbito agrario se ha convertido en una simple gestoría de la Unión Europea y, por otro lado, se ha troceado su ámbito real a base de separar por departamentos el sector forestal del agrario, una incongruencia que dice mucho de la visión barcelocéntrica del actual gobierno de la Generalitat.

Por si todo esto fuera poco, los fondos estructurales y los fondos agrarios a consecuencia del Brexit registrarán una reducción del 14 y 16% respectivamente.

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