El Ayuntamiento de Barcelona recupera la vieja política socialista del City marketing

Mal deben dibujarse las perspectivas para la alcaldesa cuando parece entregada en cuerpo y alma a la vieja estrategia socialista del «City Marketing», es decir, vender la política municipal, sobre todo, a través de presentar proyectos e iniciativas de futuro, cuya importancia no es tanto que lleguen a realizarse, como poderlas explicar ahora y explotar su imagen durante un cierto periodo de tiempo, siempre eso sí, confiando en la débil memoria del elector. De modo que cuando ese proyecto empieza a estar agotado en el imaginario colectivo, se construye otro.

De hecho no es demasiado diferente de lo que hace Sánchez en la Moncloa con las reiteradas presentaciones del Plan para la recuperación económica con fondos europeos y con el anuncio de un plan de unas vacunaciones que, en último término, no dependen de él.

Ahora, la operación en Barcelona que pilota Jaume Collboni es la del «Barcelona Re-Act«, que persigue definir cuál será el nuevo impulso de la ciudad que le permita superar el descenso que la tiene postrada. Es el «BCN Green Deal» que ya presentó el año pasado en el Círculo de Economía y que pretende crear 100.000 nuevos puestos de trabajo vinculados a una veintena de proyectos, todos ellos relacionados con conceptos epatantes como economía azul, nuevas políticas de innovación, que no deja de ser una tautología, industrias creativas y conceptos similares.

También aquí el parecido con lo que dice y le escriben a Sánchez, la creatividad lingüística, es muy importante.

Para alcanzar estos objetivos están pensadas una serie de iniciativas en el conjunto de Barcelona que se han presentado divididas en «cinco áreas de oportunidad«: centro, 22 @, eje Besós, Zona Franca y Marina, y Montjuïc. En realidad si se observan con detalle las localizaciones se verá que la zona centro está vacía porque en todo lo que hace referencia al conjunto del Eixample no hay prácticamente nada, no hay proyectos antes de llegar a la plaza de las Glories y los que hay en la parte central son periféricos y están muy cerca del mar. Correos, el hubde economía azul en la nueva bocana del puerto, el puerto olímpico, el antiguo mercado del pescado, etc. Dos de las otras zonas, la Zona Franca y la Marina y Montjuïc también registran un modesto impacto y de hecho parten de cosas que ya existen tuneadas: la Feria de la Gran Vía Mercabarna, la Feria de Montjuïc, el anillo olímpico, el Palacio de Deportes. En realidad casi todo se concentra en el 22 @ en el Poblenou .

Sobre el papel es un proyecto de ciudad. El problema adicional radica en que no queda nada clara la articulación de todo esto con las supermanzanas y la movilidad restringida que éstas determinan. Sobre el papel, por lo tanto, Barcelona tiene en estos momentos dos proyectos, el de aquella gran transformación del Eixample, que dejaría inviable la mayor parte de la trama viaria para la movilidad de ámbito de ciudad, y este nuevo proyecto que en realidad queda concentrado en Poblenou y, como mucho, en el área que llega hasta la Ciutadella. Que con todo esto puedan alcanzarse 100.000 puestos de trabajo es evidentemente un brindis al sol.

Pero lo más grave, junto con la incompatibilidad con el modelo urbanístico de las supermanzanas, es que, mientras, las grandes cuestiones quedan sin resolverse.

Seguramente una de las más importantes es la del aeropuerto. AENA propone un proyecto de crecimiento con una inversión de 1.700 millones de euros, pero no hay acuerdo ni con la Generalitat ni con el Ayuntamiento por el impacto ambiental que tiene. La cuestión es si es compatible la idea de una ciudad reactivada con localizaciones de actividades cosmopolitas y dejar al margen disponer de un aeropuerto con consonancia. Parece que no, y este aspecto pone de relieve las contradicciones que hoy paralizan en práctica al Ayuntamiento. Algo similar sucede con la irresuelta localización del «Hermitage» en el Puerto de Barcelona. Por razones más bien confusas, Colau lo ha hecho hasta ahora imposible, a pesar de que es una inversión privada y de relieve internacional que generaría un tipo de turismo que Barcelona necesita más que nunca.

Es también imposible salir bien parado de la crisis si Colau continúa confundiendo la contaminación con liquidar la movilidad privada sin atender al problema que, en este sentido, no son los coches sino el motor de explosión, que tiene un periodo de vida cada vez más corto, porque el modus eléctrico está siendo incentivado a gran escala.

A una escala más modesta del discurso, pero muy importante para la economía, se encuentra la quiebra de todo el gremio de restauración de Barcelona, que el Ayuntamiento no es capaz de detener. Ahora mismo, los representantes del gremio han informado que los restaurantes catalanes han abierto un 60% menos de horas que los madrileños y que el sector ha perdido 23.000 puestos de trabajo en los últimos 6 meses. Es un buen ejemplo de cómo la estrategia del City marketing sitúa en un tercer plano el abordaje de los grandes problemas que hay sobre la mesa, porque siempre es más difícil resolver lo concreto que explicar cuentos chinos.

Ada Colau ha abandonat el seu compte de Twitter perquè rebia un excés de crítiques?

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