El gobierno sigue mostrando una escasa capacidad para resolver las cuestiones estratégicas que le plantea la pandemia. Le sucedió al despertarse tarde, al no disponer de material para pruebas de contagio, la poca disponibilidad de mascarillas y otros elementos de protección personal, al no proveer de una estadística fiable y creíble, en sus modificaciones después de acuerdos del Consejo de Ministros, en su escasa capacidad para generar unas buenas relaciones con los otros partidos, incluidos aquellos que le apoyaron en los Presupuestos.

Sorprende que una sociedad que dispone de tantas personas de primer nivel aporte unos resultados tan deficientes en la gestión de una cuestión tan decisiva como es la salud pública.

Y ahora está sucediendo los mismo con el plan  de la desescalada

  • El proyecto llegó verde al Consejo Ministros esto explica su larga duración. Lo que no se explica es como es posible que con tanto tiempo y medios los resultados sean tan endebles. Porque desde el día 1 del confinamiento sabían que esta ocasión llegaría. Existe un rotundo déficit de liderazgo, que es mucho mas que realizar ruedas de prensa a troche y moche. No es el agua lo que ennoblece a un caldo, sino su sustancia.
  • Tropieza una vez más con la misma piedra de la falta de acuerdos, del mínimo consenso previo. Hablar no es acordar. Lo que Sánchez entiende como diálogo es solo la escucha de su discurso.

Tras la presentación este martes del ‘Plan para la transición hacia una nueva normalidad’, (la capacidad de la factoría  de Ivan Rueda para adjetivar los eventos es infinita; ahí es nada: nueva normalidad) la cuestión es doble ¿Sera finalmente la provincia la “unidad de destino” o visto lo comentado por el ministro Illa, ”dependerá”? ¿ En qué consisten los “criterios objetivos, públicos, sobre todo de tipo sanitario y epidemiológico? ¿Por qué si son objetivos han de ser medibles, pero, Fernando Simón, matizaba este punto a preguntas de los periodistas en la rueda de prensa: «No vamos a poner un umbral específico para cada indicador, porque hay una gran interrelación entre ellos». El propio documento aprobado por el Consejo de Ministros también apunta en esta línea al señalar que estos indicadores «serán evaluados de manera cualitativa y conjunta para permitir la transición de una fase a otra».

En qué quedamos ¿son objetivos, carecen de umbral especifico, son cualitativos? Es posible modelizar estas exigencias, pero en cualquier caso requieren datos y cifras-objetivo debidamente interrelacionadas. Pero de esto nada. ¿Entonces? ¿“Parole, parole” una vez mas?

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El Ministerio de Sanidad remitió hace unos días a las comunidades autónomas los criterios o marcadores generales que aparecen como anexo en el plan de desescalada anunciado el martes. La idea original era acordar con las comunidades umbrales numéricos para cada indicador a partir de este panel de marcadores, de tal forma que cada territorio supiera en cada momento a qué criterios atenerse para pasar de fase. Entre estos valores numéricos, se habló de una tasa de reproducción (Rt) inferior a 1, la que indica que los contagios se van reduciendo,  la notificación diaria de al menos el 90% de datos individualizados de nuevos positivos o una tasa de incidencia de dos casos nuevos por cada 100.000 habitantes.

El plan insistía en ello: «Uno de los primeros pasos consiste en el desarrollo de una serie de indicadores objetivos relevantes medibles y confiables, que comprometan y sirvan al Gobierno y a las propias comunidades autónomas para conocer qué umbrales mínimos son imprescindibles alcanzar antes de iniciar la desescalada. Estos indicadores serán públicos, de modo que permitan a cualquier interesado conocer las variables de referencia para la toma de decisiones». Bien hasta aquí todo quedaba claro, pero….

Resulta que estos criterios objetivos no se tendrán en cuenta para pasar de una fase a otra en la desescalada que se prolongará hasta finales de junio. Todo quedará reducido a que al final : el Ministerio de Sanidad, que dirige Salvador Illa, tendrá la última palabra a la hora de determinar, «cada dos semanas», en qué fase se encuentra cada provincia.

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Y el doctor Simón lo ha remarcado: «la transición no se va a basar en indicadores únicos y en umbrales prefijados, sino que va a depender de muchos factores. Son muchos parámetros que valorar en su conjunto». Vale, muchos, son muchos, pero no sinónimo de indeterminados. ¿Por qué no se fijan con claridad estos muchos?  Una vez más las contradicciones entre lo que se dice por escrito y lo que luego se explica son flagrantes, una vez más impera la sensación de pasteleo.

En realidad el «Plan para la transición hacia una nueva normalidad» es un  documento de intenciones que irán concretando mediante Boletín Oficial del Estado (BOE) a base diferentes órdenes ministeriales que se publicarán los próximos días. Si realmente existe un plan definido, ¿por qué no se presenta y oficializa de una vez, en lugar de ir desgranando capítulos, con la incertidumbre y riesgo de desconexión ente partes, que este procedimiento acarrea.?

Más confuso, imposible. Mientras, el marcador económico sigue avanzando inexorablemente hasta la mayor catástrofe conocida sucedida en un solo año.

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